Por Agroempresario.com
Desde Cipolletti, en la Patagonia argentina, hasta Varsovia, la capital de Polonia, el chef Martín Giménez Castro trazó un recorrido culinario y emocional que lo llevó a conquistar paladares en Europa del Este con una propuesta innovadora: pescados, mariscos y platos que combinan técnica internacional con alma argentina. Su historia no solo destaca por su talento gastronómico, sino también por su pasión, perseverancia y el poder de la memoria afectiva.
Desde pequeño, Martín estuvo vinculado a la cocina. En Cipolletti, los fines de semana eran sinónimo de olla, cuchillo y fogón. Su padre le enseñó recetas caseras como ravioles de ciervo, conejo al romero o pastas rellenas de hongos, sabores que luego reinterpretaría en sus restaurantes europeos. Pero él no quería ser "un parrillero más": aspiraba a convertirse en un chef de alto nivel.
Tras su formación en la Escuela Internacional Islas Malvinas en Mendoza, Martín buscó abrirse paso fuera del país. Su primer gran paso fue una pasantía en el restaurante Mirazur en Francia, dirigido por Mauro Colagreco, una figura de la gastronomía mundial. Luego se trasladó a Florida, Estados Unidos, donde trabajó en un resort cinco estrellas: el Marco Beach Ocean Resort. Allí no solo ganó experiencia, sino también conoció a Marta, una joven polaca que marcaría el rumbo de su vida.
El amor los llevó a casarse en Estados Unidos y poco después se establecieron en Mokotow, un barrio residencial de Varsovia. Allí nacieron sus hijas Martyna y Mia, y también floreció su proyecto profesional: dos restaurantes de altísimo nivel, Tuna y Ceviche, que lo posicionaron como una referencia culinaria en el país europeo.
Martín se destaca por su enfoque en productos de mar como el atún rojo (que puede pesar hasta 50 kilos), el pulpo, la anguila y peces locales como la perca y el lucio. La calidad de sus platos lo llevó a ser distinguido por la Guía Michelin y a obtener el Primer Premio de la Revista Forbes como Mejor Restaurador en Polonia, un reconocimiento que celebra tanto al chef como al alma mater del restaurante.
Pero su consagración llegó con el programa de televisión Top Chef Polonia, donde Martín se convirtió en figura central. A diferencia de MasterChef, esta versión está pensada para profesionales, y su victoria en el certamen fue acompañada por un momento inolvidable: la producción del programa llevó en secreto a sus padres desde la Argentina para presenciar la final. "Todavía hoy me emociona recordarlo", comenta Martín.
En la final, el chef presentó un menú de pasos que incluía platos que rendían tributo a su infancia: sorrentinos de salmón y cangrejo, pulpo con ensalada de papas, y lomo con foie gras. La memoria afectiva fue clave, y su maestría en la combinación de texturas y sabores le aseguró el triunfo.
Actualmente, Tuna se ubica frente al río Vístula y ofrece una propuesta gourmet de pescados y mariscos frescos, maridados con vinos argentinos como Catena Zapata y Bianchi. Por su parte, Ceviche, ubicado cerca del Palacio de Cultura y Ciencia, ostenta la distinción Bib Gourmand de la Guía Michelin, que reconoce a los mejores restaurantes en relación calidad-precio.
Aunque Martín ya está consolidado en el circuito gourmet polaco, no se olvida de sus raíces. "Mis hijas me piden milanesas, y yo se las hago. Pero también salimos a recolectar hongos, una tradición nacional en Polonia. Este país es un bosque gigante, lleno de morillas, boletus, gírgolas, chanterelles. Es parte de nuestra vida", cuenta el chef.
Hace apenas unas semanas, recibió en su restaurante al reconocido chef argentino Gonzalo Aramburu, quien posee dos estrellas Michelin. Juntos llevaron adelante el ciclo Cena con Amigos, un menú de once pasos apoyado por la Polish Tourism Organisation. "Fue una gran oportunidad para mostrarle a Gonzalo nuestra pesca, nuestras técnicas. Acá se trabaja mucho la anguila y el atún rojo, por ejemplo", explica Martín.
El chef sueña con volver a Argentina para abrir su propio restaurante y mostrar su cocina de autor. "En Argentina no me conoce nadie. Me gustaría abrir algo allá y que mis hijas puedan probar lo mejor de la cocina local", afirma con nostalgia.
La historia de Martín Giménez Castro es la de un cocinero que tomó el riesgo de salir de su zona de confort, que apostó por el trabajo duro, la formación y la innovación, y que hoy representa un puente entre la identidad argentina y la sofisticación europea.