Por Agroempresario.com
Mientras la chicharrita del maíz comenzaba a ceder tras un verano devastador, un nuevo enemigo se asoma en el horizonte agrícola argentino: el picudo negro de la soja (Rhyssomatus subtilis), una plaga originaria del NOA que acaba de ser detectada por primera vez en Córdoba. El hallazgo generó alarma en la comunidad técnica y productiva, ya que se trata de un insecto de difícil control, que puede provocar pérdidas de hasta el 100% del cultivo si no se actúa a tiempo.
El primer registro de esta plaga en Córdoba fue reportado por Roberto Peralta, de la empresa Halcón Monitoreos, y validado por el Sistema Nacional de Vigilancia y Monitoreo de Plagas (Sinavimo) del Senasa. Según se informó, la presencia del insecto fue confirmada en Montecristo, una localidad cercana a la ciudad capital.
El picudo negro de la vaina se distingue por su hábito de colocar huevos dentro de las vainas de soja, donde las larvas se desarrollan alimentándose directamente del grano. Este daño, que puede ser parcial o total, se agrava por las perforaciones que facilitan el ingreso de patógenos y agua, deteriorando aún más la calidad de la semilla.
Durante la fase vegetativa, los adultos del picudo también atacan brotes tiernos, pudiendo secarlos o provocar que las plantas queden “petisas” si se daña el brote apical. En la fase de llenado, la plaga representa el mayor riesgo productivo.
"Una vez que el adulto pone huevos dentro de la vaina, ya no se puede controlar de ninguna manera", explicó Guillermina Socías, entomóloga del INTA Salta, quien trabaja desde hace años en el manejo de picudos en el norte argentino.
El descubrimiento en Córdoba encendió todas las alarmas. “Con Socías propusimos comenzar a construir una red, tomando como epicentro este campo en Montecristo, para realizar muestreos en lotes vecinos y determinar si existe expansión”, explicó Eduardo Trumper, coordinador del Programa Nacional de Protección Vegetal del INTA.
La estrategia incluye la articulación entre los centros regionales del NOA y de Córdoba, además del trabajo conjunto con empresas privadas, para establecer un anillo de monitoreo. El objetivo: identificar focos, contener la plaga y prevenir un brote mayor.
En el NOA, donde la plaga es conocida desde hace dos décadas, los productores han aprendido que el manejo debe ser constante y preventivo. Se utilizan curasemillas para proteger la siembra, combinados con aplicaciones foliares sucesivas. Sin embargo, los tratamientos no siempre son suficientes.
“Las emergencias de adultos se producen por camadas, muchas veces después de cada lluvia, por lo que un solo tratamiento no alcanza. Además, los productos actuales no tienen residualidad, lo que complica aún más el control”, señaló Socías.
El riesgo para Córdoba es alto: se trata de una región con gran volumen de producción sojera, y sin experiencia previa en esta plaga.
La experiencia de Halcón Monitoreos en Montecristo sirve como advertencia. “Hacia el final de la campaña 2024/25, encontramos mucho daño en las vainas por larvas. En un lote con expectativa de 32 quintales por hectárea, el rendimiento fue de 15”, relató Roberto Peralta.
Según explicó, aproximadamente el 70% del lote fue afectado, generando una pérdida importante. “Cuando el daño se produce en la etapa de llenado de grano, es donde más duele: las larvas destruyen el contenido de las vainas, y no hay forma de revertirlo”, advirtió.
Frente al avance del picudo negro, se baraja la posibilidad de conformar una mesa técnica de sanidad vegetal, similar a la que se organizó en 2024 para abordar la crisis por la chicharrita. La idea es integrar a la Secretaría de Bioeconomía, el INTA, universidades y privados en un abordaje multidisciplinario.
El objetivo es prevenir un escenario de crisis como el que se vivió recientemente con el maíz, donde la aparición tardía de la chicharrita dejó a muchos productores sin herramientas y sin tiempo para reaccionar.
Uno de los puntos críticos en la expansión de la plaga es el transporte de maquinaria agrícola entre regiones. Los expertos advierten que los adultos del picudo pueden viajar ocultos en sembradoras, cosechadoras o tolvas, y así colonizar nuevas zonas.
“Debemos generar capacidades con todos los actores para acompañar al sector productivo con monitoreo y estrategias de manejo adecuadas. Córdoba no puede permitirse una expansión de esta plaga”, concluyó Trumper.
Argentina se encuentra, nuevamente, ante una amenaza sanitaria de envergadura. En un contexto de alta fragilidad productiva y financiera, el avance del picudo negro de la soja puede convertirse en un nuevo dolor de cabeza para productores, técnicos y gobiernos provinciales.
Detectar temprano, monitorear constantemente y actuar con coordinación interinstitucional será la clave para evitar que el picudo repita el protagonismo indeseado de la chicharrita.