Por Agroempresario.com
El consumo de carne porcina y sus derivados continúa ganando terreno en las mesas argentinas. En el primer trimestre de 2025, el sector registró un crecimiento interanual del 8,2%, con un destacado salto del 10,5% en el consumo de fiambres y un aumento del 6% en los cortes frescos. Así lo reveló un reciente informe de la Cámara Argentina de la Industria de Chacinados y Carne de Cerdo (Caicha), que vincula esta recuperación con la reactivación económica, la pérdida de poder adquisitivo durante 2024 y el encarecimiento relativo de la carne vacuna.
“La gente volvió a mirar el cerdo por una cuestión de bolsillo, pero también porque es un producto cada vez más versátil, saludable y accesible”, explicó Gustavo Lázzari, presidente de Caicha. “El año arrancó muy bien, con una continuidad positiva respecto al segundo semestre del 2024. Es alentador ver que los chacinados crecen a tasas de doble dígito: eso habla de una recomposición del poder de compra y una valoración creciente de estos productos”, destacó.
Uno de los factores clave que explican esta suba es la ampliación de la brecha de precios entre la carne vacuna y la porcina. Mientras el precio de la carne vacuna escaló un 19,7% en el primer trimestre, el Índice de Precios Porcino (IPP) aumentó 9,2% en promedio. La carne de cerdo se consolidó así como un sustituto natural para muchas familias que no pueden acceder con regularidad a la carne bovina.
Según el relevamiento de Caicha, febrero fue el mes de mayor crecimiento de la demanda, con un pico del 11,6% interanual. De este modo, se completaron seis meses consecutivos de alzas en el consumo de carne porcina. “Marzo también mostró un comportamiento firme, lo que consolida esta tendencia ascendente”, destacaron desde la entidad.
El segmento de los fiambres fue el que mostró la mayor recuperación. “Los embutidos, jamones y pancetas tienen una penetración muy fuerte en el consumo urbano, sobre todo como alimentos prácticos y rendidores”, explicó Lázzari. Mientras que la carne fresca porcina creció un 6% interanual en el trimestre, el consumo de chacinados trepó al 10,5%, evidenciando una clara preferencia por productos de mayor valor agregado.
No todo fue crecimiento. En paralelo con la recuperación del mercado interno, las exportaciones del sector sufrieron una fuerte caída. Según Caicha, las ventas externas de subproductos de faena y menudencias alcanzaron apenas 2400 toneladas en el trimestre, por un valor total de 1,6 millones de dólares, lo que representa una contracción del 30% frente al mismo período de 2024.
Los principales destinos fueron China, Congo, Costa de Marfil, Hong Kong, Paraguay, Uruguay, Ghana, Angola y Rusia. La retracción, explicaron, se vincula con una baja de precios internacionales, mayores costos logísticos y una menor competitividad frente a otros países productores.
En contrapartida, las importaciones de carne de cerdo se dispararon un 392% interanual, alcanzando las 14.100 toneladas, por un valor de US$39,6 millones. “Aunque ese número puede parecer elevado, en términos de volumen apenas supera en un 3,4% los valores del mismo período de 2022, lo que indica que estamos volviendo a niveles más normales tras la caída del 2023”, afirmaron desde la Cámara.
Los cortes más importados fueron bondiola, pulpa de paleta y pulpa de jamón, principalmente desde Brasil, Chile, Dinamarca y Marruecos. En cuanto a productos terminados –como jamones curados, embutidos y pancetas– se importaron apenas 118 toneladas por un valor total de US$1 millón, procedentes mayoritariamente de Italia, Dinamarca y Estados Unidos.
En lo que respecta a los precios, el informe de Caicha destaca una desaceleración de la inflación en la carne fresca porcina. El IPP mostró una variación mensual del 3,6% en enero, 2,7% en febrero y 2,4% en marzo. “Esto contrasta con otros rubros alimentarios, que siguieron con aumentos más agresivos”, señalaron.
En el caso de las menudencias porcinas, se registró un comportamiento más volátil: tras subir solo 1,9% en febrero, saltaron 5,7% en marzo. Por su parte, los fiambres mostraron una inflación más homogénea, con tasas mensuales de entre 2,7% y 3,2%, manteniéndose por debajo del promedio general del rubro alimentos.
Con una industria que empieza a mostrar signos de consolidación tras años de vaivenes, los protagonistas del sector porcino celebran esta reactivación, aunque advierten sobre la necesidad de políticas que sostengan el consumo interno y estimulen las exportaciones. “El desafío ahora es mantener esta senda de crecimiento, mejorar la competitividad y consolidar al cerdo como una carne de primera elección para los argentinos”, concluyó Lázzari.