Por Agroempresario.com
Las delegaciones de Estados Unidos y China reanudaron este lunes en Londres sus negociaciones comerciales, en un nuevo intento por sostener la frágil tregua alcanzada en mayo en Ginebra. El encuentro bilateral busca contener una escalada arancelaria que amenaza con impactar la estabilidad del comercio global. Por parte de Washington, lideran la misión el secretario del Tesoro Scott Bessent, el secretario de Comercio Howard Lutnick y el representante de Comercio Jamieson Greer. La contraparte china está encabezada por el viceprimer ministro He Lifeng.
El entendimiento logrado en Ginebra estableció una reducción temporal de aranceles por 90 días sobre bienes estratégicos. Aunque celebrado como un paso positivo, desde entonces las fricciones no han cesado. El presidente estadounidense Donald Trump manifestó su desconfianza ante el cumplimiento chino, especialmente en relación con las restricciones a las exportaciones de tierras raras, insumo clave para industrias tecnológicas y militares.
“Necesitamos que China cumpla su parte del trato. Eso es lo que el equipo comercial discutirá mañana”, señaló la vocera de Trump, Karoline Leavitt, en diálogo con Fox News. El republicano había anticipado en su red Truth Social que “la reunión debería ir muy bien”, en referencia al relanzamiento del diálogo bilateral.
El relanzamiento de las negociaciones comerciales ocurren apenas días después de la primera conversación pública entre Trump y su par chino, Xi Jinping, desde el regreso del republicano a la Casa Blanca. El diálogo fue descrito como “muy positivo” por ambos gobiernos, aunque sin avances concretos. Según Xi, “corregir el rumbo del gran barco de las relaciones sino-estadounidenses requiere dirigir bien y fijar el rumbo”.
Ambos países vienen de aplicar medidas arancelarias de fuerte impacto: Estados Unidos impuso gravámenes de hasta 145 % sobre productos chinos, y Beijing respondió con tarifas de hasta 125 %. Si bien la tregua de Ginebra moderó momentáneamente esas cifras, las amenazas cruzadas y la falta de consenso sobre puntos estructurales como subsidios industriales y acceso a mercados siguen generando incertidumbre.
Según los últimos datos difundidos por la Administración General de Aduanas de China, las exportaciones hacia Estados Unidos cayeron 12,7 % en mayo, totalizando 28.800 millones de dólares, frente a los 33.000 millones registrados en abril. Este retroceso refleja tanto el impacto de los aranceles como la incertidumbre que rodea al futuro del vínculo comercial entre ambas economías.
En paralelo, Beijing ha buscado diversificar sus alianzas comerciales. En los últimos meses intensificó los contactos con Japón, Corea del Sur y Canadá. Con este último país, los primeros ministros Mark Carney y Li Qiang acordaron reabrir los canales bilaterales, en un contexto de tensión diplomática por la crisis del fentanilo.
En otro frente, el Ministerio de Comercio chino propuso a la Unión Europea establecer un “canal verde” para exportar tierras raras al bloque comunitario, en un contexto de creciente competencia geopolítica por estos minerales críticos. La propuesta fue presentada por el ministro Wang Wentao ante el comisario europeo Maros Sefcovic, durante una reunión en Beijing.
El gesto se enmarca en los preparativos para una cumbre entre China y la UE prevista para julio, con motivo del 50º aniversario de las relaciones diplomáticas entre Beijing y Bruselas. La intención de China es proyectar una imagen de apertura comercial frente a las tensiones con Estados Unidos.
El gobierno británico, anfitrión de las negociaciones, aclaró que no interviene en los contenidos pero respalda el proceso. “Somos una nación que defiende el libre comercio. Siempre hemos sido claros: una guerra comercial no está en el interés de nadie”, declaró un portavoz del primer ministro Keir Starmer.
La elección de Londres como sede tiene también una carga simbólica: el Reino Unido busca posicionarse como mediador confiable en un escenario internacional convulsionado, y revitalizar su rol tras el Brexit como actor diplomático y comercial global.
El objetivo central de la ronda en Londres es confirmar los compromisos asumidos en Ginebra. Los temas más sensibles son el acceso recíproco a los mercados, la transferencia de tecnología, las prácticas de subsidios estatales y la regulación de exportaciones estratégicas como semiconductores y tierras raras.
Hasta el momento, no se anunciaron nuevas medidas concretas. Sin embargo, ambas partes coincidieron en que se definirá un nuevo cronograma de reuniones en las próximas semanas para dar continuidad al proceso.
La disputa comercial entre Estados Unidos y China no solo afecta a ambas economías, sino que repercute directamente en el comercio internacional. El incremento arancelario encarece productos, distorsiona cadenas de suministro y afecta el precio de bienes esenciales como tecnología, maquinaria agrícola y alimentos procesados.
Además, los movimientos de ambas potencias influyen sobre países exportadores como Argentina, Brasil y México, que encuentran oportunidades en la reconfiguración del comercio mundial, pero también riesgos ante la volatilidad de la demanda y los precios.
El desafío de sostener la tregua y evitar una escalada arancelaria no es menor. Las posiciones estructurales de ambas potencias siguen siendo divergentes y el calendario electoral en Estados Unidos podría acelerar decisiones unilaterales.
Por ahora, Londres representa una nueva oportunidad para evitar un conflicto mayor. Pero todo dependerá de si ambas delegaciones logran traducir los gestos diplomáticos en compromisos duraderos.