Por Agroempresario.com
Un equipo internacional de científicos acaba de revelar cómo una de las mayores extinciones masivas en la historia del planeta, conocida como la “Gran Mortandad”, tuvo efectos climáticos prolongados debido a la desaparición de los bosques tropicales. Según el nuevo estudio, publicado en la prestigiosa revista Nature Communications, el colapso de la vegetación en regiones como la actual China impidió que el ciclo del carbono se estabiliza, provocando un calentamiento global que se extendió por más de cinco millones de años.
Esta investigación pone el foco no sólo en el pasado remoto del planeta, sino también en el presente. De hecho, los autores advierten que los procesos ecológicos de hoy podrían generar consecuencias similares si se repite el colapso de la vegetación tropical. El análisis se centra en el evento del Pérmico-Triásico, ocurrido hace 252 millones de años, considerado la extinción más severa de la historia de la Tierra, con la desaparición del 95% de las especies marinas y un fuerte impacto en la biodiversidad terrestre.
Durante años, los científicos relacionaron la Gran Mortandad con una intensa actividad volcánica en lo que hoy es Siberia, cuyos gases habrían desatado una catástrofe ambiental global. Sin embargo, el nuevo estudio señala que la prolongación del calentamiento global posterior no se debió únicamente a estas emisiones, sino a un mecanismo más complejo: el colapso de los bosques tropicales, fundamentales para la absorción del dióxido de carbono (CO₂).
Zhen Xu, investigadora de la Universidad de Leeds y autora principal del estudio, indicó que este fue “el único evento de alta temperatura en la historia del planeta en el que la biosfera tropical terrestre colapsó completamente”. Este colapso interrumpió el freno natural del sistema climático, impidiendo que se enfriara el planeta aún después de la finalización de la fase volcánica.
Para llegar a estas conclusiones, los científicos analizaron fósiles vegetales hallados en formaciones rocosas de distintas regiones de China, muchas de ellas de difícil acceso, como bosques subtropicales, desiertos e incluso zonas montañosas a las que sólo pudieron llegar a caballo o en barco. En particular, encontraron restos de gigantoptéridas, un grupo extinto de plantas con enormes hojas que dominaban los bosques tropicales antes de la extinción.
Estas especies eran clave para el secuestro de carbono, y su desaparición provocó un descenso drástico en la productividad vegetal global. Para cuantificar este impacto, el equipo combinó paleobotánica, análisis geoquímico y modelado climático computarizado del ciclo del carbono atmosférico.
“El colapso de la vegetación tropical se tradujo en una pérdida de capacidad planetaria para capturar carbono, que luego se reflejó en un aumento sostenido de las temperaturas globales”, explicó Benjamin Mills, coautor del estudio y profesor de la Universidad de Leeds.
Los resultados del estudio indican que incluso después de que cesaron las emisiones volcánicas, la falta de cobertura vegetal impidió que la atmósfera se limpiara de CO₂, lo cual explica el clima anómalamente cálido que perduró durante millones de años tras la extinción.
Además, los modelos utilizados coinciden con las temperaturas inferidas por los fósiles, lo que valida el enfoque del equipo. Para Jianxin Yu, otro de los coautores, “es esencial que la paleontología adopte tecnologías modernas y un enfoque interdisciplinario, no solo para entender el pasado, sino también para evitar futuros desastres climáticos”.
Aunque el estudio aborda un evento del pasado geológico, los investigadores hacen una advertencia directa para la situación actual. “Si hoy los bosques tropicales colapsaran por el cambio climático, el sistema climático no volvería fácilmente al equilibrio, incluso si detuviéramos por completo las emisiones humanas”, subrayó Mills.
Y añadió: “Una pérdida global de la cobertura vegetal tropical podría activar mecanismos de retroalimentación que mantengan o incluso aceleren el calentamiento, más allá de nuestra capacidad inmediata de controlarlo”.
Zhen Xu también remarcó que este tipo de investigaciones deben trascender el ámbito académico y convertirse en herramientas para la protección ambiental y la formulación de políticas: “Conocer lo que sucedió hace 252 millones de años es esencial para evitar repetir errores en el presente”.
Los bosques tropicales son los ecosistemas con mayor capacidad de secuestrar carbono atmosférico. Al absorber CO₂ mediante la fotosíntesis, reducen el efecto invernadero y ayudan a regular el clima global. La desaparición de estos ecosistemas, como quedó evidenciado en la Gran Mortandad, desactiva esa función natural y expone al planeta a ciclos climáticos extremos.
Hoy, la deforestación en la Amazonía, el Sudeste Asiático y otras regiones tropicales pone en riesgo la estabilidad climática, replicando procesos similares a los que ocurrieron durante el Pérmico-Triásico.
Para Hongfu Yin, paleontólogo y otro de los investigadores del estudio, “la historia de la Tierra aún se está escribiendo, y todos tenemos un papel que desempeñar en su próximo capítulo”. La comprensión de estos eventos del pasado ofrece una ventana única para prevenir catástrofes futuras y diseñar estrategias de desarrollo sostenible.
El trabajo conjunto de paleontólogos, climatólogos, modeladores numéricos y geólogos demuestra el poder de la interdisciplinariedad científica en la búsqueda de soluciones al cambio climático.