Por Agroempresario.com
La estabilidad cambiaria en Argentina afronta un nuevo foco de tensión en el tercer trimestre del año. Con la cosecha gruesa ya finalizada y una caída estacional en la oferta de divisas, el Banco Central deberá afrontar una demanda extra de dólares por parte de provincias y empresas que deben pagar vencimientos por USD 1.740 millones antes de las elecciones legislativas del 26 de octubre. Se trata de una presión adicional sobre las reservas internacionales en un contexto marcado por la incertidumbre política y económica.
Entre los compromisos que se avecinan, los analistas financieros destacan tanto los pagos de deuda soberana como los correspondientes a obligaciones negociables emitidas por compañías privadas y bonos provinciales. Esta combinación de factores amenaza con debilitar aún más el delicado equilibrio cambiario que el gobierno de Javier Milei intenta sostener, en medio de una política monetaria contractiva y una estrategia electoral que descansa en la estabilidad del tipo de cambio como ancla antiinflacionaria.
De acuerdo con estimaciones realizadas por las consultoras Portfolio Personal Inversiones (PPI) y Aurum Valores, las provincias deberán enfrentar vencimientos por aproximadamente USD 780 millones en los próximos tres meses. El mes más exigente será septiembre, cuando se concentran pagos por más de USD 500 millones, de los cuales USD 375 millones corresponden exclusivamente a la provincia de Buenos Aires.
Otras jurisdicciones con vencimientos significativos incluyen Chaco, Córdoba, Entre Ríos, Jujuy, Mendoza, Neuquén y Río Negro. Aunque en montos más reducidos, la necesidad de afrontar estos compromisos presiona directamente sobre el acceso a divisas, ya que gran parte de estos pagos requiere liquidaciones en dólares que las provincias no generan por sí solas.
La situación se agrava por la estacionalidad de las exportaciones: julio, agosto y septiembre representan el período con menor liquidación del agro, principal proveedor de divisas en el mercado oficial de cambios. Con el grueso de la cosecha ya liquidada, el ingreso de dólares por exportaciones cae abruptamente, lo que genera una brecha entre la oferta y la demanda.
En paralelo, el sector privado también aportará su cuota de presión. Las compañías con obligaciones negociables (ON) en dólares tienen programados pagos superiores a los USD 260 millones tanto en agosto como en octubre, en lo que puede leerse como una concentración de compromisos antes del recambio legislativo. Incluso se proyecta que en noviembre y diciembre, una vez finalizado el proceso electoral, los pagos corporativos se aceleran hasta los USD 400 millones mensuales.
Estos pagos deben efectuarse utilizando divisas del mercado oficial, lo que implica una salida directa desde las reservas del Banco Central. A su vez, la típica dolarización preelectoral —comportamiento habitual de los agentes económicos en contextos de incertidumbre institucional— podría amplificarse en las próximas semanas. El informe de PPI advierte que “los tiempos podrían haberse adelantado con el desdoblamiento de la elección en la Provincia de Buenos Aires”, prevista para el 7 de septiembre.
En los últimos días, el Banco Central ha reforzado su presencia en los mercados. La intervención con contratos de dólar futuro y la reapertura del canal de pases pasivos con entidades bancarias para absorber liquidez muestran la determinación de la autoridad monetaria por evitar una disparada del tipo de cambio.
Desde la implementación del nuevo esquema cambiario el 14 de abril, los importadores tienen acceso inmediato al Mercado Único y Libre de Cambios (MULC). Esto, sumado al crecimiento estacional de las importaciones energéticas —particularmente de gas natural licuado (GNL)— genera un pico adicional en la demanda de divisas. A pesar del crecimiento de la producción de Vaca Muerta, el nivel de importación de GNL se encuentra apenas un 15% por debajo del año pasado, según PPI.
La consultora también remarcó que “existe una restricción cruzada” que impide comprar dólares en el mercado oficial y el financiero simultáneamente. No obstante, sí es posible que los exportadores liquiden en el MULC y, luego, accedan a divisas por vías alternativas, exacerbando la presión sobre los dólares financieros.
En medio de este escenario, algunos elementos podrían actuar como válvulas de escape para el Gobierno. La consultora PxQ señaló en su último informe que “la extensión de la baja temporal de retenciones” es uno de los recursos que podrían facilitar el ingreso de divisas por adelantado. A esto se suman “emisiones en moneda extranjera de corporativos y provincias” y el “ingreso de divisas de no-residentes para inversión de portafolio”.
Estos flujos, si se materializan en los volúmenes esperados, podrían mitigar en parte la presión sobre las reservas del Banco Central. Sin embargo, no son seguros ni constantes, y dependen de factores externos como la confianza en el rumbo económico, la estabilidad del tipo de cambio y la percepción de riesgo país.
Frente a la posibilidad de que estos recursos no alcancen, el análisis de PxQ advirtió que “el Gobierno parece decidido a intervenir en el mercado cambiario”, tanto de forma directa —a través de subas en la tasa de interés— como indirecta —mediante la venta de futuros de dólar—.
El control del tipo de cambio oficial se ha convertido en el eje de la estrategia electoral del oficialismo. Desde La Libertad Avanza consideran que la contención del dólar es esencial para sostener la desaceleración de la inflación y mejorar la percepción económica de cara a los comicios. En este sentido, un salto abrupto del tipo de cambio podría comprometer no solo la estabilidad financiera, sino también las posibilidades políticas del oficialismo.
El informe de PxQ advirtió que “una mayor volatilidad en el frente cambiario podría implicar un riesgo para la estrategia antiinflacionaria de LLA”, remarcando que dicha estrategia es, al mismo tiempo, “su principal herramienta electoral”.
En este contexto, cada vencimiento de deuda en dólares —sea provincial, corporativo o soberano— representa un desafío que deberá sortearse con reservas escasas y un margen de maniobra cada vez más estrecho.