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Por Agroempresario.com
En un mundo donde la inteligencia artificial avanza a pasos agigantados, la startup Anam se destaca por un desarrollo innovador: avatares digitales que reproducen microexpresiones humanas y lenguaje corporal en tiempo real. Fundada por la irlandesa Caoimhe Murphy, quien no tiene formación técnica, y su socio Ben Carr, la empresa utiliza tecnología que transforma la interacción virtual, logrando que personajes generados por IA sean casi indistinguibles de humanos reales.
Murphy, quien fue reconocida en la lista Under 30 Europe, explicó que la inspiración nació de un juego de su infancia, Los Sims, y su deseo de dar vida a personajes digitales propios. Esa infancia se convirtió en la base para crear una herramienta que hoy es utilizada por grandes compañías, como L'Oréal y Henkel, que buscan mejorar sus métodos de capacitación y atención virtual con avatares hiperrealistas.
Anam se diferencia de otras startups de IA al crear personajes digitales que no solo hablan, sino que expresan emociones mediante gestos faciales y corporales naturales: pestañean, levantan las cejas, giran los hombros y responden con microexpresiones al instante. Esta tecnología ofrece una experiencia mucho más humana y atractiva en videos de formación laboral o asistentes virtuales.
Por ejemplo, en Henkel, la línea Schwarzkopf identificó que muchos peluqueros aprendían técnicas a través de plataformas informales como TikTok. Para complementar esa formación, recurrieron a Anam para desarrollar avatares que puedan enseñar de forma atractiva, precisa y profesional.
Además, estos avatares se utilizan como asistentes virtuales o incluso como terapeutas digitales, demostrando la versatilidad del producto.
En 2023, Anam cerró una ronda semilla liderada por Redpoint Ventures que sumó US$ 9 millones, totalizando ya una inversión de US$ 11 millones. Este capital permitirá ampliar el equipo de ingeniería, fortalecer las ventas y acelerar la expansión en el mercado estadounidense, donde la demanda de tecnologías de inteligencia artificial generativa crece exponencialmente.
La unión de Murphy y Carr comenzó en Synthesia, una startup de videos con IA valorada en casi US$ 2.000 millones, donde ella lideró el área comercial y él la ingeniería. Decidieron ir más allá del tradicional chatbot, enfocándose en reproducir interacciones más naturales y precisas.
Una de las funcionalidades recientes de Anam, llamada One Shot, permite crear un avatar en vivo a partir de una sola foto, capaz de hablar y responder a preguntas en tiempo real. Por ahora, esta función está cerrada para uso exclusivo de clientes empresariales, con estrictas medidas de seguridad para evitar usos indebidos.
Murphy destacó la responsabilidad ética detrás del desarrollo tecnológico: “Es una tecnología increíble, pero peligrosa si cae en las manos equivocadas. Por eso controlamos el acceso y aplicamos protocolos rigurosos.”
Más allá de competir con otras startups, Anam cree que el verdadero desafío es superar la interacción humana misma, creando personajes de IA que resulten más atractivos y realistas que las personas.
“Nuestra visión es construir personajes que se sientan indistinguibles de la vida real y que aporten valor en múltiples sectores, desde la educación hasta la salud,” afirmó Murphy.
Así, Anam marca el camino hacia una nueva generación de interacciones digitales, donde la inteligencia artificial no solo informa, sino que conecta emocionalmente.
