Por Agroempresario.com
El ministro de Economía, Luis Caputo, afirmó recientemente que Argentina no podrá sostener una tasa de crecimiento del 6% con la actual liquidez disponible en pesos en el mercado. Su planteo, según el cual la expansión económica requeriría que los argentinos extraigan los dólares que tienen fuera del sistema financiero, plantea un debate crucial: ¿puede una economía crecer solo con más dinero en circulación? La respuesta corta es no. La economía argentina no necesita más billetes, necesita más inversión.
Para entender por qué el crecimiento económico no depende de los dólares guardados "bajo el colchón", primero hay que revisar el rol que cumple la moneda. La moneda no es generadora de riqueza por sí sola: su función es facilitar los intercambios y actuar como reserva de valor. Como una autopista que mejora el tránsito sin crear vehículos, la moneda agiliza las transacciones sin producir bienes o servicios.
En esta línea, el argumento de que el país necesita que los ciudadanos incorporen sus ahorros en divisas al circuito económico como vía principal para sostener el crecimiento se muestra limitado. Si solo se necesitará una mayor cantidad de dinero para prosperar, Argentina ya sería una potencia económica, considerando su historial de emisión.
El verdadero desafío radica en otro lado: cómo atraer inversiones que generen valor y no simplemente en cómo aumentar la liquidez. Si bien contar con una moneda sólida es importante, lo esencial es tener un marco institucional que genere confianza y motive a los actores económicos a producir, innovar y contratar.
El crecimiento sostenido no se alcanza por emitir billetes o liberar ahorros en divisas. Se logra a partir de inversión real y productiva, que es la única capaz de elevar la productividad, crear empleo genuino y aumentar los salarios reales. Cuando un empresario invierte, no lo hace porque haya más o menos pesos en la calle, sino porque observa oportunidades, reglas claras y condiciones fiscales, laborales y jurídicas que favorecen el largo plazo.
El problema de fondo en la economía argentina es la falta de confianza, agravada por décadas de inestabilidad, presión impositiva excesiva, legislación laboral restrictiva y una alta volatilidad monetaria. Mientras estas condiciones se mantengan, los dólares seguirán debajo del colchón y los inversores optarán por alternativas más seguras, dentro o fuera del país.
Los dólares que hoy no están en el circuito económico formal son ingresos que no se destinan ni al consumo ni a la inversión. Funcionan como ahorro improductivo, un síntoma más de la desconfianza en las instituciones financieras y políticas locales. Estos fondos, si fueran canalizados correctamente al mercado de capitales, podrían facilitar créditos a tasas más accesibles y permitir que empresas y hogares invierten o consuman con más facilidad.
Sin embargo, su sola incorporación no garantiza crecimiento. Si el sistema no cambia estructuralmente, cualquier reactivación basada en esos fondos sería temporal. El crecimiento sostenido solo ocurre cuando hay un aumento real de la oferta de bienes y servicios, no cuando se reactiva el consumo desde el desahorro.
El desarrollo económico sostenido requiere algo más profundo y complejo que reactivar el consumo. Se necesitan reformas estructurales:
Sin estos cambios, ni los dólares que afloren ni los pesos que circulen lograrán revertir los problemas de fondo. Incluso con la base monetaria estable, si se produce más y mejor, el valor del dinero aumentará y se podrá crecer sin necesidad de emitir ni de captar fondos informales.
La historia económica demuestra que no existen atajos monetarios hacia el desarrollo. La emisión descontrolada, el endeudamiento fácil o la fantasía de que una afluencia de dólares guardados pueda cambiar la realidad económica estructural son caminos que ya se recorrieron en Argentina, siempre con resultados decepcionantes.
Lo que sí transforma a una economía es la confianza en el futuro, que se construye con previsibilidad, respeto por los contratos, justicia independiente y políticas estables. En ese contexto, los dólares volverán por su cuenta y serán útiles para financiar verdaderos procesos productivos.
Hoy, el país necesita políticas que estimulen a los sectores dinámicos: agroindustria, energía, economía del conocimiento, turismo y biotecnología, entre otros. Son estos sectores los que pueden atraer inversiones sostenidas, generar empleo formal y sumar divisas genuinas.