Por Agroempresario.com
Jonatan Ardengui tiene 36 años y una historia de vocación cumplida. Desde los 11 sabía que quería ser peluquero canino. Aquella pasión le llegó al ver a su padre y a su abuelo criar perros para exposición, un mundo que lo atrapó desde chico. Sin embargo, la vida lo llevó primero por otro camino: se formó como profesor de biología y enseñó en escuelas hasta los 26 años. Recién entonces, guiado por su pasión de siempre, se animó a apostar por la peluquería canina.
Hoy, Ardengui es mucho más que un peluquero de perros: es un referente del sector, juez en exposiciones, embajador de marcas y, además, el elegido por numerosas figuras del espectáculo para cuidar a sus mascotas. Flavio Mendoza, Carmen Barbieri, Flor de la V, Jesica Cirio, la familia Montaner, Arturo Puig, Selva Alemán y Elina Costantini son solo algunos de sus clientes.
Su historia tuvo un punto de giro inesperado con una llamada telefónica. “Hola, soy Carmen. Necesito que le hagas la peluquería a mi perrito”, escuchó del otro lado de la línea. Jonatan no sabía que hablaba con Carmen Barbieri. Fue a su casa, hizo su trabajo, y salió maravillado. "Le mandé un mensaje a mi mamá y le puse: 'Ma, estoy en la casa de Carmen Barbieri'. No lo podía creer", recuerda.
Esa primera experiencia en el mundo del espectáculo fue la puerta de entrada a una nueva etapa profesional. Con el boca en boca, fue sumando clientes famosos y logró visibilidad y prestigio. Pero más allá del brillo de la farándula, Jonatan mantiene la humildad de quien ama lo que hace. "Este trabajo me identifica. Es una pasión. Que me paguen por hacer lo que amo, es lo más lindo que te puede pasar", resume.
En su rutina diaria, Ardengui visita a sus clientes en sus hogares. Atiende a perros de todas las razas, adaptando los cortes según las necesidades de cada animal. Uno de sus pacientes más conocidos es Aaron, el perrito de Flavio Mendoza, un samoyedo que cuida desde que tenía apenas 45 días.
“A Aaron lo atiendo todas las semanas. Flavio quiere que mantenga el volumen del pelo, que tenga las patitas bien prolijas y que le haga cortes higiénicos. Como tiene tanta densidad en ciertas zonas, buscamos evitar que la materia fecal se le pegue. Además, le corto los pelos de las almohadillas para que tenga mejor agarre al caminar y prevenir problemas articulares”, detalla.
El vínculo con los animales es el eje de su metodología. "Cuando llego a las casas los perros me reciben con amor, con alegría. La peluquería canina no tiene por qué ser tediosa. La clave es generar una conexión para que lo vivan como un juego, con mimos, sin miedo", explica. Esa filosofía es la que le ha valido la confianza de los dueños y el afecto de los perros.
Jonatan destaca que su rol excede lo estético. "Es como cuando una persona va a la peluquería y le recomiendan un corte según su cara. Con los perros pasa lo mismo. Hay cortes que les quedan bien según su fisonomía. No todo es moda, también importa lo anatómico y funcional", señala. Trabaja frecuentemente con razas como Caniche, Schnauzer, Shih Tzu y Maltés, aunque su experiencia abarca a todas.
En su etapa como docente, disfrutaba del vínculo con los alumnos y de la espontaneidad del aula. Sin embargo, algo le faltaba. "La docencia me enseñó mucho, pero yo sabía que mi verdadera vocación era otra. La peluquería canina me inspira más. Es donde realmente siento pasión", confiesa.
Hoy, además de atender a mascotas, capacita a otros profesionales, participa en competencias como jurado y colabora con marcas especializadas en higiene, dermatología y cosmética animal. "Es un trabajo muy completo. Hay que estar actualizado, entender de productos, de comportamiento canino, de salud. Es una profesión que requiere mucha formación y compromiso", sostiene.
Uno de los aspectos que más cuida es la relación con los dueños. "Ellos me entregan algo muy valioso: un miembro de su familia. La confianza es fundamental. No es solo un corte, es todo un cuidado integral. Me eligen porque se sienten tranquilos de que sus mascotas están en buenas manos", afirma.
El crecimiento de Jonatan Ardengui en el rubro también refleja una tendencia más amplia: el auge de los servicios premium para mascotas. En los últimos años, el cuidado estético y de bienestar para perros y gatos se profesionalizó, y surgió una nueva generación de emprendedores que ofrecen propuestas personalizadas, seguras y con enfoque afectivo.
"Antes, llevar al perro a la peluquería era algo más funcional. Hoy se busca mucho más. El cuidado estético va de la mano con la salud, con la prevención. Y también con el vínculo humano-animal. Yo trabajo con el respeto y la empatía como base", destaca.
Pese a su agenda cargada, Jonatan mantiene los pies sobre la tierra. Cada nuevo cliente es un desafío y una oportunidad de seguir aprendiendo. "Cada perro es distinto. Cada uno tiene su carácter, su energía, su historia. Hay que saber leerlos, entenderlos, adaptarse a ellos. Y eso es lo que más me gusta de este trabajo", concluye.
Detrás de las tijeras, los cepillos y los perfumes, hay un profesional apasionado, que eligió seguir su vocación a pesar de los prejuicios y las incertidumbres. Jonatan Ardengui no solo transforma la apariencia de las mascotas. También transforma vidas: la suya, y la de quienes confían en su talento y en su sensibilidad.