Por Agroempresario.com
Las reservas internacionales del Banco Central de la República Argentina (BCRA) comenzarán esta semana con una nueva presión: el primer pago de intereses de deuda al Fondo Monetario Internacional (FMI) bajo el actual acuerdo. El desembolso, que supera los 600 millones de dólares, coincide con una política oficial que, pese a los compromisos financieros, se mantiene firme: intervenir en el mercado cambiario sólo cuando el dólar toque el piso de la banda de flotación, y no antes.
Desde el inicio de la tercera fase del plan económico, el Gobierno adoptó un esquema de tipo de cambio flotante administrado con bandas de fluctuación. Bajo esta modalidad, el BCRA se compromete a intervenir únicamente si el dólar perfora el límite inferior (o superior) de la banda, hoy cerca de los $1.000. Así, ya transcurrieron once ruedas de mercado sin intervención oficial, aún cuando, según las reglas del acuerdo, el Central podría realizar compras dentro de la zona de flotación.
El argumento oficial es claro: comprar divisas en el centro de la banda implicaría emitir pesos que podrían no tener demanda suficiente en la economía, reavivando presiones inflacionarias o, incluso, tensiones sobre el tipo de cambio. “No es la idea hacerlo, pero necesitábamos tener ‘jurídicamente’ la posibilidad”, admitió una fuente cercana al equipo económico, al justificar por qué se habilitó esa opción pero no se la utiliza en la práctica.
Federico Furiase, director del BCRA y asesor económico del ministro Luis Caputo, defendió esta postura al afirmar que la remonetización —es decir, la recuperación de la cantidad de pesos en circulación tras años de inflación elevada— debe ser consecuencia de un exceso genuino de oferta de dólares, no de una acción deliberada del Central. “La prioridad es mantener la cantidad de dinero (‘M’) fija dentro de las bandas, priorizando el objetivo de desinflación”, explicó Furiase.
Mientras tanto, los vencimientos con el FMI siguen su curso. Tras el primer pago de intereses por 630 millones de dólares, Argentina deberá enfrentar otros desembolsos a lo largo del año, sumando más de 1.900 millones de dólares solo en concepto de intereses. A diferencia de las obligaciones de capital, el organismo multilateral no refinancia estos pagos, por lo que deben ser cubiertos directamente con reservas propias.
El Gobierno confía en que la combinación de superávit comercial, ingreso de inversiones y créditos multilaterales permitirá sostener el nivel de reservas, pese a no intervenir de manera activa en el mercado cambiario. Sin embargo, desde el sector privado surgen dudas crecientes sobre la viabilidad de esta estrategia.
Un informe de PxQ, consultora dirigida por el economista Emmanuel Álvarez Agis, advirtió que si el BCRA mantiene su decisión de intervenir solo cuando el dólar toque el piso de la banda, la acumulación de reservas podría verse comprometida. “La respuesta racional de los privados sería anticiparse y comprar dólares antes de que el tipo de cambio llegue a ese nivel, lo que limitaría la posibilidad de compras oficiales”, señala el análisis.
Además, el informe destaca un riesgo adicional: en un mercado tradicionalmente caracterizado por la escasez de dólares, la falta de intervención podría dejar al BCRA sin margen para incrementar sus reservas, aún en momentos de relativa estabilidad cambiaria.
Incluso voces históricas como la del exministro de Economía Domingo Cavallo se alzaron contra la estrategia oficial. Cavallo planteó que es un error considerar que intervenir en el centro de la banda sería inflacionario. Por el contrario, sostuvo que una política activa de compra de reservas impulsa la monetización de la economía, lo cual reforzaría la demanda de dinero y el crecimiento del PBI, a la vez que contribuiría a reducir la tasa de riesgo país.
“La desinflación aumenta la demanda de dinero, y si se quiere evitar una suba de la tasa real de interés, es necesario permitir que aumente la oferta de dinero. A ese proceso se lo llama ‘re-monetización’”, explicó Cavallo.
Mientras tanto, los operadores financieros observan de cerca cada movimiento del mercado de cambios. Aunque el dólar se mantiene relativamente estable, la falta de intervención oficial genera volatilidad en las expectativas. Para algunos analistas, el riesgo de una apreciación real del peso no es menor, dado el actual flujo comercial positivo, pero sin un esquema de compras preventivas, el Central podría perder una oportunidad valiosa para reforzar su posición externa antes de que se reviertan las condiciones.
En este contexto, el Gobierno deberá equilibrar la prioridad de la desinflación con la necesidad de fortalecer sus reservas, en un año donde además la deuda con el FMI no da respiro. La decisión de intervenir sólo en los extremos de la banda podría resultar, a la larga, un arma de doble filo.
Con los ojos puestos en el mercado cambiario, en las metas fiscales y monetarias, y en los desembolsos internacionales, la estrategia de mínima intervención será puesta a prueba en un escenario todavía incierto.