Por Agroempresario.com
La deuda pública de Estados Unidos ha alcanzado niveles sin precedentes, superando los 36,2 billones de dólares, lo que representa más del 120% del PIB estadounidense, según datos recientes del Tesoro. Este escenario, junto con un contexto económico global complejo, está generando inquietud en los mercados financieros, donde la sostenibilidad del endeudamiento estadounidense y el futuro del dólar como valor refugio son temas centrales de debate.
La mayor parte de la deuda pública estadounidense se encuentra en manos nacionales, específicamente en administraciones federales que gestionan fondos como la seguridad social y pensiones, con un monto aproximado de 7 billones de dólares. Sin embargo, alrededor de un tercio está en manos de inversores extranjeros, principalmente Japón, Reino Unido y China.
Desde 2020, tras la guerra comercial entre China y Estados Unidos, Pekín ha comenzado a reducir gradualmente sus tenencias en deuda estadounidense, optando por no renovar ciertos bonos al vencimiento y adquiriendo oro como alternativa. Aurélien Buffault, gerente de obligaciones en Delubac AM, explica:
“China no vende las obligaciones, pero no las renueva una vez llegan a su vencimiento, buscando diversificar sus reservas hacia el oro.”
La deuda estadounidense siempre fue vista como una inversión segura, gracias a la estabilidad y liquidez del mercado norteamericano. Sin embargo, con los signos de debilidad económica y la incertidumbre política, los inversores exigen tasas de interés más altas para compensar el riesgo creciente.
A finales de mayo, el rendimiento del bono a 30 años superó el 5%, situándose actualmente alrededor del 4,80%. Esta tendencia se asocia directamente con la aprobación de la “Gran y hermosa ley”, impulsada por el presidente Donald Trump, que busca extender exenciones fiscales que podrían incrementar la deuda federal en entre 3 y 4 billones de dólares, según Gregoire Kounowski, consejero de inversión en Norman K.
Además, la agencia calificadora Moody’s rebajó la nota crediticia de Estados Unidos en mayo, citando el aumento del endeudamiento y su impacto en el presupuesto federal, una decisión que incrementó la preocupación en los mercados.
Estados Unidos ha sido históricamente considerado un buen pagador, y el dólar una moneda refugio junto al oro. Sin embargo, la política comercial proteccionista de Trump, con aranceles aplicados a numerosos países desde principios de 2025, junto con las tensiones geopolíticas y las decisiones de la Reserva Federal, han afectado esta percepción.
El dólar sufrió una depreciación superior al 10% en el primer semestre del año, su peor desempeño desde 1973. En paralelo, el oro alcanzó valores récord, señalando una migración de inversores hacia activos considerados más seguros.
Imène Rahmouni-Rousseau, directora general de operaciones de mercados del Banco Central Europeo, señala que:
“Los inversores buscan valores refugio alternativos que los protejan frente a la volatilidad, y en este contexto el euro y las obligaciones estatales europeas han asumido ese papel.”
Esta dinámica ha llevado a que, por primera vez desde la crisis financiera de 2011, los mercados financieros europeos sean considerados altamente atractivos para los inversores globales.
El panorama actual sugiere que la sostenibilidad de la deuda estadounidense será un tema central en los próximos meses. La política fiscal expansiva y la presión por mantener tasas competitivas en la emisión de bonos pueden tensionar aún más los presupuestos federales y las finanzas globales.
Los inversores extranjeros, especialmente de Japón, Reino Unido y China, estarán atentos a cualquier cambio en la política estadounidense que pueda alterar sus estrategias de inversión. Además, la evolución del dólar y su rol como moneda de reserva internacional dependen en gran medida de la capacidad de Estados Unidos para controlar su deuda y estabilizar su economía.