Por Agroempresario.com
La irrupción de la inteligencia artificial (IA) como fuerza transformadora del mundo ya no es una predicción futurista, sino una realidad en acelerada expansión. En una entrevista reciente durante el pódcast Uncapped, Sam Altman, CEO de OpenAI, analizó los profundos cambios que se avecinan en el empleo, la economía, la ciencia y la vida cotidiana a raíz del desarrollo de sistemas de inteligencia artificial superinteligentes. Desde la capacidad de la IA para descubrir nueva ciencia hasta el rediseño del mercado laboral, Altman delineó un panorama de transformación radical en el que la sociedad deberá reinventarse para no quedar rezagada.
La conversación, moderada por su hermano Jack Altman, abordó de forma directa las oportunidades y desafíos que plantea una IA cada vez más capaz de razonar, aprender y ejecutar tareas complejas. Entre los aspectos centrales que trató, el CEO hizo hincapié en el potencial de la inteligencia artificial para acelerar el conocimiento científico, automatizar trabajos humanos, y plantear dilemas inéditos en torno a la seguridad, la ética y la integración física de los sistemas.
Uno de los puntos más destacados de la entrevista fue la afirmación de Altman sobre el papel transformador de la IA en la ciencia: “La IA descubrirá nueva ciencia. Y esto es una afirmación loca, pero creo que es verdad”. Con esta frase, el directivo dejó entrever que los modelos de lenguaje, como los desarrollados por OpenAI, están alcanzando niveles de razonamiento equivalentes a un doctorado en áreas específicas del conocimiento.
Según Altman, ya hay científicos que aseguran ser tres veces más productivos gracias al uso de IA avanzada. Sistemas como O3, explicó, pueden procesar grandes volúmenes de datos y ofrecer soluciones innovadoras, sobre todo en campos donde hay escasez de expertos humanos, como la astrofísica. “He escuchado que la primera área donde la IA hará descubrimientos autónomos será la astrofísica”, comentó.
El futuro cercano podría incluir sistemas de inteligencia artificial capaces de decidir qué experimentos científicos realizar, administrar aceleradores de partículas, y gestionar investigaciones en física y química. La promesa es una ciencia más rápida, más profunda y menos limitada por las capacidades humanas tradicionales.
Sin embargo, los avances en IA también traerán consecuencias directas en el mercado laboral. “Muchos trabajos desaparecerán. Muchos trabajos cambiarán drásticamente”, advirtió Altman. Aun así, el CEO mantiene una mirada optimista, al considerar que la humanidad ha demostrado históricamente una gran capacidad de adaptación.
A su juicio, el cambio no debe verse solo como una amenaza, sino como una oportunidad para redefinir la utilidad y el sentido del trabajo humano. “Siempre hemos sido muy buenos encontrando nuevas cosas que hacer y formas de ser útiles unos a otros”, reflexionó. Altman incluso sugirió que el entretenimiento podría ocupar un lugar más central como forma de producción de valor en el futuro.
Otro aspecto clave de la conversación fue la expectativa de que la IA se convierta en un asistente personal integral. Altman describió el deseo de los consumidores de contar con una especie de “compañero de IA” que conozca sus metas y necesidades, y los acompañe a lo largo de múltiples plataformas y dispositivos. “Vivirá en el éter”, explicó, refiriéndose a una IA omnipresente, invisible pero funcional, que se integre a la vida cotidiana de forma natural.
Aunque los avances en software son vertiginosos, Altman reconoció que el desarrollo de robótica aún está atrasado. No obstante, proyectó que en los próximos cinco a diez años surgirán robots humanoides avanzados que compartirán espacios urbanos con los humanos. “Caminarán por la calle, haciendo cosas”, anticipó.
Pero la integración física no es el único reto. El CEO de OpenAI fue enfático sobre los peligros de la IA superinteligente en el ámbito digital. “Se pueden hacer cosas muy dañinas sin necesidad de lo físico”, alertó, en referencia a posibles aplicaciones en bioterrorismo, ciberataques o sabotaje de infraestructuras críticas.
En cuanto al presente de OpenAI, Altman compartió detalles sobre la evolución de la empresa desde un laboratorio de investigación hacia un gigante tecnológico de productos. El punto de quiebre fue el lanzamiento de ChatGPT, que posicionó a OpenAI como líder global en IA aplicada.
Además, reveló que Meta considera a OpenAI como su mayor competidor, y que ha intentado atraer a sus talentos clave con ofertas astronómicas. “Han ofrecido hasta 100 millones de dólares en bonos de firma”, detalló Altman, aunque afirmó que ninguno de los investigadores principales ha aceptado dichas ofertas, gracias a la cultura única de OpenAI.
El crecimiento de la IA también plantea nuevos desafíos energéticos. Altman señaló que la sociedad debe pensar en toda la cadena de valor, “desde el electrón hasta la consulta en ChatGPT”. El aumento en el consumo energético, lejos de ser una señal negativa, es para él un indicador de progreso y bienestar.
El CEO se mostró confiado en el desarrollo de fuentes como la fusión y la fisión avanzada, así como en el aprovechamiento a gran escala de la energía solar. Incluso planteó la posibilidad de que en el futuro se deba recurrir al espacio para satisfacer la demanda energética de una humanidad cada vez más tecnológica.
Sam Altman concluyó la charla con una reflexión sobre el ritmo desigual entre los avances tecnológicos y la adaptación social. “Podemos tener una superinteligencia de 400 de coeficiente intelectual, y que la vida siga igual”, expresó. Para él, el verdadero desafío no es solo construir IA poderosa, sino garantizar que su impacto sea beneficioso y equitativo.
En última instancia, confía en que las nuevas generaciones crecerán con la inteligencia artificial como una herramienta cotidiana. Y aunque el futuro sea incierto, Altman cree que la humanidad sabrá encontrar su lugar en este nuevo orden tecnológico.