Por Agroempresario.com
El maíz, clásico cultivo de la zona núcleo, parece haber encontrado un nuevo hogar donde rinde más, con mejor calidad y mayor eficiencia energética: los valles irrigados de la provincia de Río Negro, especialmente en el área de Viedma, donde se han llevado a cabo recientes ensayos agrícolas que arrojaron resultados más que prometedores.
Durante la campaña 2024/2025, se evaluaron 11 híbridos de maíz en cinco localidades: Viedma (Río Negro) y Tandil, San Miguel del Monte, Roque Pérez y Pila (Buenos Aires). El objetivo fue medir la productividad y calidad de la materia seca destinada al uso forrajero y energético. Los resultados dejaron una conclusión contundente: la Patagonia superó a la pampa húmeda en casi todos los parámetros analizados.
En el tambo de Rangitata, ubicado en el Valle Inferior de Río Negro, el estudiante de agronomía Matías Montero (UNRN) realizó el ensayo con el respaldo de Maizar, la Secretaría de Agricultura de Río Negro y el INTA Valle Inferior. La siembra, bajo sistema de siembra directa con “precision planting”, se llevó a cabo el 20 de noviembre en suelo seco, y se alcanzó una densidad de 85.000 plantas por hectárea. La cosecha se realizó el 28 de marzo, tras ocho riegos que totalizaron 592 mm.
Los resultados fueron sorprendentes: en promedio, en Viedma se obtuvieron 26.055 kg de materia seca por hectárea, superando ampliamente los valores de las otras cuatro localidades.
Entre los híbridos analizados, el 60-050 VIP3 FULL de KWS fue el más destacado. En Viedma, produjo 35.228 kg MS/ha, lo que representa un 121% más que en Tandil. Este híbrido está destinado exclusivamente a silo y tiene una gran ventaja: alto stay-green, es decir, permanece verde por más tiempo, permitiendo una mayor ventana para el corte y picado.
Según Lucio Reinoso, secretario de Agricultura de Río Negro, "su capacidad de mantener el verdor permite una mayor flexibilidad operativa para el productor forrajero".
Pero no solo se trata de cantidad, sino también de calidad: el híbrido de KWS generó 109.866 Mcal/ha de materia seca digestible, más del doble que en Tandil y Roque Pérez, y un 15,8% más que el segundo mejor híbrido evaluado.
Aunque el enfoque principal fue forrajero, también se analizó el potencial energético del maíz granífero. Este aspecto es fundamental para feedlots y sistemas de terminación de ganado, donde se busca alto contenido energético para engorde rápido.
En este sentido, Río Negro volvió a sobresalir: el promedio de digestibilidad fue del 74,5%, comparado con el 66,1% de Pila, el 69,6% de Roque Pérez, el 69,9% de San Miguel del Monte y el 70,8% de Tandil.
El híbrido más eficiente en términos energéticos fue el NS 7624 VIP3 CL de Nidera, con un impresionante 77,6% de digestibilidad y 3,297 Mcal por kilogramo de materia seca. Según Reinoso, “este híbrido tiene un comportamiento más granífero, ideal para sistemas de doble propósito: una parte para silo y otra para grano en concentrados energéticos”.
Uno de los factores que explica estos resultados es la combinación de buena disponibilidad hídrica, suelos fértiles y mayor radiación solar. “En verano, tenemos dos horas más de sol por día que la pampa húmeda, lo que impulsa la fotosíntesis y, por ende, la productividad”, puntualiza Reinoso.
Estos factores se traducen no solo en más toneladas por hectárea, sino también en mejor calidad de forraje, algo esencial para sistemas ganaderos modernos que buscan eficiencia nutricional.
¿Son estos datos aplicables al resto de la región? Reinoso aclara: “Sí, aunque con diferencias. En el Alto Valle y el Valle Medio las temperaturas suben más rápido, lo que puede traer riesgos de golpe de calor. Pero en general, los valles irrigados de la Norpatagonia tienen un gran potencial para el cultivo de maíz”.
Así, el maíz se consolida como un cultivo clave para transformar la energía del suelo y el sol en proteína animal, ya sea en forma de leche o carne. La política agrícola rionegrina está alineada con esa visión: fomentar el uso del maíz para consumo interno, agregado de valor y sustentabilidad productiva.
Los números hablan por sí solos. Con rendimientos de hasta 35 toneladas de materia seca por hectárea, alta digestibilidad y energía por encima de los promedios históricos, el maíz patagónico ya no es una promesa: es una realidad.
La combinación de investigación local, genética adaptada, tecnología de manejo y recursos naturales excepcionales convierte a los valles de Río Negro en uno de los polos emergentes del maíz en Argentina.
La experiencia de Viedma muestra que con planificación, inversión en tecnología y aprovechamiento de los recursos regionales, es posible romper los paradigmas productivos. El maíz, históricamente vinculado a la pampa húmeda, ahora brilla con fuerza propia en la Patagonia.
Este cambio de escenario abre nuevas puertas para productores, investigadores y gobiernos locales comprometidos con el desarrollo agropecuario sustentable y competitivo, basado en ciencia, datos y resultados concretos.