Por Agroempresario.com
En un mundo saturado de pantallas, notificaciones y demandas digitales constantes, la idea de apagar el teléfono puede sonar radical. Pero esa es precisamente la receta que propone Eric Schmidt, ex CEO de Google, para mejorar la productividad, reducir el estrés y recuperar la capacidad de concentración. La simplicidad de su consejo es tan llamativa como su peso simbólico: lo dice quien lideró durante más de una década una de las compañías tecnológicas más influyentes del planeta.
En declaraciones recientes al podcast Moonshots, Schmidt abordó el impacto negativo que tiene la tecnología sobre nuestra atención, el trabajo intelectual y los momentos de descanso. Para él, las notificaciones permanentes son enemigas directas del pensamiento profundo: “No se puede pensar profundamente como investigador con esta cosa vibrando”, dijo en referencia al teléfono móvil.
El consejo principal de Schmidt fue claro: la mejor manera de relajarse es, simplemente, apagar el teléfono. Este enfoque choca con la proliferación de aplicaciones de bienestar, meditación y productividad que prometen ayudar a los usuarios a relajarse o concentrarse... a través de la misma tecnología que los está estresando.
“Trabajo con muchos veinteañeros en investigación, y una de las preguntas que me hacía era: ¿cómo investigan con todos estos estímulos? La respuesta fue simple: apagan el teléfono”, contó Schmidt. Según el ex ejecutivo, este acto aparentemente menor tiene un efecto transformador en la capacidad de concentración y en la salud mental.
Schmidt no se limita a dar consejos personales. También reconoce el papel que tuvo la industria tecnológica —incluyéndose a sí mismo— en transformar la atención humana en un recurso monetizable. “Hemos tratado de monetizar todas tus horas de vigilia con anuncios, entretenimiento o suscripciones”, dijo, aludiendo al modelo de negocio basado en captar atención constante.
Estas palabras fueron recogidas por Business Insider y se insertan en un debate creciente sobre la llamada “economía de la atención”, un sistema que prioriza la retención de usuarios en plataformas digitales mediante notificaciones, contenidos adictivos y mecanismos de recompensa inmediata.
La psicóloga Gloria Mark, especialista en interacción entre humanos y computadoras, aporta evidencia concreta a este fenómeno. Según estudios que citó Business Insider, el tiempo promedio de atención frente a una pantalla de computadora ha caído de 2,5 minutos a tan solo 47 segundos en las últimas dos décadas. Esta caída se atribuye, en gran medida, a la fragmentación provocada por la tecnología y la irrupción constante de interrupciones.
Para Schmidt, esto no solo afecta al trabajo, sino también al descanso: “Lo mejor para relajarse es apagar el teléfono y relajarse como hace 70.000 años, antes de que existiera todo esto”. La ironía está presente, pero también la sinceridad.
No todos coinciden con Schmidt. Desde empresas como Calm, creadora de una de las apps de meditación más utilizadas, salieron al cruce: “No todo el tiempo de pantalla es igual”, argumentó un portavoz, defendiendo el uso positivo y consciente de algunas tecnologías.
La discusión está abierta. ¿Puede la tecnología ser parte de la solución al problema que creó? Schmidt lo duda. A pesar de haber liderado una de las compañías más influyentes del sector, hoy defiende una visión donde la humanidad recupere espacios de reflexión profunda, sin mediación digital.
En otro episodio, esta vez en The Gstaad Guy Podcast, Schmidt fue más allá. Habló de la irrupción inminente de la inteligencia artificial comparable a la inteligencia humana e incluso de la superinteligencia. “Nadie está preparado para esto”, afirmó.
Según el ex CEO, profesiones como la programación podrían ser reemplazadas por sistemas de IA capaces de aprender, corregirse y mejorarse a sí mismos. “Una vez que el sistema pueda reemplazar a los humanos en la programación, podrá aplicarse a sí mismo y evolucionar rápidamente”, afirmó. Esto plantea oportunidades, pero también grandes desafíos éticos.
Schmidt alertó sobre la posibilidad de que estas tecnologías sean utilizadas para manipular la conducta humana o tomar decisiones sin supervisión, lo que podría generar consecuencias impredecibles. Por eso, recalcó la importancia de preservar los valores humanos y garantizar la libertad individual en un mundo cada vez más influenciado por algoritmos.
Como parte de su mensaje, Schmidt propuso una visión de vida estructurada en etapas: aprendizaje en la juventud, influencia en la madurez y, finalmente, servicio y transferencia de conocimiento en la etapa posterior. Esta filosófica mirada sobre el paso del tiempo cobra fuerza frente a una tecnología que todo lo acelera.
Su consejo de apagar el teléfono, entonces, no es solo una herramienta para mejorar el enfoque. Es también un acto de rebelión frente a una industria que, durante años, construyó plataformas adictivas y modelos de negocio basados en la distracción.
En tiempos donde el agotamiento digital se vuelve cada vez más común, Schmidt invita a recuperar lo esencial: pensar, descansar, decidir por uno mismo. Y lo hace con una receta tan antigua como eficaz: desconectar para reconectar.