Por Agroempresario.com
La industria de la soja acaba de recibir un inesperado espaldarazo desde Estados Unidos, con implicancias directas para los mercados globales, incluidos los exportadores sudamericanos. Una nueva propuesta de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), enmarcada en el programa federal Estándar de Combustibles Renovables (RFS), busca reforzar el uso de biocombustibles de producción nacional y restringir el ingreso de materia prima importada, especialmente el aceite de cocina usado procedente de China. Esta movida ya está impactando positivamente en los precios del poroto y del aceite de soja.
La iniciativa propone aumentar la cantidad de biocarburantes que las refinerías deben mezclar con combustibles fósiles, en particular el diésel de biomasa como el HVO (diésel verde), elaborado a partir de aceites vegetales como el de soja. Para 2026 y 2027, los volúmenes obligatorios serán de 5.610 y 5.810 millones de galones respectivamente, muy por encima de los 3.350 millones de galones exigidos en 2025. Además, se limitará el respaldo al biocombustible de origen extranjero y al producido localmente con insumos importados.
Hasta esta decisión, los precios de la soja estaban estancados por la incertidumbre regulatoria. El aceite de cocina reciclado proveniente de China venía desplazando al aceite de soja como insumo principal en la producción de HVO. Sin embargo, la intervención de la EPA configura el escenario. La revalorización del aceite de soja en el Mercado de Chicago fue inmediata, alentando nuevas posiciones compradas por parte de los inversores.
Los industriales aceiteros estadounidenses celebraron la propuesta. "Aplaudimos a la Administración por reconocer el perjuicio que causaba el aceite reciclado importado al aceite de soja nacional. Esta medida restituye competitividad a nuestros productores y biorefinerías", destacaron voceros del sector. Las organizaciones ligadas al etanol también pidieron que se replique este impulso sobre la mezcla de etanol con naftas, en especial para proteger al maíz.
El enfoque de la EPA propone también un sistema de créditos llamados RIN, que las refinerías deben adquirir si no cumplen con la mezcla exigida. Para 2026 y 2027, se estipulan 24.020 y 24.460 millones de RIN, lo que representa un alza del 8 % y 2 % respectivamente en comparación al año anterior. En cuanto al diésel de biomasa, la generación de RIN por galón se ajustará a 1,27 y 1,28 respectivamente, una reducción respecto del promedio anterior de 1,6.
El sector agroindustrial estadounidense había invertido fuertemente en capacidad de producción y almacenamiento a la espera de una reacción oficial. La EPA no solo responde a esa expectativa, sino que lo hace de forma contundente. Se prevé que la molienda de soja alcance un récord histórico en la campaña 2025/26, afianzando a Estados Unidos como uno de los principales abastecedores globales de energía renovable de origen vegetal.
La propuesta también contempla un esquema de exenciones para 34 refinerías de baja escala, que podrán quedar parcialmente liberadas de cumplir con las obligaciones de mezcla, siempre que demuestren un perjuicio económico desproporcionado. Estas refinerías, que generan cerca de 18 mil millones de galones de combustibles convencionales, podrán acceder a una flexibilización temporal del mandato.
La movida de Estados Unidos genera reacciones a nivel global. Exportadores como Argentina y Brasil podrían verse beneficiados indirectamente si el fortalecimiento del uso interno de soja en EE.UU. reduce su disponibilidad exportadora, elevando los precios internacionales. Por otro lado, los proveedores de aceite reciclado, como China, podrían enfrentar barreras adicionales para colocar su producto.
Un cambio de paradigma en el mercado de biocombustibles
En un contexto donde los combustibles de origen renovable ganan tracción global, la decisión de la EPA reubica al aceite de soja en el centro de la escena. El respaldo político y regulatorio a la producción nacional y a los insumos locales marca una nueva etapa en el comercio de biocarburantes, con impactos directos sobre el agro, la energía y el ambiente.