Por Agroempresario.com
Un 23 de abril de 2005, un joven llamado Jawed Karim subía el primer video a una plataforma incipiente que buscaba compartir momentos en formato audiovisual. Apenas 18 segundos de duración, grabados frente a unos elefantes en el zoológico de San Diego. El video se titula “Me at the zoo” y marcaba el punto de partida de lo que hoy, dos décadas después, es uno de los pilares fundamentales del ecosistema digital global: YouTube.
A lo largo de estos 20 años, YouTube no solo transformó cómo se consumen los contenidos audiovisuales, sino que también generó una nueva economía basada en la creación de contenidos, desdibujó los límites entre espectador y productor, y dio lugar al surgimiento de canales de streaming que hoy compiten, en audiencia y narrativa, con las grandes productoras tradicionales.
Para conocer los detalles de esta evolución, Infobae dialogó con Juan Pablo Robert, Head de Creadores y Media Companies de YouTube para Hispanoamérica, quien analizó el presente y el futuro de la plataforma, el rol de los creadores en la cultura contemporánea, y el posicionamiento de América Latina —y especialmente Argentina— como líder regional en innovación audiovisual.
“Cumplimos 20 años, pero a todos nos parece que YouTube está desde hace más tiempo”, arranca Robert, y tiene razón. YouTube es una de esas tecnologías que se volvieron invisibles por su masividad. “Hoy no nos imaginamos nuestras vidas sin YouTube. Pasamos de la computadora al celular, y de ahí al televisor. Somos multi device, multiformato y multicontenidos”, sintetiza.
En sus inicios, muchos pronosticaban un fracaso. Google compró la empresa en 2006 por 1.650 millones de dólares, en un momento en que no quedaba claro cómo iba a monetizar sus servicios. Hoy, el negocio es tan rentable como influyente: en el último trimestre de 2024, YouTube facturó casi 10.500 millones de dólares, y se consolida como una plataforma que redefine el entretenimiento, la información, la educación y el arte digital.
“Somos un catalizador de tendencias culturales”, afirma Robert. Y no exagera: el contenido generado en la plataforma tiene un alcance transversal y global. Según una encuesta de Ipsos, 9 de cada 10 argentinos usan Google y/o YouTube todos los días. En Brasil, se subieron más de 35 millones de horas de contenido local en el último año. En México, más de 1.500 canales superan el millón de suscriptores.
Uno de los cambios más disruptivos que atravesó la plataforma en los últimos años es su fuerte penetración en los televisores. “En América Latina el uso de YouTube en TV está sobreindexado, más que en otras regiones del mundo. Hay un componente cultural: estamos acostumbrados a ver televisión en familia, de forma gratuita”, explica Robert.
Actualmente, más de 1.000 millones de horas de contenido se ven por día desde los televisores. Y aunque parezca contradictorio, incluso los contenidos pensados para móvil, como los shorts, tienen alta visualización en pantalla grande. “El 55% de los argentinos elige ver YouTube en TV para disfrutar de contenidos de alta calidad acompañados. Ya no es una experiencia individual, como mirar el celular”, agrega.
Esto no solo modifica la forma de consumir contenido, sino también el tipo de contenido que se produce. Ya no se trata de un adolescente hablando a cámara desde su cuarto. Los nuevos creadores tienen estudios, equipos de producción, formatos seriados, y un nivel de calidad que rivaliza con el de las grandes productoras. “Estamos en los inicios de una nueva economía de los creadores”, afirma el ejecutivo.
En los últimos tres años, YouTube entregó más de 70.000 millones de dólares a creadores, medios y artistas mediante su modelo de revenue share. La mitad de lo que se recauda en publicidad se reparte entre quienes generan contenido. Pero además, existen al menos diez vías de monetización: suscripciones premium, membresías, Super Chat, merchandising, licencias, y más.
“Antes nadie pensaba que se podía vivir de esto. Hoy hay miles de personas que lo hacen. En Argentina, por ejemplo, los canales con ingresos de siete cifras en pesos crecieron un 120% en 2024”, detalla Robert. Y si bien existe una disparidad entre lo que se paga en EE.UU. y en la región, la ventaja es que el contenido en español tiene alcance global.
“Compartimos idioma y cultura. Lo que funciona en Uruguay puede funcionar en México, Colombia o Chile. Eso permite un mercado potencial de 400 millones de personas en América Latina y 60 millones de hispanohablantes en Estados Unidos”, apunta.
Una de las sorpresas más interesantes de los últimos años ha sido el boom de los canales de streaming en Argentina. Con propuestas que mezclan humor, noticias, deportes y política, estos nuevos espacios tienen un espíritu emprendedor y una conexión directa con sus audiencias. “Tienen el alma de una startup. No están canonizados por una lógica tradicional. Pueden pivotear, mejorar, innovar”, dice Robert.
Esto también desafía las formas de medición de audiencia. Mientras que en la TV tradicional el rating se mide minuto a minuto, en YouTube una transmisión en vivo puede seguir sumando visualizaciones por semanas o incluso meses. “Hay que repensar cómo se empaquetan las métricas para generar una oferta comercial atractiva. Ya no se trata sólo de cuántos te vieron en el momento, sino de cuánto tiempo vive tu contenido”, aclara.
La IA también juega un papel clave en esta evolución. YouTube lleva más de una década utilizando inteligencia artificial para mejorar las búsquedas, moderar contenidos y hacer recomendaciones. Hoy, más del 95% de los videos que violan las políticas de la plataforma son eliminados antes de que se publiquen, gracias a estos sistemas.
Pero además, la IA empieza a ser una herramienta creativa. “La inteligencia artificial puede desbloquear nuevas formas de expresión, traducir contenido en tiempo real y derribar barreras idiomáticas. Eso va a multiplicar el alcance de los creadores”, asegura Robert.
En ese sentido, ya se están probando sistemas de traducción simultánea que permitirían, por ejemplo, que un video en español llegue a audiencias angloparlantes sin perder el tono original. Una revolución aún incipiente, pero con potencial para cambiarlo todo.
Para Robert, el futuro de YouTube está en seguir consolidando su rol como plataforma inclusiva y diversa. “Queremos que cualquiera pueda crear contenido, sin importar de dónde venga. Nuestra visión es darle voz a todos y enseñar el mundo”.
En ese camino, el desafío será seguir apostando por la calidad sin dejar de lado la accesibilidad. “En la industria a veces confundimos calidad de producción con calidad de contenido. El usuario quiere contenido relevante. Y muchas veces, la mejor historia no necesita la mejor cámara”, señala.
También hay una agenda de sustentabilidad en el radar. Con más de 2.000 millones de usuarios activos por mes, la huella ecológica de la infraestructura de datos es un tema cada vez más relevante. Google, empresa matriz de YouTube, se comprometió a operar con energía libre de carbono las 24 horas del día en todos sus centros de datos para 2030.
YouTube no sólo redefinió la forma en la que consumimos contenido, sino también la forma en que se produce, se monetiza y se comparte. Es una plataforma viva, dinámica, en permanente evolución. “Antes un chico quería ser actor. Hoy quiere ser youtuber. Y eso es solo el principio. Viene una nueva era de creatividad, diversidad y profesionalismo”, anticipa Robert.
En ese nuevo mapa, América Latina tiene un papel protagónico. Con talento, cercanía cultural e innovación narrativa, los creadores de la región están construyendo el nuevo Hollywood digital, un espacio donde lo más valioso ya no es el presupuesto, sino la autenticidad.
Porque como bien resume Robert: “Cada creador define qué es el éxito para él. Nosotros solo les damos las herramientas para llegar”.