China afianza su influencia en América Latina con un ambicioso plan estratégico junto a la CELAC

Beijing y la CELAC pactaron un plan 2025-2027 con cinco ejes clave que redefinen el orden regional

China afianza su influencia en América Latina con un ambicioso plan estratégico junto a la CELAC
miércoles 11 de junio de 2025

Por Agroempresario.com 

El gigante asiático ha dado un paso decisivo para consolidar su influencia geopolítica, económica y cultural en América Latina. En mayo de 2025, China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) firmaron un plan de acción conjunto que abarca los años 2025 a 2027. Presentado por el presidente Xi Jinping en el Foro China-CELAC celebrado en Beijing, este nuevo marco de cooperación establece cinco pilares estratégicos: Solidaridad, Desarrollo, Civilización, Paz y Conectividad entre Pueblos.

Este enfoque de diplomacia integral no solo institucionaliza la presencia china en el hemisferio occidental, sino que también reconfigura las dinámicas de poder en una región históricamente vinculada a Estados Unidos. A través de esta hoja de ruta, Beijing busca afianzar su rol como socio preferencial en América Latina, desafiando el modelo de relaciones hemisféricas dominado por Washington durante décadas.

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Una estrategia multidimensional

El nuevo acuerdo China-CELAC es más que una declaración simbólica: es una estrategia diseñada para permear cada esfera del desarrollo regional. Desde infraestructura y comercio hasta ciberseguridad y educación, los cinco pilares representan una arquitectura diplomática pensada para sostenerse a largo plazo, incluso frente a los vaivenes políticos en los países de la región.

El plan contempla una serie de programas concretos, como una línea de crédito de 9.000 millones de dólares, la capacitación de funcionarios y académicos, proyectos de infraestructura, integración tecnológica, y becas para estudiar en China. Cada acción tiene como objetivo reforzar la interdependencia y reducir las barreras ideológicas, políticas y comerciales entre China y los países latinoamericanos.

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Solidaridad: redes políticas más allá de la ideología

Bajo este eje, Beijing busca construir relaciones personales e institucionales con cuadros políticos de todos los espectros ideológicos. Se destacan las visitas anuales de 300 funcionarios partidarios a China, sumando 900 en tres años. Esta estrategia apunta a garantizar continuidad en las relaciones, independientemente de los cambios electorales. Países como México, Brasil, Colombia y Chile ya han mostrado interés en estrechar lazos, mientras que el calendario electoral de los próximos años incluye votaciones clave en Argentina, Bolivia, Guatemala, Perú y Paraguay.

Al cultivar una red de líderes emergentes y figuras de peso político en todos los niveles, China aspira a generar una base de apoyo transversal que perdure más allá de los ciclos de gobierno.

Desarrollo: inversiones, digitalización y yuanes

Uno de los pilares más concretos del plan es el económico. Enmarcado en la Iniciativa de Desarrollo Global de China, el componente financiero incluye créditos para infraestructura, programas contra la pobreza y la promoción de tecnologías emergentes. Además, se impulsa el uso del yuan como moneda de intercambio, a través de mecanismos como los “Panda Bonds” y swaps de divisas.

Argentina, Brasil y Bolivia ya operan con yuanes en transacciones bilaterales, mientras que Argentina mantiene un swap con China de 5.000 millones de dólares para apuntalar sus reservas. Esto no solo fortalece el rol de la moneda china en la región, sino que también socava el dominio del dólar en las relaciones comerciales hemisféricas.

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Paz: ciberseguridad y crimen transnacional

El pilar de Paz aborda temas sensibles como la seguridad digital y el combate al crimen organizado. China propone establecer un mecanismo de cooperación entre los Equipos Nacionales de Respuesta a Emergencias Informáticas (CERT), lo que podría traducirse en un acceso ampliado de las autoridades chinas a redes de inteligencia regional.

También se contemplan acciones conjuntas contra delitos complejos como el lavado de dinero, el tráfico de fauna silvestre, la minería ilegal, la trata de personas y el narcotráfico. Estos temas no son menores: organizaciones criminales con vínculos con China han sido implicadas en actividades ilícitas en varios países latinoamericanos.

A esto se suma la cooperación aeroespacial, con el impulso del sistema de navegación satelital Beidou, una alternativa al GPS que refuerza la presencia china en el control de estándares tecnológicos en la región.

Civilización: poder blando en expansión

El soft power es una pieza clave en la estrategia de Beijing. En este pilar se incluyen becas, programas educativos, digitalización de museos, festivales culturales y cooperación en medios de comunicación. China otorgará 500 becas para estudiar en el país, 1.000 cupos en el programa “Puente Chino” y distribuirá 30.000 libros de texto en su idioma a las instituciones educativas de América Latina.

Además, se consolidará la presencia de los Institutos Confucio y se fomentarán las coproducciones cinematográficas. Esta diplomacia cultural tiene como objetivo fortalecer la narrativa pro-China en el ámbito académico, mediático y artístico, reforzando la legitimidad de Beijing como actor global benevolente.

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Conectividad entre Pueblos: municipalismo y bases sociales

El último eje del plan se enfoca en la conexión a nivel local y comunitario. Beijing organiza foros de gobiernos municipales, encuentros deportivos, asociaciones de amistad y exposiciones culturales. La idea es tejer una red de afinidades desde la base, involucrando a académicos, periodistas, estudiantes y autoridades locales.

Este enfoque incluye la capacitación de 500 profesionales de la región, la traducción de series televisivas chinas al español y portugués, y el establecimiento de redes de contacto a nivel subnacional que contribuyan a amplificar la influencia china desde el terreno.

Riesgos y desafíos para América Latina

Aunque el plan se presenta como una asociación basada en el respeto mutuo, muchos analistas advierten sobre los riesgos asociados. El acceso chino a infraestructuras estratégicas, la expansión digital con tecnologías propias y el posicionamiento ideológico en sistemas educativos podrían comprometer la autonomía de los países latinoamericanos.

El caso de puertos como el de Chancay en Perú, o terminales vinculadas al Canal de Panamá, genera inquietud sobre su uso con fines duales: comerciales y militares. Del mismo modo, la dependencia tecnológica puede derivar en vulnerabilidades en ciberseguridad y espionaje.

Estados Unidos en el espejo

El avance de China en América Latina representa un desafío directo para la hegemonía de Estados Unidos en la región. Mientras Washington reduce su ayuda y pierde tracción diplomática, Beijing gana terreno con ofertas tangibles, consistentes y de largo plazo. La revista Americas Quarterly advierte que si Estados Unidos desea mantener su influencia, deberá presentar una oferta estratégica igual de ambiciosa.

La cooperación china no es improvisada: responde a un plan cuidadosamente estructurado que articula financiamiento, cultura, infraestructura y política exterior. A diferencia de las promesas puntuales de Washington, el modelo chino ofrece permanencia y previsibilidad.



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