Por Agroempresario.com
En el corazón lechero de Córdoba, una pyme familiar con medio siglo de historia está a punto de marcar un antes y un después en la producción nacional. Se trata del grupo Don Emilio, radicado en Villa María, que avanza con una ambiciosa inversión para triplicar su capacidad de procesamiento diario, apostando a un modelo productivo de economía circular, automatización e innovación sustentable.
El tambo Mharnes, junto a la planta láctea Duy Amis, conforman este ecosistema agroindustrial manejado por la familia Giraudo, que proyecta procesar 90.000 litros diarios de leche a partir de febrero de 2026, frente a los actuales 30.000. El objetivo: crecer en calidad, eficiencia, y llegar a nuevos mercados, sin perder la esencia artesanal que caracteriza a sus productos.
La historia se remonta a los años 70, cuando Néstor Giraudo y sus hermanos, Norberto y Héctor, fundaron los primeros tambos familiares. Hoy, el legado continúa con la tercera generación, encabezada por Valentín Giraudo, actual gerente del grupo, quien a sus 28 años lidera la transformación productiva con una mirada clara: “Nuestro modelo se basa en tres pilares: eficiencia operativa, bienestar animal y sustentabilidad ambiental”.
La firma procesa leche proveniente de su tambo estabulado de 730 vacas en ordeñe, que producen unos 28.000 litros diarios, utilizando ordeñe robotizado, alimentadores automáticos, paneles solares y sistemas de captación de agua de lluvia, con una lógica integral que aprovecha al máximo los recursos disponibles.
Uno de los principales diferenciales del grupo es su modelo circular, donde nada se desperdicia. Los efluentes sólidos del tambo se transforman en compost para fertilizar los campos, mientras que el 70% del alimento del rodeo se produce internamente. “Esto nos permite cerrar ciclos, reducir costos y minimizar el impacto ambiental”, explica Giraudo.
Este enfoque fue reconocido internacionalmente: en 2022, la Federación Internacional Láctea distinguió al proyecto como el segundo mejor modelo de economía circular aplicado a la lechería, durante un congreso celebrado en India.
Además de su rol productivo, la empresa tiene un fuerte compromiso educativo y social. A través del programa "Del aula al tambo", recibe a estudiantes de escuelas locales que, guiados por alumnos de la Universidad Nacional de Villa María, conocen de cerca el proceso productivo y los desafíos del campo. “Queremos acercar el mundo rural a las nuevas generaciones”, dice Giraudo con orgullo.
La planta industrial Duy Amis —“dos amigos” en piamontés— elabora actualmente quesos, dulce de leche, crema y untable láctico. La estrella del portfolio es su dulce de leche, que en 2024 y 2025 fue reconocido como el mejor del país por distintas entidades especializadas.
Para cumplir con la meta de los 90.000 litros diarios, la firma avanza con la construcción de una nueva planta industrial en Ana Zumarán, a 15 km del tambo. Allí se automatizarán cerca del 75% de los procesos, incluyendo moldeadoras automáticas, túneles de acidificación, lavadoras de moldes y un sistema de salado con puente grúa.
Actualmente, buena parte del trabajo en Duy Amis es manual. “La carga física es muy alta. En la nueva planta buscamos mejorar la calidad del producto y también el bienestar del equipo”, afirma Giraudo. La transformación tecnológica incluye estructuras edilicias modernas que aseguren condiciones sanitarias óptimas y eficiencia en cada etapa del proceso.
Este avance no significa perder el alma del producto. “Queremos mantener la identidad artesanal, pero con escala e innovación”, aclara. La automatización también permitirá reducir tiempos, estandarizar la calidad y aumentar la capacidad de exportación.
Si bien hoy toda la producción se destina al mercado interno —con presencia en Córdoba, Tucumán, Chaco y Buenos Aires—, la familia sueña con llegar a las góndolas internacionales. “Tenemos familia en España. Sería hermoso ver un frasco de dulce de leche Duy Amis en San Sebastián”, confiesa Valentín.
Para eso, planean sumar proveedores de leche externos, ya que su producción solo cubrirá un tercio del volumen proyectado. “Estamos trabajando con otras familias tamberas para asegurar el abastecimiento. Queremos crecer con otros productores”, señala.
La inversión, cuya cifra no se reveló, comenzó hace tres años y está en su etapa final. “En octubre llega la última línea de máquinas. Luego viene el ensamblaje”, anticipa Giraudo. Además de aumentar la producción, el proyecto generará nuevos puestos de trabajo y fortalecerá el desarrollo agroindustrial de la región.
Para los Giraudo, el crecimiento no es un fin en sí mismo, sino un medio para construir una empresa sostenible, inclusiva y con futuro. “Nuestro objetivo es claro: producir alimentos de calidad, respetando el ambiente, cuidando a nuestros animales y a nuestra gente. Eso no se negocia”, concluye con determinación.