Por Agroempresario.com
En un contexto de tensión cambiaria, expectativas de crecimiento moderado y presiones inflacionarias persistentes, el economista Carlos Pérez, director de la consultora Fundación Capital, realizó un análisis crítico sobre la situación del mercado cambiario argentino, con un enfoque particular en la necesidad urgente de fortalecer las reservas del Banco Central. En una entrevista concedida a Infobae en Vivo, el especialista aseguró que “Argentina tiene muy pocas reservas” y que “duplicarlas es el piso necesario para estabilizar la economía y permitir mayor libertad en el mercado de cambios”.
Carlos Pérez comenzó su análisis diferenciando entre reservas brutas y reservas líquidas. Si bien las primeras rondan los 15.000 millones de dólares, las verdaderamente utilizables son considerablemente menores. Esta debilidad expone al país a una vulnerabilidad crónica ante shocks externos o corridas cambiarias. “La demanda potencial de dólares por parte de las personas físicas supera ampliamente el volumen actual de reservas líquidas”, explicó, poniendo en n, poniendo en n\ufameros la dimensión del riesgo.
Además, criticó la composición de las reservas actuales. Según su visión, incluir dentro de las reservas recursos sobre los cuales el Estado argentino no tiene control directo, como los acuerdos con China, es temerario. “Hay cerca de 13.000 millones de dólares en swaps con China que están contabilizados como reservas, pero sobre los cuales la Argentina solo tiene derecho a solicitar el uso”, dijo. “Eso no debería considerarse como disponibilidad real”.
Otro de los puntos centrales del diagnóstico de Fundación Capital es la evaluación del actual régimen de bandas cambiarias. Para Pérez, este sistema es últil para anclar expectativas, pero tiene fecha de vencimiento. “Este régimen puede ayudar a ordenar el mercado a corto plazo, pero debería salir de escena tras las elecciones”, opinó.
El esquema actual prevé un movimiento mensual del 1% en el piso y el techo de la banda, lo que proyectado al cierre del año sitúa el tipo de cambio en torno a los $920-$1.520. Sin embargo, Pérez advirtió que, si no se consolidan las reservas ni se flexibiliza el acceso al mercado cambiario para personas jurídicas, este modelo puede transformarse en una trampa que limite la competitividad.
En términos macroeconómicos, Pérez valoró la convergencia de la inflación hacia el 1,5% mensual gracias a una política fiscal y monetaria contractiva. Sin embargo, también subrayó que esta estrategia no es sostenible si no se corrige el desequilibrio externo. “Podés bajar la inflación, pero si no acumulás reservas, tenés que seguir restringiendo el acceso a divisas, lo que limita la competitividad y el crecimiento”.
El crecimiento proyectado del 5% para este año, según el economista, es “estadístico”, producto del arrastre positivo de 2024. Aclaró que en términos reales, la economía se encuentra en una meseta, con heterogeneidad entre sectores y un consumo que no logra repuntar. “Industria, construcción y comercio siguen por debajo de los niveles precrisis, y esos tres sectores representan el 45% del empleo privado registrado”, explicó.
En ese sentido, la generación de empleo y la mejora del salario real siguen siendo asignaturas pendientes. “Si el empleo no crece, no hay margen para que crezcan los salarios, y por ende, tampoco el consumo”, resumió.
La falta de competitividad internacional es otro de los puntos críticos señalados por el economista. Si bien el tipo de cambio real multilateral mejoró un 20% en el último mes, en gran parte por la devaluación del peso y la apreciación de monedas regionales, el costo argentino sigue siendo elevado.
Pérez recomendó una serie de reformas para mejorar la competitividad estructural: reducción de la presión fiscal, alivio en los costos laborales extrasalariales, mayor acceso al financiamiento y mejora de la infraestructura logística. “No alcanza con mejorar el tipo de cambio; hay que hacer que producir en Argentina deje de ser una carrera cuesta arriba”, dijo.
En cuanto al futuro inmediato, Fundación Capital trabaja con dos escenarios base: uno optimista, que contempla desinflación, estabilidad cambiaria y acumulación de reservas; y otro menos favorable, con presión cambiaria, volatilidad y escasa capacidad de intervención del Banco Central.
“La clave está en si el gobierno puede generar confianza suficiente como para que las personas y empresas decidan dejar sus pesos en instrumentos financieros en lugar de demandar dólares”, afirmó Pérez. Para lograrlo, considera indispensable duplicar el nivel de reservas actuales y avanzar hacia un modelo de apertura progresiva del mercado cambiario.
La advertencia de Carlos Pérez no es un diagnóstico aislado. La falta de reservas líquidas, el régimen cambiario artificial, los desequilibrios fiscales y la rigidez estructural conforman un combo explosivo que limita la capacidad del gobierno para maniobrar. Mientras tanto, el sector privado sigue operando con restricciones que encarecen la producción, desincentivan la inversión y limitan el potencial exportador.
Duplicar las reservas no es una opción, sino una necesidad. Y hacerlo pronto podría marcar la diferencia entre una economía en recuperación sostenida y una nueva crisis de confianza.