Por Agroempresario.com
Cinco cabañas ganaderas de la Patagonia Norte participarán en la 137° edición de la Exposición Rural de Palermo, evento conocido como “el mundial de las vacas”. Esta presencia no solo representa el crecimiento del sector en zonas históricamente periféricas para la ganadería de elite, sino también una consolidación de la genética bovina argentina a nivel internacional, que ya exporta embriones a Estados Unidos, invirtiendo el flujo histórico de importaciones.
Desde la región participarán las cabañas Antigue, La Cantera, JC, Don Fioto y La Laguna, todas con sede en Río Negro o en el sur bonaerense. Walter Gualdesi, presidente de la Asociación de Criadores de Hereford de la Patagonia y titular de la cabaña Antigue, sintetiza el espíritu con una frase contundente: “Ir a medirse en Palermo, que es el mundial de las vacas, es el sueño de todos los cabañeros”.
La consolidación de estas cabañas patagónicas no fue azarosa. Comenzó tras un hito sanitario clave en 2013, cuando se eliminó la zona buffer y la barrera sanitaria se fijó definitivamente en el río Colorado. Esto impidió el ingreso de toros desde el norte del país, obligando a los criadores locales a fortalecer sus rodeos con genética propia.
“Los que teníamos una cabaña chiquita vimos una oportunidad y dimos un salto de calidad con embriones. Compramos genética de los mejores reproductores, y eso nos puso a competir con los grandes”, relató Gualdesi. El avance fue acelerado gracias a la transferencia embrionaria y a la compra estratégica de hembras de elite, lo que permitió alinear el nivel genético con el de las cabañas históricas del país.
Una de las transformaciones más impactantes es que ahora Argentina exporta genética bovina, especialmente a Estados Unidos, cuando históricamente ocurría a la inversa. “Antes se traía genética de Estados Unidos, pero ahora se exportan embriones argentinos que están siendo usados como padres en cabañas importantes de allá”, explicó Gualdesi.
La genética argentina es cada vez más valorada en el mundo por conservar el fenotipo ideal, más allá de los números productivos. “En la carrera de los kilos se perdió mucho fenotipo. Argentina es hoy un reservorio de calidad racial”, añadió el criador, que en 2024 sacó un Gran Campeón en Palermo con un toro de la raza Limangus.
El Limangus, una cruza entre Angus (70%) y Limousin (30%), es una de las razas que comienza a ganar terreno, incluso en la Patagonia. “Le da el rinde carnicero del Limousin y mantiene la rusticidad del Angus”, indicó Gualdesi. En su último remate, llevó 13 toros Limangus y logró récords de precio a nivel nacional.
Esta raza, desarrollada hace más de 50 años por criadores argentinos, está estabilizada y creciendo en adopción. Aunque aún no es dominante en la Patagonia, tiene buena adaptación en campos con mayor productividad forrajera, como los del partido de Patagones.
Además de Antigue, competirán:
Todas ellas llevan animales que compiten por el premio mayor y que también buscan posicionarse como fuente confiable de genética de calidad. “Sacar un gran campeón es un hito que queda en la historia de una cabaña”, subrayó Gualdesi.
Aunque el Angus negro creció fuertemente en zonas de valles irrigados, el Hereford sigue siendo predominante en los campos extensos y de monte de la Patagonia. Su mansedumbre y aptitud carnicera son claves para el manejo extensivo. “En nuestros campos, la docilidad es fundamental”, apuntó Gualdesi.
Para esta edición, el productor también apostará por una nueva carta: un ejemplar Shorthorn, una raza de menor difusión, pero con importantes cualidades productivas y genéticas. Así, se amplía el abanico racial de la región, que históricamente estuvo centrado en Hereford.
En perspectiva histórica, las cabañas patagónicas son jóvenes. Por ejemplo, la cabaña Angus más antigua del país es Charles de Guerrero, fundada en 1879. La más longeva de Hereford es Cabaña San Juan, creada en 1862. Las del sur, en cambio, se consolidaron recién en la última década, en parte obligadas por las restricciones sanitarias y en parte por la vocación de evolucionar.
Sin embargo, la calidad que exhiben hoy está a la altura de cualquier establecimiento histórico, y eso se debe a la inversión sostenida, el trabajo colaborativo entre cabañeros, y el apoyo de asociaciones ganaderas como la Hereford Patagonia.
La Exposición Rural de Palermo no solo es una competencia. Es también un punto de encuentro entre ciencia, genética, comercio y tradición. “Es la máxima vidriera para mostrar lo que hacemos, intercambiar ideas y crecer como sector”, reconoció Gualdesi. Para las cabañas del sur, representa una oportunidad única de validar su genética frente a los mejores criadores del país y abrir nuevas puertas de comercialización nacional e internacional.
La ganadería de la Patagonia Norte, que hasta hace poco se desarrollaba con ciertas limitaciones, hoy pisa fuerte en Palermo. Las cabañas de la región se posicionan como actores relevantes en la genética bovina nacional e internacional, con material embrionario argentino que ya conquista mercados exigentes como el estadounidense. Este fenómeno marca un cambio de paradigma, donde el sur del país no solo compite, sino que lidera con innovación, inversión y una clara visión de futuro.