Por Agroempresario.com
El mercado voluntario de carbono acaba de alcanzar un punto de inflexión: por primera vez en su historia, la emisión de créditos casi iguala a los retiros, marcando una señal de madurez y equilibrio en esta herramienta clave contra el cambio climático. Según la consultora internacional Sylvera, este fenómeno representa no solo un hito ambiental, sino también una oportunidad estratégica para países como Argentina, que poseen amplios recursos naturales y territorios disponibles para el desarrollo de proyectos sostenibles.
Los créditos de carbono son certificados que representan la captura o reducción de una tonelada de dióxido de carbono (CO₂) a través de proyectos ambientales. Reforestación, energías renovables, tratamiento de residuos, recuperación de suelos y producción de biogás son algunas de las actividades que generan estos créditos.
En el contexto actual, empresas de todo el mundo —movidas por regulaciones, presión social o estrategias de sustentabilidad— buscan adquirir estos créditos para compensar sus emisiones. Esto ha disparado la demanda y valorado a los países con potencial de oferta. Argentina, con solo el 10 % de su superficie agropecuaria y forestal involucrada en proyectos certificados, podría convertirse en un actor central del mercado global de carbono.
El informe de Sylvera estima que, si Argentina desarrolla su potencial, podría generar ingresos superiores a los USD 9.000 millones. Además, gracias al Artículo 6 del Acuerdo de París —que habilita intercambios entre países y mejora los precios de los créditos— se podrían captar inversiones adicionales por más de USD 2.200 millones hacia 2030.
Hoy, los créditos de carbono en mercados regulados internacionales se cotizan hasta un 80 % más que en los mercados voluntarios. Este diferencial hace viables numerosos proyectos que en la actualidad no resultan rentables. El desarrollo de estos proyectos, además de su impacto ambiental, puede traducirse en empleos verdes, tecnología, divisas y fortalecimiento de cadenas de valor en regiones rurales.
Uno de los cambios más importantes que atraviesa el mercado de carbono es el creciente foco en la integridad ambiental de los créditos. Durante el primer trimestre de 2025, se emitieron 55,63 millones de créditos y se retiraron 54,56 millones, una diferencia mínima del 1,9 %. Este equilibrio contrasta fuertemente con el 51,8 % de diferencia registrado un año atrás.
La tendencia actual apunta a reducir la sobreoferta de créditos de baja calidad y premiar con precios más altos a los proyectos con beneficios verificables y medibles. Esto genera escasez de créditos premium, pero también un incentivo claro para desarrolladores e inversores. En este nuevo paradigma, Argentina necesita políticas públicas estables, marcos regulatorios ágiles y una estrategia de largo plazo que dé certidumbre al mercado.
Para que el país capitalice esta oportunidad, los expertos coinciden en una serie de acciones clave:
Además, sectores como la agroindustria sustentable, las energías limpias y la bioeconomía podrían integrar estos mecanismos como herramientas de competitividad y trazabilidad para mercados exigentes.
Con recursos naturales, conocimientos técnicos y actores dispuestos a innovar, Argentina tiene el escenario propicio para insertarse en el nuevo mapa global de la economía verde. Convertirse en exportador neto de créditos de carbono de alta calidad no solo generaría divisas, sino que mejoraría su imagen ambiental, impulsaría el desarrollo rural y posicionaría al país como líder regional.
La puerta está abierta. En un mundo que avanza hacia la neutralidad de carbono, Argentina tiene con qué competir. Solo falta alinear políticas, inversión y voluntad para transformar esta oportunidad en una estrategia de desarrollo sustentable.