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Por Agroempresario.com
El aumento sostenido en los precios de la carne vacuna durante los primeros meses de 2025 abrió una ventana de oportunidad para el sector porcino, que experimentó un crecimiento notable en su consumo y ventas. En un contexto donde el encarecimiento de los cortes vacunos duplicó el alza de precios de la carne de cerdo, esta última se afianza como una opción sustituta para los consumidores argentinos.
Según el último informe de la Cámara Argentina de la Industria de Chacinados y Carne de Cerdo (CAICHA), el consumo de carne de cerdo y chacinados creció un 8,7% interanual en el primer cuatrimestre de 2025, impulsado principalmente por la menor suba en sus precios comparada con la carne vacuna. Las ventas de carne fresca aumentaron un 6% en ese mismo período, mientras que las de chacinados crecieron un 12%, reflejando la preferencia por estos productos en la mesa de los argentinos.
El presidente de CAICHA explicó que la suba en el precio de la carne vacuna, que fue el doble de la registrada en los productos porcinos, favoreció el consumo de cerdo como un sustituto inmediato. Esta dinámica se reflejó en un pico de demanda durante febrero, cuando el crecimiento mensual alcanzó su máximo nivel. Sin embargo, en abril se observó una caída del 4,5% en las ventas respecto al mes anterior, aunque manteniendo un crecimiento interanual positivo.
El índice de precios del cerdo se incrementó un 12,5% entre enero y abril de 2025, ligeramente por encima del 11,6% que marcó el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Indec. Sin embargo, la carne vacuna subió mucho más, superando ese porcentaje y llegando a duplicar el aumento del sector porcino.
Entre los productos de cerdo que lideraron los incrementos de precios destacan las menudencias con un alza del 20,2%, seguidas por subproductos como milanesas y hamburguesas (14%) y fiambres (12,4%). En cuanto a los cortes frescos, las costeletas de cerdo encabezaron el ranking con un 23,6%, seguidas por el lomo embuchado (19,8%), bife de cerdo (17%), paleta (16,3%) y lomo (16,2%). En el otro extremo, productos como bondiola, salchicha viena y carré deshuesado tuvieron aumentos menores, entre 8,1% y 9,2%.
En contraposición a la carne de cerdo, la carne vacuna enfrenta dificultades por el encarecimiento de costos locales y la consecuente pérdida de competitividad. Según datos del Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino (IDAA), las importaciones de carne vacuna aumentaron un 2.089% interanual en el primer cuatrimestre, pasando de 225 a 4.926 toneladas. Estos volúmenes están destinados principalmente a la industria, sobre todo para la elaboración de hamburguesas, pero no han logrado alterar significativamente los precios internos.
En cuanto a la carne de cerdo, las importaciones crecieron un 435% interanual en el mismo período, pasando de 3.624 a 19.403 toneladas, con productos como bondiola, pulpa de paleta y pulpa de jamón importados desde Brasil, Chile, Dinamarca, Estados Unidos y Marruecos. Esta creciente presencia de carne importada genera cierto “ruido” en la cadena de valor local, ya que permite que supermercados puedan ofrecer productos porcina importados a precios más competitivos, presionando a los productores locales de menor escala.
El consultor agropecuario Javier Preciado Patiño señaló que esta dinámica puede afectar negativamente a pequeños productores porcinos, mientras que los grandes productores con mayor eficiencia productiva mantienen su competitividad y posición en el mercado. Por ejemplo, la bondiola importada puede llegar a venderse a $6.000 el kilo, frente a un precio de mercado local cercano a $10.000, lo que representa un desafío importante para la industria nacional.
Pese a estos desafíos, las exportaciones de la industria porcina argentina mantuvieron un volumen significativo en el primer cuatrimestre de 2025, superando las 3.300 toneladas y generando ingresos por 2,2 millones de dólares. Los productos exportados son mayoritariamente subproductos de faena y menudencias.
No obstante, las exportaciones cayeron un 44% respecto a 2024, aunque aumentaron un 119% en comparación con 2022. Este comportamiento evidencia una volatilidad en la demanda internacional, aunque el sector mantiene una base sólida para seguir creciendo.
El crecimiento del consumo de carne de cerdo se consolida como una respuesta del mercado frente a la escalada en los precios de la carne vacuna. La menor variación de precios en los productos porcinos y su diversidad en cortes y elaboraciones posicionan a esta carne como una alternativa viable para los consumidores que buscan opciones más accesibles.
Sin embargo, la presión de las importaciones y la necesidad de mejorar la competitividad interna son desafíos clave para que el sector siga creciendo de manera sostenible. La apuesta por la eficiencia productiva y el fortalecimiento de la cadena de valor son aspectos fundamentales para que los productores argentinos puedan competir tanto en el mercado interno como en el internacional.
En definitiva, el panorama actual muestra una oportunidad para el sector porcino, pero también plantea la necesidad de políticas y estrategias que protejan a los pequeños productores y promuevan un desarrollo equilibrado y competitivo.
