Por Agroempresario.com
El Noroeste Argentino (NOA) está viviendo una verdadera revolución agrícola, impulsada por una herramienta clave: el riego. En una región donde los cultivos invernales tradicionalmente no figuraban en el radar productivo, hoy se cosechan trigos con rindes superiores a los 6.000 kg/ha, algo impensado apenas unos años atrás. El epicentro de esta transformación es la Chacra Aapresid Latitud 28, un proyecto que reúne a siete empresas productoras, investigadores del INTA, universidades y compañías privadas, con un objetivo en común: desarrollar sistemas de producción extensiva de alto rendimiento bajo riego.
Desde Frías, en Santiago del Estero, hasta El Quebrachal, en Salta, este polo de innovación agrícola ha logrado no sólo incrementar los rindes sino también establecer nuevas estrategias de manejo agronómico, optimización del agua, nutrición y uso de cultivos de servicios. Todo esto en una franja geográfica históricamente condicionada por la falta de lluvias y las altas temperaturas.
Históricamente, los cultivos invernales en el NOA estaban condicionados por el clima: escasez de lluvias, elevadas temperaturas en etapas críticas y costos logísticos altos. Bajo esas condiciones, los rendimientos de trigo en secano apenas llegaban a los 1.500-2.500 kg/ha. Pero hoy, gracias al avance del riego por aspersión, el conocimiento técnico y la cooperación interinstitucional, se ha logrado romper esa barrera histórica.
La Chacra Aapresid Latitud 28, creada en 2022, es una experiencia única que se expande por más de 300 km desde Frías hasta El Quebrachal. Allí, siete empresas trabajan con un enfoque colaborativo y científico, realizando ensayos a campo, talleres técnicos y validaciones de modelos agronómicos adaptados a las condiciones del NOA.
“Estamos viendo rendimientos de más de 6.000 kg/ha en trigo, con picos incluso superiores en algunos lotes. Esto es resultado de una planificación precisa del riego y una nutrición bien ajustada”, destacaron desde el último taller técnico realizado en mayo.
Uno de los grandes desafíos es comprender las demandas hídricas reales del trigo en esta región. Los datos generados por la Chacra muestran que el cultivo demanda entre 300 y 330 mm durante su ciclo, con picos de consumo de hasta 6,5 mm diarios entre fines de septiembre y octubre. Mantener al menos 80 mm de agua en el perfil del suelo durante las etapas críticas es fundamental para no perder rinde. Esto exige un riego preciso, anticipado y técnicamente planificado.
El riego, además, permite adelantar fechas de siembra y elegir cultivares de ciclo corto, que florecen y completan su llenado de granos antes de que lleguen las altas temperaturas. En los ensayos realizados en Frías y Los Altos durante 2024, estos materiales mostraron un comportamiento sobresaliente.
Una vez cubierta la necesidad de agua, el otro gran impulsor de rendimiento es la nutrición nitrogenada. Para lograr entre 5.500 y 6.000 kg/ha en trigos antecedidos por soja, se requieren aproximadamente 100 kg/ha de Nitrógeno (N). Esta cifra no dista demasiado de lo que actualmente aplican los productores, pero aún hay margen para afinar estrategias.
Los ensayos también apuntan a cuantificar el aporte de nitrógeno natural del suelo mediante mineralización, lo que podría reducir el uso de fertilizantes sintéticos sin sacrificar rendimientos.
“El suelo tiene un rol más activo de lo que creíamos en esta zona. Si podemos medir cuánto N aporta de forma natural, mejoraremos el ajuste de las dosis aplicadas”, explicaron desde el equipo técnico de la Chacra.
Otro componente clave en el nuevo paradigma productivo del NOA es el uso de cultivos de servicios invernales, especialmente en lotes destinados a maíz semilla. Estos cultivos ayudan a proteger la estructura del suelo, mejorar la infiltración del agua, controlar malezas y generar biomasa.
Durante 2024, se evaluaron varias especies y combinaciones. El centeno mostró el mejor comportamiento, generando casi el doble de biomasa que la vicia o la carinata, aunque esta última tuvo un mayor consumo de agua. Las consociaciones con soja o crotalaria no resistieron bien las bajas temperaturas del invierno.
En cuanto al control de malezas, los lotes con cultivos de servicios presentaron una menor infestación que los barbechos tradicionales, lo que representa un ahorro en herbicidas y una mejora ambiental.
Todo este avance no sería posible sin la articulación público-privada. La Chacra Aapresid Latitud 28 es un ejemplo de cómo el trabajo conjunto entre productores, técnicos del INTA, investigadores universitarios y empresas del sector puede generar resultados concretos.
Además, cada ciclo se complementa con talleres y actividades de formación donde se comparten aprendizajes, se ajustan modelos y se definen nuevas líneas de trabajo.
“El riego nos permitió abrir una puerta que antes estaba cerrada. Hoy el NOA tiene el potencial de convertirse en una región clave para los cultivos invernales de alto rendimiento”, concluyeron los técnicos durante el último encuentro en Frías.
La experiencia de la Chacra también tiene un valor estratégico nacional. Lo aprendido en esta franja del NOA puede adaptarse a otras regiones semiáridas o marginales que cuenten con acceso a agua subterránea o riego por aspersión.
Este nuevo esquema productivo combina sustentabilidad, eficiencia hídrica, tecnificación y una visión a largo plazo, alineada con las exigencias de los mercados internacionales y los desafíos del cambio climático.