Por Agroempresario.com
El prometido boom del cobre en Argentina genera grandes expectativas, pero aún enfrenta importantes desafíos para convertirse en una realidad concreta. Con inversiones proyectadas que podrían superar los 20.000 millones de dólares, el país se prepara para una expansión minera que, de consolidarse, lo posicionaría como un actor clave en la producción global de cobre. Sin embargo, la falta de producción actual y la complejidad del entorno legal y logístico muestran que el camino hacia el desarrollo no será sencillo.
Argentina todavía produce mínimamente cobre, aunque el potencial es enorme. Según la Cámara Argentina de Empresas Mineras (CAEM), solo seis proyectos principales podrían atraer inversiones por casi 19.521 millones de dólares entre 2028 y 2031. Entre estos proyectos destacan Vicuña, Los Azules, Taca-Taca, San Jorge, Pachón y MARA, aunque la firma Vicuña incluso ha proyectado inversiones por más de 15.000 millones en un solo emprendimiento, lo que podría aumentar aún más el volumen total.
Daniel González, secretario Coordinador de Energía y Minería, destacó el impulso que ha generado el Régimen de Incentivos a la Inversión (RIGI) para acelerar proyectos mineros, subrayando que “en minería mucho más. Hay tres proyectos inmensos que se van a presentar este año en cobre”. Por su parte, José Rolandi, vicejefe de Gabinete, coincidió al mencionar que el cobre y el gas natural licuado (GNL) han sido motores clave en este esquema de incentivos.
Uno de los mayores escollos que enfrenta la minería en Argentina es la actual Ley Nacional de Glaciares, considerada por el sector como una fuente de incertidumbre. Roberto Cacciola, presidente de CAEM, manifestó en la conferencia Argentina Cobre en San Juan que "necesitamos una norma clara que tenga el propósito de que las inversiones vengan". La ley actual no define con claridad qué áreas son consideradas glaciares o periglaciares, lo que genera riesgos de judicialización y paralización de proyectos en plena construcción.
Esta situación eleva el riesgo país y vuelve inviables varios proyectos mineros. Inicialmente se evaluó modificar la norma mediante un decreto, pero se concluyó que no tendría la misma fuerza legal que una ley. Por ello, la expectativa es que una nueva legislación sea presentada después de las elecciones legislativas de 2025.
La infraestructura es otro factor crítico para que el boom cobre se concrete. Proyectos como Los Azules y Taca-Taca, ubicados en San Juan y Salta respectivamente, tienen distintas ventajas en cuanto a accesibilidad y cercanía a líneas eléctricas y ferroviarias. Por ejemplo, Los Azules no presenta problemas con la Ley de Glaciares y se encuentra en una zona más accesible, mientras que Taca-Taca se proyecta con una inversión cercana a 3.600 millones de dólares y planea presentarse al RIGI a finales de 2025.
Sin embargo, para hacer viables estos proyectos es imprescindible mejorar la red eléctrica y de transporte. En el sector eléctrico, compañías como YPF Luz, Central Puerto y Genneia ya están explorando oportunidades para instalar parques renovables alrededor de estas zonas, dada la gran demanda energética que requerirá la minería del cobre.
El sistema ferroviario, en cambio, enfrenta mayores dificultades. José Nuñez señaló que “el sistema no ha podido superar los 25 millones de toneladas en 55 años” debido a la baja densidad de carga, lo que limita la capacidad de mantenimiento y la eficiencia operativa. El gobierno planea avanzar con privatizaciones y desregulaciones para superar estos obstáculos y potenciar la logística minera.
Otro punto crítico para el desarrollo del cobre es el abastecimiento de agua, un recurso escaso en muchas zonas mineras, como el norte de San Juan. Para paliar esta limitación, se evalúa la posibilidad de utilizar agua salinizada proveniente de Chile, un complejo sistema que aumentaría los costos y generaría dependencia del suministro externo. Esto hace que el desarrollo del cobre en Argentina esté condicionado también por factores geopolíticos y ambientales.
A pesar de la fuerte expectativa y el avance en el diseño de proyectos y esquemas regulatorios, el cobre argentino difícilmente se convertirá en un motor exportador antes del 2030. La larga maduración de proyectos mineros, sumada a los desafíos regulatorios, ambientales y de infraestructura, hacen que el horizonte sea de mediano a largo plazo.
No obstante, con el avance en leyes claras, mejoras en infraestructura y una apuesta sostenida del sector privado y público, Argentina tiene la oportunidad de posicionarse como un jugador estratégico en la producción mundial de cobre, un mineral clave para la transición energética global.