Por Agroempresario.com
En el marco de la 137ª Exposición Rural de Palermo, el consultor brasileño en agroindustria y mercados internacionales, Osler Desouzart, planteó una visión estratégica sobre el futuro de la carne en el mundo y el rol crucial que puede desempeñar Argentina en el abastecimiento de proteínas animales a nivel global.
Durante su presentación titulada “Los desafíos de la demanda global de carnes”, Desouzart afirmó que estamos ante una transición histórica: “El mundo ya no discute si se consume carne, sino qué tipo, en qué formato y cómo se produce”. En este nuevo paradigma, Argentina, con su vasta disponibilidad de recursos naturales, tiene una ventaja comparativa insoslayable.
“El agua y la tierra son los verdaderos activos del futuro. Ustedes no exportan carne, exportan agua virtual, tierra virtual, lo que otros países no tienen”, explicó. Según el experto, la alimentación global migra progresivamente de productos vegetales a los animales, y estos requieren cuatro veces más recursos naturales. En ese sentido, Argentina, con su know-how ganadero y su base territorial, puede consolidarse como proveedor confiable de carne de calidad en los próximos años.
Desouzart subrayó que entre 2020 y 2050, el 93,8% del crecimiento poblacional mundial se concentrará en Asia y África, dos regiones con limitada disponibilidad de agua y tierras cultivables. “Ellos no tendrán la capacidad de producir sus propias proteínas animales. Esa es la oportunidad de Argentina: convertirse en el supermercado de carne del mundo”, aseguró.
Desde una visión pragmática, apuntó a que el futuro no radica en competir por precio, sino en posicionar la carne argentina como un producto premium, con trazabilidad, bienestar animal, eficiencia hídrica y narrativa territorial. “Volver a ser diferenciados”, destacó.
En cuanto a la evolución del consumo, presentó datos reveladores: entre 1965 y 2022, el consumo calórico total per cápita aumentó un 28,9%, pero el de alimentos de origen animal creció un 45,4%, frente a un 26% en productos vegetales. “Esto demuestra que la nutrición humana se orienta hacia mayor ingesta de carnes, y eso es irreversible”, enfatizó.
El especialista señaló también un cambio profundo en los hábitos de consumo: “Las nuevas generaciones, especialmente las Z y Alpha, no compran kilos de carne, compran soluciones. Quieren comer afuera, pedir delivery o cocinar en air fryer. El concepto de kilo quedó atrás”.
Hoy, los formatos más demandados son porciones individuales, listas para cocinar, con packaging funcional y preparación simple. “En las grandes ciudades, hasta el 50% del consumo de carnes pasa por el foodservice”, explicó. En ese contexto, la industria cárnica argentina debe adaptarse a esta lógica si quiere posicionarse en el nuevo mapa global del consumo.
El consumo de carne a nivel mundial continúa creciendo. Las proyecciones indican que entre 2022 y 2033, el consumo de las cuatro principales carnes aumentará en 41,9 millones de toneladas, con el 75% de ese crecimiento en Asia y África. Sin embargo, esas regiones no tienen la infraestructura ni los recursos para autosustentarse.
La carne bovina, aunque representa menos volumen que la avícola o porcina, tiene un valor agregado superior. Pero también es la que más agua requiere: 15.415 litros por kilo, frente a 5988 litros del cerdo o 4325 del pollo. “Ese dato, que parece una debilidad, puede ser una fortaleza si Argentina demuestra eficiencia en el uso del agua”, afirmó Desouzart.
Para el analista brasileño, el camino no es solo productivo, sino también narrativo: el consumidor quiere saber de dónde viene la carne, cómo se produjo, si hubo bienestar animal, si se cuidó el agua, si se respetaron los ciclos naturales. “Ahí está el valor. Ustedes tienen historia, raza, genética, territorio. Si lo cuentan bien, eso vale más que cualquier precio”.
Desouzart hizo referencia también al rol de liderazgo que Argentina supo tener: “En los años 80, la carne argentina era la referencia mundial. Eso puede recuperarse. Pero sin consumo interno fuerte, no hay exportación sólida”.
Durante su exposición, Desouzart celebró la orientación política actual del país: “Tienen un presidente que no está preocupado por su reelección, sino por construir una política de Estado. El futuro les pertenece, pero deben prepararse para ello”. Subrayó que la competitividad internacional requiere planificación, eficiencia logística, estabilidad normativa y apertura comercial.
También hizo hincapié en que la modernización del sistema agroalimentario argentino será clave para aprovechar esta “ventana de oportunidad”. Desde la mejora en la infraestructura hasta la incorporación de tecnología, pasando por el desarrollo de marcas país y denominaciones de origen, todo suma para consolidar un posicionamiento global.
En la conclusión de su conferencia, Desouzart fue contundente: “El futuro no es mañana, es hoy. Tenemos que pensar en fotosíntesis virtual, en tierra cultivable virtual, en agua virtual. Los países que los tienen, tienen poder. Argentina los tiene. El desafío es saber aprovecharlos con inteligencia estratégica”.
Según sus palabras, menos de diez países en el mundo tienen capacidad de generar excedentes exportables de carne. Argentina está entre ellos. La demanda global está asegurada. Lo que falta es decisión, estrategia y capacidad de adaptación.
El mensaje de Desouzart es claro: la Argentina debe reposicionarse no solo como un productor de volumen, sino como un referente de calidad, sustentabilidad y valor agregado. Esto implica transformar toda la cadena: desde la genética y la nutrición animal hasta el envasado y la logística de exportación. Invertir en infraestructura, modernizar plantas frigoríficas, capacitar recursos humanos y establecer acuerdos comerciales duraderos con los países de mayor crecimiento demográfico.
La oportunidad es estructural, no coyuntural. Y como toda gran oportunidad, solo la aprovechará quien se prepare con visión, tecnología, política de largo plazo y conexión con las nuevas demandas del mundo.