Por Agroempresario.com
La electrificación total del parque automotor europeo está en debate. Mientras la Unión Europea mantiene firme su decisión de prohibir la venta de vehículos con motor de combustión interna a partir de 2035, un nuevo actor se suma a las voces críticas dentro del sector: Ola Källenius, CEO de Mercedes-Benz y presidente de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA). En una columna publicada esta semana en The Economist, el ejecutivo lanzó una advertencia tan contundente como simbólica: “Europa corre el riesgo de convertirse en Cuba”, en referencia a un futuro con millones de autos viejos circulando por la imposibilidad económica de acceder a modelos eléctricos nuevos.
La imagen que propone Källenius busca alertar sobre las consecuencias no deseadas de una transición energética mal planificada. “Los consumidores que no puedan afrontar los elevados costos de los vehículos eléctricos podrían verse obligados a conservar durante más tiempo autos antiguos y contaminantes, tal como ocurrió durante décadas en Cuba”, explicó.
Las palabras de Källenius se suman a una serie de advertencias que ya habían hecho otros líderes del sector automotor como Carlos Tavares (Stellantis) y Luca de Meo (Renault Group). En su análisis, el directivo alemán no cuestiona los objetivos de descarbonización en sí, sino el ritmo acelerado y la rigidez del camino trazado por Bruselas.
“Un proceso sin flexibilidad que no ofrezca alternativas para acceder a un auto nuevo puede tener efectos contrarios a los deseados: menor renovación del parque, más emisiones y crisis industrial”, argumentó el CEO de Mercedes-Benz.
El plan europeo se inscribe dentro del Pacto Verde, que aspira a convertir a Europa en el primer continente climáticamente neutro hacia 2050. La electrificación del transporte es un pilar esencial en ese objetivo, pero la realidad comienza a mostrar fisuras: la penetración de mercado de autos eléctricos se estancó en torno al 15%, y la edad promedio del parque automotor asciende ya a los 12 años.
Mercedes-Benz fue una de las primeras marcas en abrazar la electrificación con entusiasmo, anunciando en 2021 que dejaría de producir modelos con motores a combustión en 2030, donde la legislación lo permita. Sin embargo, el mismo Källenius admite que la demanda por modelos 100% eléctricos no crece al ritmo previsto y que los costos de producción siguen siendo altos.
El acceso a vehículos eléctricos aún está limitado a segmentos de alto poder adquisitivo. Y si bien los fabricantes chinos han logrado reducir los costos, inundando el mercado europeo con productos más asequibles, esto también representa una amenaza adicional para la industria automotriz europea.
“Más del 40% de los proveedores europeos de componentes podrían dejar de ser rentables en 2025”, advirtió Källenius, lo que afectaría empleo, innovación y competitividad.
Los datos del sector respaldan estas preocupaciones. En 2007, se vendieron más de 16 millones de autos nuevos en Europa. En 2024, esa cifra se estima en apenas 10,6 millones. La combinación de inflación, regulaciones estrictas, normas de emisiones y costos tecnológicos ha hecho que el precio de los autos nuevos se dispare, limitando su accesibilidad para buena parte de la población.
Además, la obligatoriedad de nuevos equipamientos de seguridad también encarece los modelos de entrada. Todo esto, según Källenius, obliga a repensar la estrategia, pasando de un enfoque idealista a uno más realista y geopolíticamente equilibrado.
El CEO alemán propone mantener el rumbo hacia la movilidad sustentable, pero sin desechar por completo otras tecnologías en desarrollo. En concreto, sugiere:
Källenius sostiene que el enfoque chino —que permite una coexistencia de tecnologías— está demostrando ser más eficaz para facilitar una transición ordenada y menos traumática.
“Europa no puede darse el lujo de descartar soluciones tecnológicas por razones ideológicas”, insistió.
Otra advertencia importante se refiere a la dependencia de China en la cadena de suministro de baterías y materias primas clave. Según el ejecutivo, Europa tardará años en desarrollar una industria propia capaz de garantizar autonomía tecnológica en electromovilidad. En ese sentido, abogó por diversificar proveedores y forjar nuevas alianzas internacionales para evitar vulnerabilidades estratégicas.
Esta dependencia podría convertirse en un obstáculo serio para alcanzar los objetivos de 2035, ya que condiciona tanto los costos como la capacidad de respuesta ante interrupciones globales.
De cara a la revisión intermedia del plan europeo prevista para 2026, el presidente de ACEA instó a los líderes políticos del continente a considerar ajustes. Para Källenius, Europa aún está a tiempo de evitar una crisis industrial de grandes proporciones.
“Si no corregimos el rumbo, el continente podría perder su liderazgo histórico en la industria automotriz, sacrificando innovación, empleo y desarrollo económico en nombre de una utopía desalineada con la realidad del consumidor”, concluyó.
En resumen, el ejecutivo más importante de Mercedes-Benz propone una transición sustentable, pero sin dejar atrás al consumidor promedio ni condenar a la industria europea a un proceso inviable. Asegura que un enfoque flexible, pragmático y tecnológico es la única forma de avanzar hacia un transporte más limpio sin caer en un estancamiento como el que sufrió Cuba.