Por Agroempresario.com
En medio de una compleja coyuntura comercial internacional, el gobierno argentino, encabezado por Javier Milei, ha iniciado negociaciones confidenciales con Estados Unidos para frenar la escalada de aranceles recíprocos desencadenada por la administración de Donald Trump. Bajo estricta reserva y con un acuerdo de confidencialidad firmado por los representantes, la delegación oficial liderada por el embajador Luis María Kreckler se encuentra en Washington para avanzar en uno de los desafíos más estratégicos del comercio exterior argentino.
El regreso de Donald Trump al centro del poder político estadounidense trajo consigo una renovada embestida comercial contra China, pero con efectos colaterales que ya se hacen sentir en países aliados como Argentina. Las medidas proteccionistas adoptadas por Washington incluyeron el aumento de aranceles a diversos productos extranjeros, entre ellos varios bienes exportados desde Argentina.
A pesar de las buenas relaciones personales entre Milei y Trump, los vínculos políticos no bastaron para excluir a Argentina del endurecimiento comercial. En este contexto, el gobierno de La Libertad Avanza decidió avanzar en un canal diplomático específico y confidencial para mitigar los impactos económicos de esta política.
El Ministerio de Relaciones Exteriores argentino, a cargo de Gerardo Werthein, eligió como negociador principal a Luis María Kreckler, embajador de carrera con vasta experiencia en comercio exterior. Kreckler viajó a Washington junto a un equipo técnico tras suscribir un Acuerdo de Confidencialidad (NDA), requisito que refleja la sensibilidad del diálogo con la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés).
Las conversaciones se desarrollan en la sede de USTR, bajo la conducción de Jamieson Greer. La expectativa del gobierno argentino es clara: frenar el impacto de los aranceles antes de que venza la tregua comercial decretada por Trump, que expira en julio.
El punto de partida de las negociaciones es un extenso informe publicado por USTR, que en 394 páginas detalla los obstáculos que enfrentan los productos estadounidenses para ingresar a diversos mercados del mundo. Argentina aparece mencionada en la página 14 y ocupa cuatro páginas del documento, donde se señalan múltiples barreras regulatorias, arancelarias y de propiedad intelectual.
Uno de los puntos más delicados que traban la relación bilateral es la propiedad intelectual. El informe de USTR sostiene que Argentina no garantiza un marco sólido para proteger invenciones, datos de prueba y marcas registradas.
El documento también critica la falta de transparencia en la protección de las indicaciones geográficas y la acumulación de solicitudes de patentes, lo cual “desincentiva la innovación y desalienta la inversión extranjera”.
La administración de Milei ya introdujo algunas reformas administrativas en respuesta a estos señalamientos, pero el grueso de los cambios requerirá decretos presidenciales y, eventualmente, una reforma legal.
La elección de Kreckler no fue casual. Fue él quien acompañó a Werthein en recientes reuniones en Washington con el secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, y con Greer, titular de USTR. Su perfil técnico y su conocimiento del entramado diplomático lo posicionan como un negociador confiable en temas sensibles.
Durante esta misión, Kreckler tiene como tarea ratificar el compromiso del gobierno argentino para avanzar en la eliminación progresiva de las barreras señaladas por Estados Unidos, aunque se anticipa que los cambios se ejecutarán por etapas.
En el Palacio San Martín saben que el tiempo juega en contra. Con las elecciones presidenciales estadounidenses programadas para noviembre y la tregua arancelaria venciendo en julio, Argentina tiene solo dos meses para llegar a un entendimiento.
Milei había prometido firmar los decretos necesarios antes del vencimiento del plazo, pero postergó el envío de leyes al Congreso hasta después de los comicios de octubre, para evitar tensiones políticas internas.
Fuentes cercanas a Cancillería afirman que el acuerdo con Estados Unidos se perfila como un punto de inflexión para el comercio exterior argentino, ya que podría abrir la puerta a nuevos mercados y, a la vez, ordenar el ecosistema normativo en sectores clave como la agroindustria y la biotecnología.
Las negociaciones en Washington transcurren en estricto silencio. Ninguno de los integrantes de la delegación argentina ha dado declaraciones públicas, y en la Casa Rosada se sigue el proceso con extrema cautela.
La oportunidad para alcanzar un entendimiento está abierta, pero la complejidad técnica de los temas en discusión y la sensibilidad política del contexto imponen un grado alto de incertidumbre.
Si la Argentina logra sortear este escollo, no solo evitará una suba de aranceles que golpearía sus exportaciones, sino que también consolidaría una nueva etapa en la relación bilateral con Estados Unidos. Un vínculo que, si bien se nutre de afinidades ideológicas, se definirá por la capacidad de lograr acuerdos concretos y mutuamente beneficiosos.