Por Agroempresario.com
La industria de alimentos y bebidas (IAB) es un pilar fundamental de la economía argentina, representando el 29% del PBI industrial, el 33% del empleo manufacturero registrado y el 42% de las exportaciones totales del país. Sin embargo, su potencial de crecimiento y liderazgo en la transformación productiva se ve condicionado por múltiples factores estructurales, entre los cuales la presión impositiva destaca como uno de los más determinantes.
De acuerdo con datos analizados por Copal, los tributos nacionales, provinciales y municipales explican en promedio cerca del 40% del precio final de los alimentos y casi el 50% en el caso de las bebidas. Esta elevada presión fiscal se traduce en una carga desproporcionada, ya que la industria de alimentos, aunque representa el 29% del PBI industrial, aporta un 62% de la recaudación industrial total.
Esta situación limita no solo la competitividad externa del sector, sino también reduce significativamente las posibilidades de inversión, innovación y generación de empleo formal. Por eso, desde Copal se impulsa una agenda que busca una reforma fiscal que promueva la equidad tributaria, elimine la acumulación de tributos en cascada y simplifique la gestión de los impuestos.
La simplificación tributaria es clave para que las empresas puedan crecer con menos cargas administrativas y fiscales. Una estructura fiscal racional facilitaría la formalización y potenciaría la eficiencia productiva en la industria de alimentos. Pero no solo la presión impositiva influye en el desarrollo del sector.
La modernización del sistema laboral también es un desafío relevante. Adaptar las normativas a las nuevas dinámicas productivas y reducir los costos no salariales, junto con una menor litigiosidad, permitirían un régimen laboral más ágil, equilibrado y compatible con el crecimiento y formalización del empleo.
Otro factor crítico que condiciona la expansión de la industria es la infraestructura y logística vinculada al transporte. Exportar alimentos desde Argentina implica enfrentar costos portuarios que pueden ser hasta 13 veces superiores a los de otros países de la región, lo que impacta directamente en la competitividad internacional.
En este sentido, mejorar las rutas, desarrollar nodos logísticos consolidados y apostar por sistemas multimodales son medidas indispensables para generar un entorno operativo más favorable. Además, desde Copal se enfatiza la necesidad de simplificación y desregulación, con más de 100 propuestas orientadas a la mejora regulatoria y la reducción de trámites burocráticos que afectan principalmente a las pequeñas y medianas empresas.
La apertura de mercados y la eliminación de barreras paraarancelarias son fundamentales para el desarrollo exportador de la industria alimentaria argentina. Copal acompaña activamente las negociaciones internacionales en curso, como las que se mantienen con la Unión Europea, Estados Unidos, EFTA y México, entre otros, buscando que los acuerdos generen plataformas reales de crecimiento para las empresas del sector.
Esta estrategia de internacionalización no solo mejora la competitividad sino que también fomenta la innovación y la diversificación de productos.
La cadena agroindustrial, con el maíz como insumo estratégico, ejemplifica cómo la cooperación entre el sector agrícola y la industria de alimentos puede multiplicar el desarrollo económico. El maíz es fundamental para diversas cadenas de valor, como alimentos, bebidas, biotecnología y bioenergía, lo que subraya la importancia de políticas integrales que contemplen todos los eslabones productivos.
Desde Copal, se reafirma el compromiso de promover una agenda productiva que contemple mejores condiciones fiscales, laborales, logísticas y regulatorias para la industria de alimentos y bebidas. El objetivo es impulsar un desarrollo federal con visión a largo plazo, que fomente la competitividad, el empleo y la innovación.
La transformación del sector requiere de una articulación efectiva entre los sectores productivos, los distintos niveles de gobierno y la modernización de los marcos regulatorios, para aprovechar al máximo el potencial estratégico que tiene la industria alimentaria en la economía argentina.