Por Agroempresario.com
En un contexto de creciente incertidumbre sanitaria global, la reciente decisión del Gobierno argentino de desregular la importación de vacunas veterinarias despertó fuertes críticas por parte de especialistas. Entre ellos se destaca Carlos Milicevic, exvicepresidente del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), quien calificó la medida como un "grave error" que pone en riesgo la sanidad animal y la reputación internacional del país.
La medida, promovida por el Ministerio de Desregulación, encabezado por Federico Sturzenegger, permite el ingreso de vacunas importadas bajo un sistema de equivalencias en tan solo 30 días. Este cambio incluye productos clave como las vacunas contra la fiebre aftosa, la brucelosis y la leptospirosis. Para Milicevic, este proceso carece de los controles técnicos adecuados y saltea pasos esenciales que garantizan la eficacia y seguridad de los productos.
"Estamos cometiendo un grave error. Se están tomando decisiones políticas sin el debido análisis técnico. Se pone en riesgo un patrimonio de la Argentina: su sanidad animal", alertó Milicevic, quien además es productor agropecuario. Enfatizó que, en medio de una crisis sanitaria mundial, las autoridades deberían fortalecer los controles, no debilitarlos.
Según el exfuncionario, la decisión desconoce el rol de la Comisión Técnica de Fiebre Aftosa, organismo encargado de evaluar la pertinencia del uso de nuevas vacunas. Recordó que países como Brasil han demorado hasta seis años en aprobar una vacuna, lo que refleja la complejidad de estos procesos.
El contexto epidemiológico global es complejo: Europa enfrenta once focos activos de fiebre aftosa y brotes de peste porcina africana; Brasil atraviesa un nuevo episodio de influenza aviar; y Estados Unidos combate una inusual cepa de influenza bovina que afecta a tambos en 17 estados. “Aprobar vacunas en 30 días, sin pruebas de eficacia a campo, es inadmisible en este escenario”, agregó.
La empresa Tecnovax, que busca introducir la vacuna Ourovac Aftosa del laboratorio brasileño Ourofino, solicitó el registro del producto en Argentina. Milicevic cuestionó el trasfondo de esta operación, señalando que en ocasiones anteriores se intentó ingresar vacunas próximas a vencer sin que cumplieran con los requisitos técnicos mínimos.
Desde el Gobierno se justificó la medida alegando que las vacunas nacionales tienen un costo elevado para los productores. Sin embargo, Milicevic planteó que existían alternativas para aliviar el gasto sin poner en riesgo la sanidad, como suspender la vacunación en novillos y vaquillonas con destino a faena, propuesta que ya contaba con respaldo técnico.
"Se podría haber avanzado con la eliminación de esas vacunaciones innecesarias. Esa decisión estaba lista, pero nunca se llevó a cabo", sostuvo. Además, lamentó la pérdida de profesionales dentro del Senasa y la creciente debilidad del organismo frente a las presiones políticas y comerciales.
Para el exvicepresidente del Senasa, esta política de apertura acelerada podría tener consecuencias graves. "Desburocratizar suena bien, pero no así. El costo de perder mercados por problemas sanitarios es altísimo. El mundo agroexportador no es de ida y vuelta. La confianza se pierde rápido y cuesta años recuperarla", alertó.
El debate se enmarca en una coyuntura compleja para el comercio internacional agroalimentario. Argentina ha sido históricamente reconocida por su alto nivel sanitario, y cualquier retroceso en este aspecto podría comprometer su acceso a mercados exigentes.
En conclusión, la desregulación de las vacunas veterinarias representa una apuesta riesgosa. Para voces como la de Carlos Milicevic, el camino correcto no es eliminar controles, sino fortalecer los mecanismos técnicos que aseguran la inocuidad y efectividad de los productos que protegen al rodeo nacional.