Por Agroempresario.com
A casi 4.000 metros de profundidad, donde la luz no llega y la presión es extrema, una misión científica del CONICET lidera una de las expediciones más fascinantes en la historia de la ciencia argentina. En una experiencia sin precedentes, las imágenes del fondo marino del Cañón Submarino de Mar del Plata pueden verse en tiempo real desde cualquier hogar conectado a YouTube. La travesía, impulsada junto al Schmidt Ocean Institute, no solo muestra paisajes y criaturas nunca antes vistas, sino que también revela procesos químicos desconocidos como la generación de oxígeno oscuro. Esta transmisión en vivo, que estará disponible hasta el 10 de agosto, ya logró picos de más de 50.000 espectadores y expone el enorme interés social por el océano profundo.
“El fondo del mar es otro planeta dentro del planeta”, afirma Valeria Falabella, bióloga marina y directora de conservación costero-marina en la Wildlife Conservation Society (WCS) Argentina. Esta metáfora se vuelve literal con las imágenes en ultra alta definición que muestra el vehículo operado remotamente SuBastian, a bordo del buque Falkor (too). Las profundidades del Mar Argentino revelan un universo donde conviven especies no identificadas, interacciones inéditas y hábitats de belleza sobrenatural.
El objetivo central de la misión “Underwater Oases of Mar Del Plata Canyon: Talud Continental IV” es documentar ecosistemas marinos profundos y visibilizar su importancia ecológica. Por primera vez en la ciencia nacional se emplea esta tecnología en el Atlántico Sudoccidental, lo que permite registrar con precisión sin alterar el entorno.
La zona explorada, ubicada en la confluencia de las corrientes de Brasil (cálida) y Malvinas (fría), funciona como una frontera biogeográfica excepcionalmente rica. Ballenas, tiburones, crustáceos, peces abisales y microorganismos forman parte de este ecosistema, al que Falabella describe como un “supermercado del mar” por la abundancia de alimento que ofrece.
Esta región, poco estudiada hasta ahora, representa una pieza clave para entender la biodiversidad bentónica y los impactos de la actividad humana como la pesca de arrastre, la explotación de hidrocarburos o la contaminación por microplásticos.
Daniel Lauretta, investigador del CONICET en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN) y jefe científico de la expedición, resalta que transmitir en vivo lo que se explora genera una revolución en la forma de comunicar la ciencia:
“Es como abrir las puertas del laboratorio, del barco y del fondo del mar, todo al mismo tiempo. Eso cambia la relación entre la ciencia y la sociedad”.
El enfoque también tiene un componente pedagógico: todo el material será accesible para escuelas, universidades y museos, y las muestras recolectadas serán compartidas en repositorios abiertos.
Entre los descubrimientos más impactantes está el fenómeno del “oxígeno oscuro”, un proceso de generación de oxígeno que no depende de la vida, la luz ni la fotosíntesis. En palabras de Falabella:
“Hasta ahora, creíamos que el oxígeno solo lo generaban las plantas o microalgas mediante fotosíntesis. Pero en el fondo del mar se detectó oxígeno generado a partir de reacciones químicas entre nódulos polimetálicos ricos en cobalto, níquel y manganeso. Es algo completamente nuevo”.
Este hallazgo no solo cambia lo que se sabía sobre el ciclo del oxígeno en el planeta, sino que abre preguntas sobre la vida en condiciones extremas y la posibilidad de procesos similares en otros planetas.
La fascinación científica por los nódulos polimetálicos contrasta con el riesgo latente de su explotación minera. Estas formaciones concentran materiales estratégicos para la fabricación de baterías y energías renovables, aumentando el interés internacional por su extracción.
La bióloga de WCS advierte que, aunque se está debatiendo en foros internacionales el uso del principio precautorio, el peligro es real. “El ecosistema aún no ha sido estudiado en profundidad. Permitir minería sin entenderlo puede ser devastador”, dice. Además, señala que ya se detectaron amenazas como la pesca de arrastre intensiva en zonas cercanas, especialmente en el Agujero Azul.
Uno de los aspectos más perturbadores de la expedición fue encontrar residuos humanos en las profundidades: una bota plástica fue uno de los primeros objetos captados por las cámaras del ROV. En expediciones anteriores, incluso se hallaron envases de mayonesa en el lecho marino. Esto revela la escala global de la contaminación marina, que afecta incluso a los entornos más inaccesibles.
¿Por qué estas transmisiones en vivo atraen a decenas de miles de personas? ¿Qué hay detrás de esa fascinación? Falabella lo resume de forma conmovedora:
“Esta expedición está conectando a la gente con el mar profundo de la manera más humana que existe. La belleza que vemos genera empatía. Es una manera de encontrar humanidad en el fondo del mar”.
El fenómeno social que despiertan estas imágenes se expresa en redes sociales, memes, y una explosión de interés por las criaturas submarinas. Al exponer esa belleza, la ciencia también interpela: ¿cómo protegemos aquello que recién empezamos a conocer?
A medida que la expedición continúa su curso hasta el 10 de agosto, los científicos siguen recolectando información vital sobre hábitats que podrían verse amenazados por actividades humanas. La investigación se centra en múltiples estaciones de muestreo a profundidades que superan los 3.800 metros.
La campaña busca ser un llamado de atención y una herramienta de divulgación. El mensaje es claro: si no protegemos estos ecosistemas ahora, cuando todavía estamos asombrándonos por su existencia, quizá mañana ya sea tarde.