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Por Agroempresario.com
En un nuevo informe que sacudió al ámbito económico internacional, el Banco Mundial anunció este martes un recorte en su proyección de crecimiento global para 2025, ajustando la cifra del 2,7% previsto en enero al 2,3%. Esta reducción no solo refleja la ralentización generalizada de las economías más importantes del mundo, sino también un creciente temor por lo que podría convertirse en la década más débil desde los años 60.
Las tensiones comerciales, la incertidumbre política global y la inestabilidad financiera son los principales factores que llevaron a la entidad con sede en Washington a reevaluar sus expectativas. “La economía mundial se encuentra una vez más en medio de una tormenta”, advirtió el economista jefe del organismo, Indermit Gill, subrayando el posible impacto profundo en los niveles de vida si no se actúa rápidamente.
El informe Perspectivas de la economía mundial destaca que, en los primeros siete años de esta década, el crecimiento promedio mundial se ubicará alrededor del 2,5%. De mantenerse esta tendencia, los años 2020 serán los de menor expansión económica desde la llegada del hombre a la Luna.
Este desempeño se compara desfavorablemente incluso con décadas marcadas por crisis severas, como las de 1980 o la década posterior a la recesión global de 2008. A excepción de las recesiones de 2009 y 2020, motivadas por la crisis financiera global y la pandemia de COVID-19, respectivamente, no se registraba un ritmo tan débil.
El informe también señala que las políticas comerciales, especialmente de grandes potencias, han afectado de manera directa a la estabilidad económica mundial. La actual administración estadounidense, encabezada nuevamente por Donald Trump, ha reactivado su cruzada contra el libre comercio, culpando a los tratados internacionales por la desindustrialización local.
Esta política ha incrementado la volatilidad global, con aranceles erráticos dirigidos tanto a China como a países aliados. Como consecuencia, se paralizaron inversiones estratégicas, se interrumpieron cadenas de suministro y se debilitó la confianza de los mercados internacionales.
El ajuste del Banco Mundial afecta a casi el 70% de todas las economías contempladas en el informe. En particular, los países de bajos ingresos sufrirán una reducción de 0,4 puntos porcentuales en su crecimiento, con un pronóstico del 5,3% para 2025.
En cuanto a las principales economías:
El deterioro es más pronunciado en las economías en desarrollo, donde se espera un menor crecimiento en el 60% de los países. Esto implica un retroceso en los avances logrados en la lucha contra la pobreza y la desigualdad.
Según el presidente del Banco Mundial, Ajay Banga, los gobiernos deben priorizar políticas que promuevan el empleo, estabilicen la deuda pública y reduzcan las barreras comerciales. Solo con un entorno internacional más cooperativo será posible reactivar la economía global.
Las advertencias del informe no son menores. Entre los riesgos destacados se encuentran la intensificación de conflictos geopolíticos, fenómenos meteorológicos extremos y nuevas oleadas de proteccionismo económico. Estos factores podrían reducir aún más el crecimiento global y exacerbar las tensiones sociales.
La institución también alertó sobre posibles tensiones financieras si las tasas de interés en economías desarrolladas permanecen altas por un período prolongado, lo que encarecería el endeudamiento externo para los países más vulnerables.
“El mundo necesita estabilidad política y reglas claras para el comercio”, afirma el documento, que insta a recuperar el multilateralismo como motor del desarrollo global. “La discordia internacional ha trastocado certezas que durante décadas permitieron reducir la pobreza extrema”, añade Gill en el prólogo del informe.
El recorte de proyecciones del Banco Mundial es un llamado de atención para gobiernos, empresarios y organismos internacionales. La recuperación económica global no solo depende del crecimiento individual de las grandes potencias, sino también de la cooperación entre países, la resiliencia de las instituciones y la capacidad de adaptación frente a los desafíos del siglo XXI.
