Por Agroempresario.com
El mercado de futuros en Chicago está viviendo una crisis silenciosa que se refleja en las pérdidas de poder adquisitivo de los principales cultivos del agro estadounidense. Los precios de la soja y el maíz, que han sido históricamente la columna vertebral de la producción agrícola global, atraviesan su peor momento en casi dos décadas, y no es solo una cuestión de cifras nominales, sino de un profundo ajuste inflacionario que disminuye el valor real de estos productos en el mercado global.
Según un reciente análisis de Reuters, tanto el maíz como la soja atraviesan su nivel de precios más bajo desde 2006, cuando se ajustan a la inflación. En términos nominales, el maíz se cotiza actualmente a USD 157 por tonelada, mientras que la soja alcanza los USD 374 por tonelada. Sin embargo, lo que estos números no revelan es el drástico deterioro en el poder adquisitivo de los productores agrícolas, un efecto derivado de la inflación que ha afectado a los mercados internacionales.
Precios ajustados por inflación: los precios actuales de estos commodities, a pesar de ser más bajos en términos nominales, tienen un poder adquisitivo considerablemente inferior al de años anteriores. Es decir, los USD 157 por tonelada que los agricultores estadounidenses reciben por su maíz en 2024 no tienen el mismo valor que los USD 157 registrados en 2006, debido al impacto de la inflación en la economía global.
La economía estadounidense no escapa a los efectos de la inflación, que en julio de 2024 fue del 2,7% interanual, según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA). A pesar de que la inflación en ese país está controlada comparada con economías como la argentina, sigue siendo un factor que afecta gravemente las cuentas de los productores de maíz y soja. El ajuste por inflación deja en claro que, aunque los precios nominales parecen estables, el poder adquisitivo real de estos valores se ha reducido sustancialmente.
El mercado de futuros de maíz y soja está atravesando por una presión constante debido a la abundante cosecha estadounidense. Los agricultores del Corn Belt se preparan para una cosecha récord de maíz, lo que, aunque es una excelente noticia para la oferta, ha generado una sobreoferta que deprime los precios. El clima en la zona de cultivo está siendo excepcionalmente favorable, lo que augura un volumen de producción superior a las expectativas.
Los productores de maíz y soja en Estados Unidos están atravesando serios desafíos económicos. En algunos casos, los números de rentabilidad son tan bajos que algunos farmers se ven obligados a realizar ajustes en sus estrategias productivas, e incluso a replantear sus actividades debido a los márgenes tan estrechos que las cotizaciones actuales les dejan.
Por otro lado, este fenómeno no solo impacta a los agricultores estadounidenses, sino que sus efectos se expanden rápidamente hacia el resto de los productores en todo el mundo. Brasil, uno de los principales competidores en la producción de soja, se ve beneficiado por el repunte de la oferta, lo que afecta la competitividad de la soja estadounidense, mientras que la China, que históricamente ha sido el principal comprador de soja estadounidense, ve reducida su demanda a un ritmo mucho menor.
El crecimiento en la producción de soja en Brasil y las limitaciones de demanda de China han influido de manera negativa en el precio de la soja. Según el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la combinación de una oferta creciente en Brasil y una demanda más débil en China ha generado una presión a la baja en los precios de la soja. Este fenómeno no es exclusivo de Estados Unidos, sino que se traslada rápidamente a otras regiones productoras de soja en el mundo.
Si bien los precios del maíz y la soja han caído, es importante contextualizar este retroceso dentro de un análisis histórico. En 2006, los precios del maíz en Chicago se ubicaban en USD 165 por tonelada, ajustados a la inflación, una cifra muy similar a los precios actuales. Sin embargo, en ese entonces, la inflación global era mucho más baja que en la actualidad, lo que sugiere que la competitividad de los productos agrícolas ha disminuido considerablemente.
Por otro lado, el precio de la soja en 2006 era de USD 357 por tonelada (ajustado a la inflación), lo que también muestra una caída significativa de los precios, sobre todo en el contexto de la actual guerra comercial y las políticas impositivas adoptadas por varias economías globales.
Aunque los precios del maíz y la soja han mostrado algunas fluctuaciones, las proyecciones para el futuro cercano son poco optimistas. Según las proyecciones del USDA, las existencias finales de maíz para 2025/26 aumentarán un 24% interanual en Estados Unidos, lo que podría seguir presionando a la baja los precios en los próximos años. Sin embargo, los analistas del mercado consideran que el volumen de la cosecha podría ser mayor, lo que podría alterar las proyecciones actuales.
En cuanto a la soja, el USDA estima que las existencias finales de soja para 2025/26 disminuirán un 11% interanual, lo que podría generar un repunte en los precios si la oferta se reduce debido a malas cosechas o condiciones meteorológicas adversas.
La caída de los precios reales de estos cultivos no solo afecta a los productores, sino que también pone presión sobre la logística agrícola y las exportaciones. La infraestructura portuaria, los costos de transporte y los aranceles son factores que pueden elevar aún más los costos de exportación para los países productores. Además, la caída de los precios internacionales puede llevar a una menor rentabilidad en las ventas, lo que afecta directamente a la competitividad de los exportadores de soja y maíz en países como Argentina y Brasil.
En resumen, los precios actuales del maíz y la soja, aunque aparentemente estables, en realidad reflejan una pérdida significativa de poder adquisitivo debido a la inflación y las presiones de oferta y demanda. Los farmers de Estados Unidos, Brasil y otros países productores se enfrentan a un panorama complicado, donde el exceso de oferta, las políticas comerciales y las fluctuaciones económicas globales juegan un papel crucial.
La tendencia a la baja en los precios podría continuar si no se producen cambios sustanciales en la demanda global, especialmente en los mercados de China y Europa. La situación es aún más grave para los productores pequeños y medianos, que podrían ver en este contexto una reducción drástica en sus márgenes de ganancia.
A medida que se acerque la cosecha, las expectativas para el futuro de los precios del maíz y la soja seguirán siendo inciertas, y los agricultores deberán adaptarse a este escenario de precios bajos mientras buscan nuevas oportunidades para mejorar su competitividad y rentabilidad en un mercado cada vez más globalizado.