Por Agroempresario.com
Con la autoridad que le otorgan más de seis décadas de trayectoria en la industria avícola y 31 años como presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), Roberto Domenech anunció formalmente su retiro del cargo. El anuncio fue realizado en el marco del Día de la Avicultura Argentina, durante un emotivo evento en el Centro Costa Salguero, donde fue homenajeado por productores, empresarios y dirigentes de todo el país. “Cumplo 80 años, me voy, y los cumplí en mayo de este año”, confesó ante la audiencia, dejando ver una mezcla de satisfacción por lo logrado y preocupación por el escenario actual.
Domenech es, sin lugar a dudas, uno de los dirigentes más influyentes de la agroindustria argentina. Su renuncia marca el fin de una era en un sector que logró posicionarse como uno de los pilares de la producción alimentaria nacional. “Me voy con el orgullo de haber trabajado con todos los presidentes, ministros de Economía y secretarios de Agricultura”, afirmó. A lo largo de los años, supo construir puentes con diferentes gobiernos, negociar en momentos críticos y ser portavoz técnico en defensa de la avicultura nacional.
La decisión de dejar el CEPA la tomó hace dos años, pero solo ahora se concretó su salida. Como parte de la transición, Carlos Sinesi ocupará el rol de director ejecutivo, mientras que el nuevo presidente será anunciado el próximo 31 de julio. Domenech, sin embargo, adelantó que seguirá colaborando desde un consejo consultivo informal, en contacto permanente con empresarios cercanos y líderes sectoriales.
La relación de Domenech con la avicultura comenzó en 1963, y su recorrido por CEPA se remonta a cuando fue secretario de los expresidentes Joaquín de Grazia, fundador de Granja Tres Arroyos, y Domingo Lopardo, expropietario de Serviave. En 1994 asumió como presidente y desde entonces lideró una transformación institucional que convirtió a CEPA en un actor clave de la cadena de valor alimentaria.
“Llevo 62 años en la avicultura: la mitad aprendiendo, la otra mitad devolviendo al sector”, resumió. Entre sus principales logros se destacan la denuncia por dumping contra el pollo brasileño en los años 90, la incorporación de la carne aviar a los programas de precios cuidados, y el acceso a créditos del Bicentenario que permitieron modernizar la infraestructura productiva.
Uno de los momentos más significativos de su trayectoria fue su paso por la Subsecretaría de Políticas Agropecuarias y Alimentos durante el gobierno de Eduardo Duhalde, experiencia que, según relató, le permitió comprender cómo funciona el Estado. “Ahí entendí que para pedir políticas hay que tener proyectos, no problemas particulares”, recordó. “Esa frase me la reconoció el propio Roberto Lavagna”, añadió.
Durante su discurso de despedida, Domenech trazó paralelismos entre el presente económico argentino y la crisis de los años noventa. “Viví los 90 y esto se parece mucho. No me gusta remar de vuelta: no tengo fuerzas para remar otra vez. Hasta acá se vienen dando los mismos pasos, lamentablemente”, expresó con crudeza. “Falta que explote la desocupación, que es por donde se puede comenzar a dar”, alertó.
El dirigente también dejó un mensaje a las nuevas generaciones del sector: “Hay que cuidar este sector. El mayor capital que dejo es la confianza que supimos construir. Somos un sector confiable, tenemos el compromiso de los representantes del sector. Eso no es sencillo de lograr: lleva 32 años ganarla y un minuto perderla”.
Bajo la conducción de Domenech, CEPA no solo fortaleció sus vínculos con el Estado, sino que también se posicionó en entidades de peso como COPAL, Maizar, el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) y, en su momento, la Unión Industrial Argentina (UIA), aunque con reservas. “La UIA no es el lugar para los agronegocios, pero hay que estar, hay que trabajar, hay que saber”, enfatizó.
Su estilo de liderazgo combinó rigor técnico, capacidad de diálogo y sentido estratégico. En momentos de tensiones, su apuesta fue siempre por la institucionalidad y la negociación razonada. “No hace falta exagerar los reclamos ni sobreactuar. La fuerza está en ser razonables. Eso nos permitió tener credibilidad y ganar espacio en momentos difíciles”, sostuvo.
Además, construyó un entramado de relaciones sólidas con funcionarios, colegas del sector privado y técnicos, lo que le permitió mantener al CEPA como un interlocutor respetado más allá de los ciclos políticos.
Aunque Domenech deja la presidencia, su legado continuará influenciando al sector. Entre los valores que promovió, se destacan la confianza, el trabajo sostenido y la planificación estratégica. “Las relaciones construidas, los proyectos sostenidos y la confianza ganada no se heredan: se construyen todos los días y se pueden perder en un minuto”, reiteró al final de su intervención.
En una etapa donde la agroindustria argentina enfrenta desafíos en materia de competitividad, infraestructura y apertura comercial, la salida de un referente de su talla representa tanto un punto de inflexión como una oportunidad para el recambio generacional.
A pesar de su retiro formal, Domenech anticipó que seguirá aportando desde otro lugar: “Cuando me llamen, voy a estar. Hay cosas que no pueden seguir sucediendo, y otras que directamente hay que empezar a hacerlas”, afirmó.
Su retiro coincide con un momento de alta sensibilidad económica, donde la experiencia y la coherencia son valores en alza. En ese contexto, el sector avícola —que produce una proteína accesible y de calidad— deberá continuar apostando por la unidad, el profesionalismo y la innovación, valores que marcaron la era Domenech y que serán esenciales para el futuro.