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Por Agroempresario.com
En una jornada cargada de emoción y significado ecológico, Chamarrita, una aguará guazú herida y rescatada, fue liberada en la reserva El Potrero, en la provincia de Entre Ríos. Este acto simbólico dio inicio al primer programa de reintroducción del aguará guazú en territorio entrerriano, donde la especie ha sido históricamente perseguida, malinterpretada y, en muchos sectores, prácticamente extinguida.
La historia de Chamarrita representa mucho más que la recuperación de un animal salvaje: es la manifestación de un cambio cultural profundo en la relación entre el ser humano y la naturaleza. A través del trabajo conjunto entre instituciones públicas y privadas, se busca restaurar el equilibrio perdido en ecosistemas valiosos como los pastizales y humedales del litoral argentino.
El aguará guazú —también conocido como “zorro grande”, “Kalak”, “perro alto” o “lobo de crin”— es el cánido más grande de Sudamérica. Su silueta estilizada, su andar solitario y su comportamiento nocturno alimentaron durante siglos mitos y leyendas entre las culturas toba, guaraní y criolla. Una de las creencias más arraigadas lo asocia al lobizón, figura mítica del séptimo hijo varón convertido en bestia.
Pero más allá del mito, el aguará guazú es una especie clave para la salud de los ecosistemas del centro y norte argentino. Su presencia es indicadora de ambientes sanos. Sin embargo, el avance de la frontera agropecuaria, la destrucción del hábitat, los atropellamientos y la caza lo pusieron al borde del colapso en varias provincias, entre ellas Entre Ríos.
La historia de Chamarrita comenzó el 28 de octubre de 2023, cuando apareció desorientada y posiblemente herida en el barrio Los Gobernadores, en la ciudad de Paraná. Rodeada por perros y visiblemente asustada, fue rescatada por efectivos de la Dirección de Prevención de Delitos Rurales (Brigada Paraná), quienes rápidamente se contactaron con La Granja La Esmeralda, en la provincia de Santa Fe.
Allí fue recibida por el veterinario Antonio Sciabarrasi, especialista en fauna silvestre, quien diagnosticó una lesión en una de sus patas delanteras. Tras enyesarla, realizar estudios y estabilizar, comenzó un proceso de recuperación basado en el respeto por sus tiempos y comportamiento natural. “Todo lo malo que se diga de ellos no es cierto. Que se revalorice a este aliado ecosistémico es fundamental”, sostiene Sciabarrasi, quien también eligió el nombre Chamarrita, en honor a la música litoraleña.
A finales de noviembre, Chamarrita estaba lista para regresar a su provincia natal. El 12 de diciembre fue trasladada a El Potrero, una reserva de 18.000 hectáreas de naturaleza restaurada, ubicada cerca de Gualeguaychú. Allí fue recibida por Daniel Ávalos, encargado del área de fauna de la reserva, quien la acompañó durante los meses de presuelta.
“Poder ver de cerca a este animal mítico fue una experiencia increíble. Escuchar las historias que contaba mi viejo sobre estos animales y poder convivir con uno, fue muy emocionante. Pudimos conocer su comportamiento sin interferir, solo observando”, relató Ávalos. “Cuando empezó a escarbar, supimos que ya no le dolía la pata. Esa fue la señal de que estaba lista”.
El 25 de junio de 2025, a las 14:00 hs, se abrió la puerta del recinto de presuelta de dos hectáreas y media. Desde allí, Chamarrita accedió libremente al resto de la reserva. El acto fue acompañado por representantes de la Fundación Temaikén, la Fundación Rewilding Argentina, la Granja La Esmeralda, la gobernación de Entre Ríos y los responsables de El Potrero.
“Hoy abrimos la puerta para que Chamarrita explore, se anime y decida su propio camino. Quedarán cámaras trampa para monitorearla sin molestarla, y así poder aprender más sobre su especie y actuar si ella necesita ayuda”, explicó Azul García Uriburu, cofundadora de El Potrero junto a Marcos Pereda.
“Para nosotros cada individuo cuenta. El alma de esta reserva está completamente ligada a los animales. No se trata solo de reinsertar fauna, sino de recuperar la conexión que perdimos como especie con nuestro entorno”, agregó Azul.
La reinserción de Chamarrita no es un caso aislado: se enmarca en una visión más amplia de conservación activa, educación ambiental y restauración ecológica. El uso de collares satelitales, el seguimiento por cámaras trampa y el acompañamiento interdisciplinario permite monitorear sus movimientos y extraer valiosa información para futuras reintroducciones.
Además, este caso funciona como herramienta de sensibilización comunitaria. “Históricamente, la relación entre humanos y aguará guazú fue de miedo y persecución. Hoy trabajamos para que sea de respeto, comprensión y orgullo”, afirma Daniel Ávalos.
Las organizaciones participantes firmaron un convenio con el gobierno entrerriano, comprometiéndose a continuar con el trabajo de reintroducción y protección del aguará guazú, e incluso ampliar el programa a nuevas áreas naturales de la provincia.
El regreso del aguará guazú a Entre Ríos representa mucho más que una victoria conservacionista. Es la reparación de una historia interrumpida entre un animal y su territorio. También es una oportunidad para resignificar mitos y convertirlos en relatos de conservación y aprendizaje.
Chamarrita, libre otra vez, lleva en su andar largo y sereno el mensaje de que sí es posible restaurar lo perdido, y que cuando el compromiso humano se alinea con la naturaleza, los resultados pueden ser transformadores.
