Por Agroempresario.com
En medio de una nueva escalada en la tensión cambiaria y con la vista puesta en las metas pactadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Ministerio de Economía intensificó en julio las compras de dólares a través del Tesoro Nacional, sumando más de USD 2.500 millones entre operaciones directas y liquidaciones del bono Bonte, para acortar la distancia con los compromisos asumidos en el programa vigente.
Esta aceleración de las compras de divisas ocurre en un contexto clave: se aproxima una nueva revisión trimestral del FMI, y el Gobierno necesita mostrar avances concretos en la acumulación de reservas, una de las variables más sensibles del acuerdo. La estrategia oficial consiste en reforzar las arcas sin recurrir directamente al Banco Central (BCRA), que se mantiene mayormente al margen del mercado oficial en función del esquema de flotación cambiaria con bandas.
Según datos oficiales del BCRA, el último viernes se registró un incremento de USD 630 millones en la cuenta en moneda extranjera del Tesoro Nacional. Si bien parte de ese monto corresponde a desembolsos de organismos multilaterales por créditos ya aprobados, consultoras privadas como FMyA estiman que al menos USD 1.000 millones se explican por compras netas del Tesoro realizadas a lo largo del mes.
A estas cifras se suman las liquidaciones en dólares del bono Bonte, suscrito directamente por inversores, que engrosaron las reservas del Ministerio de Economía y elevaron el total acumulado a USD 2.500 millones en lo que va de julio.
Esta estrategia marca un giro en la política cambiaria oficial. Durante los primeros dos meses del nuevo esquema de bandas de flotación, el equipo económico priorizó el control de la inflación tras el ajuste inicial del dólar, y minimizó la urgencia de sumar reservas. Sin embargo, con la revisión del FMI en puerta, esa lógica cambió.
Según trascendió, el directorio del FMI mantuvo este martes una reunión informal en Washington para evaluar preliminarmente la evolución del acuerdo firmado con la Argentina en abril. La discusión formal podría tener lugar la semana próxima, antes del receso de verano en los organismos multilaterales.
El cumplimiento de las metas del segundo trimestre ya parece encaminado, pero el foco del mercado está puesto en los objetivos futuros: la consultora LCG estima que el Gobierno necesitará incorporar USD 3.800 millones adicionales para cumplir con la meta del tercer trimestre, y hasta USD 10.500 millones para llegar al cierre de 2025 conforme a lo pactado.
Ante los rumores sobre una posible emisión de pesos para financiar estas operaciones, el ministro de Economía, Luis Caputo, desmintió en redes sociales que el Tesoro haya inyectado liquidez al sistema. “No hubo emisión con efecto monetario expansivo para comprar dólares”, respondió en X (antes Twitter) a una consulta sobre las intervenciones del Tesoro.
El informe semanal de Romano Group señala que el Gobierno “privilegia un tipo de cambio flotante estable” y evita consolidar una baja agresiva en las tasas de interés, que aún se mantienen en niveles elevados. “Creemos que, superado este período de noticias y revisiones, las tasas tenderán a la baja, aunque con episodios de volatilidad según la liquidez del momento”, destacaron.
A esto se suma un nuevo llamado de atención del propio FMI. En un comunicado publicado este martes, el organismo multilateral indicó que la Argentina aún necesita reforzar sus reservas internacionales, avanzar en reformas estructurales, facilitar el retorno a los mercados financieros internacionales y acelerar la llegada de inversiones extranjeras directas.
Fuentes con conocimiento del cronograma del FMI indicaron que la fecha más probable para la reunión formal del directorio sería antes del 31 de julio, a fin de evitar demoras vinculadas al receso de agosto. Allí se evaluará el desempeño del primer trimestre del acuerdo iniciado en abril, incluyendo cumplimiento de metas fiscales, monetarias y de acumulación de reservas.
En este marco, la gestión de Caputo busca mostrar señales de responsabilidad fiscal y consistencia monetaria, en una economía todavía marcada por la alta inflación y las dificultades de acceso al crédito productivo.
Mientras tanto, la presión sobre el dólar paralelo y la escalada en la demanda de cobertura por parte de empresas y ahorristas siguen siendo factores de preocupación. Analistas del sector coinciden en que, más allá del cumplimiento con el FMI, la sostenibilidad del esquema cambiario dependerá de la estabilidad política, la evolución del superávit fiscal y la recuperación de la confianza en la moneda local.