Por Agroempresario.com
En un contexto de apertura cambiaria, tasas variables y desaceleración de la inflación, los argentinos mantuvieron la costumbre de elegir entre dos caminos tradicionales para resguardar su dinero: comprar dólares o hacer un plazo fijo. Con el cierre del primer semestre del año, la incógnita encuentra respuesta: ¿qué opción fue más rentable? El análisis comparativo entre el dólar y el plazo fijo dejó un claro ganador, aunque con un margen ajustado frente al avance del costo de vida.
El inicio de 2025 encontró a los pequeños inversores frente a un escenario nuevo: con un gobierno decidido a liberar el mercado de cambios y relajar el cepo cambiario, y con un Banco Central que ya no interviene activamente en la definición de tasas de interés, las reglas de juego se reescribieron.
En ese contexto, muchos se preguntaron qué hacer con su dinero. Para responder a esta inquietud, se realizó un ejercicio simple: qué hubiera pasado con un ahorrista promedio que el 1° de enero colocaba $1.000.000 en un plazo fijo o los destinaba a la compra de dólares.
Las tasas de interés ofrecidas por los principales bancos durante los primeros seis meses del año mostraron importantes variaciones. En enero, las entidades ofrecían en promedio una Tasa Nominal Anual (TNA) del 28%, cifra que bajó al 25% en febrero y subió al 27% en marzo. En abril, tras la liberación del cepo, algunas instituciones financieras llevaron sus tasas hasta el 37%, pero luego comenzaron a bajar: al 33% en mayo y al 30% en junio.
El resultado varió según la estrategia del inversor. Si renovó su plazo fijo cada 30 días, logró un mejor rendimiento. En total, obtuvo $156.407 en ganancias nominales, cerrando junio con $1.156.407, lo que representa un crecimiento del 15,6%. Por otro lado, si eligió un plazo fijo de 180 días, terminó con $1.138.082, es decir, un 13,8% de rendimiento.
El dólar, como activo de resguardo, tuvo un comportamiento dispar según la modalidad utilizada:
Así, el dólar no logró superar ni al plazo fijo ni a la inflación estimada. La apertura cambiaria provocó retrocesos de precios en el mercado libre, y la moderación en la demanda desaceleró el alza típica de años anteriores.
Un punto central para medir la efectividad de cualquier inversión es su comparación frente a la inflación. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la inflación acumulada de enero a mayo fue del 13,3%. El dato de junio aún no ha sido publicado, pero se espera que el acumulado semestral ronde entre 15% y 16%.
Esto significa que el único instrumento que logró empatar o superar, levemente, al Índice de Precios al Consumidor (IPC) fue el plazo fijo renovado cada 30 días. Por su parte, el plazo fijo tradicional a 180 días y el dólar quedaron por debajo del ritmo de los precios.
La liberalización del mercado cambiario y la pérdida de protagonismo del Banco Central en la regulación de tasas plantearon un escenario inédito en la economía argentina. Al haber libertad para colocar tasas, los bancos compiten entre sí, lo cual, en teoría, debería favorecer a los depositantes. A su vez, la estabilidad del tipo de cambio tras el levantamiento del cepo sorprendió a muchos analistas que pronosticaban una fuerte devaluación.
Otro factor determinante fue el control del gasto público, que permitió frenar la emisión monetaria, contribuyendo a contener la inflación. De esta manera, se generó un entorno propicio para que el peso argentino recuperara terreno, al menos temporalmente.
Las proyecciones para la segunda mitad del año están atravesadas por un elemento clave: las elecciones legislativas de octubre. El ruido político puede generar tensiones cambiarias que afecten la estabilidad del dólar. A su vez, la evolución de la inflación, las decisiones del BCRA y el nivel de actividad económica serán variables clave para definir si el plazo fijo continuará siendo una opción viable o si el dólar volverá a ganar protagonismo.
El mercado financiero también estará atento a la evolución de las tasas de interés. Si estas vuelven a subir, los rendimientos de los plazos fijos podrían mejorar aún más. Sin embargo, si la inflación se acelera o el tipo de cambio se recalienta, la demanda por dólares podría volver a liderar el interés de los ahorristas.
En resumen, durante los primeros seis meses del 2025, el instrumento más rentable en términos nominales fue el plazo fijo renovado mensualmente. Con una ganancia del 15,6%, logró equiparar el alza de precios y superar por amplio margen al dólar libre, al MEP y al plazo fijo tradicional.
Sin embargo, las ganancias aún fueron moderadas y los márgenes ajustados, lo que deja en evidencia que ninguna estrategia garantizó una protección total del poder adquisitivo. Los inversores minoristas deberán seguir monitoreando la evolución de las variables clave, especialmente en un año con fuertes condimentos políticos.