Por Agroempresario.com
En medio de un escenario marcado por la caída del dólar y el fortalecimiento del peso uruguayo, crece la preocupación entre productores rurales y exportadores en Uruguay, quienes advierten sobre un "atraso cambiario" que afecta su competitividad. Mientras tanto, el gobierno, a través del Banco Central del Uruguay (BCU), niega que exista tal fenómeno y defiende su política económica basada en metas de inflación y estabilidad monetaria.
La cotización del dólar en Uruguay acumula una caída del 8% en lo que va de 2025, según datos oficiales, tras haber tocado un mínimo histórico en junio y mostrar un leve repunte en las primeras semanas de julio. Esta situación ha puesto en alerta a sectores vinculados a la producción agropecuaria y al comercio exterior, que reclaman medidas urgentes para evitar una pérdida aún mayor de rentabilidad.
En una reciente charla con periodistas económicos, el presidente del Banco Central, Guillermo Tolosa, fue enfático: “No tiene ningún sentido hablar de atraso cambiario con inflación controlada”, dijo. Para Tolosa, el concepto de atraso cambiario es heredado de épocas pasadas, en las que la inflación estaba descontrolada y el tipo de cambio no respondía de manera proporcional. Sin embargo, aseguró que hoy la situación es distinta, con una inflación estable y dentro del rango meta del 3% al 6% por más de dos años consecutivos.
Tolosa reconoció que el peso uruguayo se apreció frente al dólar, pero aclaró que no lo hizo con otras monedas. Según el titular del BCU, si se analiza el valor del peso frente a una canasta de monedas relevantes —como el euro, el real brasileño o el yuan chino—, la apreciación es “muy leve”. Por ello, el gobierno sostiene que el país no está caro en términos globales, sino solo en relación con Estados Unidos.
A pesar de las explicaciones del gobierno, en el sector privado no hubo conformidad. Desde la Federación Rural del Uruguay, su presidente Rafael Normey expresó su preocupación por los “sobrecostos estructurales” que enfrenta el campo debido a la actual política monetaria. “Compartimos la necesidad de controlar la inflación, pero eso se está logrando a costa del sector productivo”, señaló en declaraciones a El País.
Normey explicó que los productores venden en dólares, pero sus insumos y gastos son en pesos uruguayos, lo que genera un desfasaje que erosiona sus márgenes. “Estamos en desventaja competitiva. Las cuentas no cierran”, remarcó.
Desde la Unión de Exportadores del Uruguay, la economista María Laura Rodríguez también advirtió sobre el impacto negativo del dólar bajo: “Las empresas exportadoras están haciendo esfuerzos enormes para ganar eficiencia, pero la variación del tipo de cambio neutraliza esos avances”. Rodríguez explicó que, al comparar la evolución del tipo de cambio y los precios internos con los de otros países de la región, Uruguay aparece como un país más caro, lo que desalienta la inversión y reduce la capacidad de competir en los mercados internacionales.
Los reclamos no se limitan al sector agrícola, pero es allí donde la presión es más evidente. En particular, los productores agropecuarios —muchos de ellos pequeños y medianos— enfrentan un escenario complejo: precios internacionales que no repuntan, altos costos internos y una moneda nacional que se fortalece artificialmente, según su visión.
“El encarecimiento relativo del país en dólares es real y palpable”, insisten desde las cámaras empresariales. Y agregan que, si no se toman medidas para corregir esa brecha, las consecuencias podrían sentirse en el empleo rural, la inversión y el dinamismo de las exportaciones.
Algunas voces reclaman una intervención más activa del BCU en el mercado cambiario, mientras que otros sugieren ajustes fiscales o subsidios para compensar la pérdida de competitividad. Sin embargo, hasta el momento, el gobierno mantiene su postura y defiende la solidez de su política económica, que prioriza el control de la inflación y la estabilidad financiera.
Con el segundo semestre de 2025 en marcha y la zafra agrícola en plena ejecución, el debate por el tipo de cambio seguirá latente en Uruguay. Mientras el dólar se mantiene bajo y las exportaciones intentan sostener su ritmo, el campo espera señales concretas del gobierno para no perder terreno frente a sus competidores regionales.
Lo que está en juego es más que una discusión técnica: es la viabilidad de uno de los principales motores económicos del país, en un contexto global que exige competitividad, eficiencia y resiliencia.