Por Agroempresario.com
Pablo Piatti, exjugador de la selección argentina y figura destacada de clubes como Estudiantes de La Plata, el Valencia CF y el Toronto FC, reapareció en una escena muy distinta a la de los estadios: participando activamente de una yerra tradicional en La Carlota, Córdoba, donde volvió a conectarse con su infancia rural. Lejos de las luces del fútbol profesional, el exdelantero dejó en claro que su corazón siempre estuvo en el campo argentino.
La fiesta campera, organizada por su amigo de toda la vida, Manuel Pra, y su padre “Cachi”, es un evento anual que celebra la tradición de marcar y enlazar terneros, una práctica típica de los campos del interior. Allí, Piatti encontró mucho más que ganado y gauchos: encontró sus raíces. “Esto es una caricia a la infancia. Son mis raíces”, expresó emocionado.
Pese a haber recorrido el mundo con la pelota, Pablo Piatti no olvida de dónde viene. Oriundo de La Carlota, al sur de Córdoba, creció entre caballos, alambres y pialadas. “Siempre se me relacionó con el fútbol, pero yo me crie acá, entre yerra y corrales”, afirmó en diálogo con Bichos de Campo.
La yerra de los Pra no es una yerra cualquiera: convoca año a año a decenas de paisanos, amigos, familiares y curiosos, convirtiéndose en un símbolo de comunidad y pertenencia. Para Piatti, poder asistir ahora que está retirado es un privilegio: “Durante muchos años me la perdí por estar lejos. Ahora quiero vivir esto con mi familia. Es algo que me hace bien”.
El exfutbolista confesó que la vida de campo fue siempre una parte esencial de su identidad, aunque estuviera disimulada por sus compromisos internacionales. “Esto lo hago por mí, por mis hijos, para que sepan lo que es esta vida que también forma parte de ser argentino”, señaló, mientras ayudaba a enlazar un ternero.
También reveló que solía intentar explicar la cultura gaucha y las tradiciones rurales a sus compañeros europeos, pero que rara vez lograban entender la magnitud del vínculo entre el argentino y su tierra: “Por más que intentes explicar lo que es una yerra, no lo entienden. Algunos jugadores sudamericanos pueden tener tradiciones similares, pero el europeo no tiene idea de esto. Les cuesta imaginarse esta paisanada hermosa que vivimos acá”.
Lejos del ruido del fútbol profesional, Piatti disfruta del silencio del campo y de compartir mates con amigos de la infancia. “Disfruto hablar de otra cosa que no sea fútbol. Me encanta el fútbol, pero esto también me apasiona. Me crié con esto y lo extraño muchísimo”, dijo mientras compartía anécdotas en ronda.
Además, Piatti contó que actualmente vive en las afueras, en contacto permanente con la naturaleza y los animales, porque quiere que sus hijos también se críen en ese entorno. “Vivo entre caballos y animales. Quiero que ellos vivan esto, que sepan de dónde venimos, que tengan este recuerdo grabado”.
La yerra no solo es una práctica ganadera, sino un símbolo del arraigo cultural argentino. En tiempos de globalización y vida urbana, eventos como este recuperan la conexión con lo esencial. Para muchos, entre ellos Piatti, la vida rural es sinónimo de autenticidad, esfuerzo, comunidad y contacto real con la tierra.
“A veces hasta los compañeros de Buenos Aires no lo entendían. El que se cría en la ciudad no vive esto. Pero para los que nacimos y crecimos en el interior, es parte de lo que somos”, reflexionó Piatti. Su testimonio no solo emociona: también confirma el valor vigente de la identidad rural en el país.
Recién retirado del fútbol profesional, Pablo Piatti inicia una etapa de reencuentro con sus orígenes. La yerra, los caballos, el olor del corral, las charlas entre amigos y el ruido de las sogas al enlazar: todo eso vuelve a cobrar sentido en su vida. Y lo hace con una convicción firme. “Esto no me es ajeno. Esto es mío. Esto somos nosotros”.
Así, el exfutbolista demuestra que la pasión por el campo puede convivir perfectamente con una carrera de élite en el deporte. Su historia es un homenaje a la Argentina profunda, a las tradiciones que persisten y al orgullo de pertenecer.