Por Agroempresario.com
En 2019, cuatro emprendedores argentinos decidieron combinar experiencia, visión sustentable y pasión por la calidad para crear un destilado que pusiera a la Patagonia en el mapa internacional del gin premium. El resultado fue Bosque Gin, una marca nacida en la provincia de Chubut, que ya conquistó más de 90 medallas internacionales —incluido el premio al mejor gin del mundo en los World Gin Awards de 2022—, y proyecta facturar más de US$ 2 millones anuales en los próximos años.
Detrás del éxito de Bosque Gin están Augusto Chereminiano, Facundo Imas Anania, Bruno Anania y Juan Nielsen, cuatro amigos y socios que comenzaron su camino en la industria con la reconocida cadena de bares cerveceros Temple. Con años de experiencia en bebidas y hospitalidad, decidieron en 2018 apostar por el boom del gin artesanal, pero con una identidad propia.
“Queríamos hacer algo que nos representara, con materia prima local, procesos sustentables y una historia real. Así nació Bosque Gin”, explica Augusto Chereminiano, director de expansión internacional, actualmente radicado en Miami.
La primera inversión fue de US$ 20.000, destinada a producir lotes pequeños de entre 1.000 y 2.000 botellas mensuales. La ventaja inicial fue que contaban con una red de 15 bares propios —Temple— para testear y validar el producto en tiempo real. La recepción fue excelente, y así comenzó una historia que rápidamente se aceleraría.
El salto cualitativo del proyecto llegó cuando descubrieron que en la zona de Lago Puelo, en plena Patagonia argentina, crecía de forma silvestre un tipo de enebro de altísima calidad, casi inexplorado comercialmente. En vez de importar la materia prima —como hacen la mayoría de las destilerías—, decidieron trabajar directamente con comunidades locales para cosechar de manera sostenible.
“No solo usamos un ingrediente único, sino que generamos empleo, formamos a las personas en el oficio y desarrollamos economías regionales. Esa es nuestra bandera”, cuenta Chereminiano. Ese enfoque social y ambiental se convirtió en un pilar clave de Bosque Gin.
Por cada botella vendida, la empresa planta un árbol en zonas afectadas del sur argentino, en alianza con la ONG Reforestar. Esta política de triple impacto les valió en 2021 la certificación como Empresa B, convirtiéndose en una de las pocas marcas de bebidas alcohólicas de América Latina con ese reconocimiento.
Hoy, Bosque Gin produce entre 20.000 y 30.000 botellas por mes. Está presente en más de 20 países, entre ellos Estados Unidos (13 estados), Japón, Italia, México, Polonia, Colombia y varias naciones de Europa del Este. También tiene fuerte presencia en el mercado interno, con distribución en 15 provincias argentinas y presencia en bares, restaurantes y tiendas especializadas.
“El primer año fue exponencial: en plena pandemia pasamos de 1.000 a 7.000 botellas por mes. Hoy tenemos entre 10 y 12 empleados y seguimos creciendo”, indica el fundador.
La facturación anual supera el millón de dólares y la meta es llegar a US$ 1,3 millones en 2025 y US$ 2 millones en 2026, apoyados por un ambicioso plan de internacionalización.
Mientras muchas marcas argentinas apuestan solo por exportar, Bosque Gin decidió abrir operaciones locales en los mercados estratégicos. “No se trata solo de meter botellas en un contenedor y esperar. Nosotros abrimos oficinas, contratamos equipos y desarrollamos marca en cada país”, afirma Chereminiano.
La compañía ya tiene oficinas en Estados Unidos, está en proceso de establecerse en Colombia, y tiene un director en Barcelona a cargo de las operaciones en Europa. Esta estrategia les permitió escalar rápidamente y tener un control más preciso de cada canal comercial.
El punto de inflexión llegó en 2022, cuando Bosque Gin fue elegido como el mejor gin del mundo en los World Gin Awards, organizados por The Gin Guide en Inglaterra. Esa distinción les abrió puertas en mercados exigentes como India, China y Estados Unidos. Desde entonces, sumaron más de 90 medallas internacionales en competencias globales.
“Al principio nos anotamos por curiosidad. Pero cuando vimos que ganábamos, entendimos que teníamos un producto de altísima calidad y que el mundo estaba dispuesto a reconocerlo”, relata el fundador.
Este tipo de validaciones no solo impulsó el posicionamiento de la marca, sino que ayudó a cerrar acuerdos de distribución con redes especializadas, muchas de las cuales exigen certificaciones sustentables para operar.
Bosque Gin se posiciona como un producto premium de gama media-alta, orientado a un público entre 25 y 50 años, interesado en la calidad, la historia y el impacto de los productos que consume. “El nuevo consumidor valora que lo que compra tenga un propósito. Y está dispuesto a pagar más si sabe que el producto cuida el medio ambiente y apoya a comunidades locales”, señala Chereminiano.
El diseño de la marca —que evoca paisajes patagónicos y bosques nativos—, su relato vinculado al cuidado ambiental y la reforestación, y la experiencia sensorial del producto (se elabora con más de 12 botánicos, además del enebro) la convierten en una bebida con identidad propia, imposible de replicar.
En el horizonte inmediato, Bosque Gin planea seguir consolidando su presencia en Estados Unidos, con el objetivo de superar las 10.000 cajas anuales en ventas, cifra que les permitiría ingresar al circuito de distribución nacional.
Además, están evaluando levantar capital externo por primera vez, aunque por ahora la empresa sigue siendo 100% propiedad de sus fundadores. “Queremos mantener el ADN del proyecto, pero también escalar. Buscamos socios que compartan nuestra visión”, concluye el equipo.
La meta es clara: que Bosque Gin se convierta en un embajador argentino en el mundo, un producto que represente no solo la calidad de las materias primas locales, sino también el compromiso con la tierra y las personas.