La productividad como motor urgente: Di Pace advierte que las pymes deben acelerar su transformación

Damián Di Pace analizó el presente del sector y señaló que las pymes deben reinventarse con rapidez para sobrevivir en un contexto de cambios profundos

La productividad como motor urgente: Di Pace advierte que las pymes deben acelerar su transformación
lunes 01 de diciembre de 2025

Las pymes argentinas enfrentan un punto de inflexión que exige decisiones rápidas y estratégicas. Así lo planteó el analista económico y consultor Damián Di Pace, quien explicó que la mejora de la productividad debe acelerarse “a velocidad de jet” para que las empresas puedan sostenerse en un escenario de transformaciones globales y tensiones locales. Las declaraciones fueron realizadas en diálogo con La Nación, medio que analizó junto al especialista el impacto de las reformas en discusión y el rol clave del emprendedurismo.

Di Pace, autor del libro “El futuro de las Pymes”, sostuvo que el ecosistema empresarial argentino transita un momento decisivo, donde la adaptación no es opcional. Su planteo parte de una premisa: en un país donde la competitividad avanza lentamente por razones estructurales, el cambio puertas adentro debe ser inmediato. “La competitividad avanzará a velocidad crucero. Entonces, la mejora de la productividad tiene que ser a velocidad de un jet”, remarcó durante la conversación. Según su visión, esa velocidad determinará quiénes podrán sostenerse y quiénes quedarán rezagados.

El especialista explicó que las pequeñas y medianas empresas operan bajo un contexto que definió como “macroburocrático, tributario y laboral”, un entramado que considera restrictivo para el crecimiento. En ese marco, expresó que no se trata de crecer para luego transformarse, sino de impulsar cambios profundos —tecnológicos, organizacionales y culturales— antes de cualquier salto de escala. “No se trata de crecer para después cambiar, sino de cambiar para poder crecer”, insistió.

A lo largo de su análisis, Di Pace destacó tres ejes que, a su entender, permitirían aliviar la carga actual de las pymes y mejorar su capacidad competitiva. El primero es el acceso al crédito, un factor que considera prácticamente vedado ante las tasas actuales. El segundo, una reforma laboral que facilite la contratación, ya que muchas empresas optan por no expandirse por temor a litigios o sobrecostos. El tercero es un alivio fiscal que mejore el retorno de las inversiones, sobre todo para quienes quieren exportar. “Con las actuales cargas, se complica el retorno de la inversión”, señaló.

En relación con el régimen simplificado, uno de los puntos más discutidos en la agenda económica actual, Di Pace fue categórico: no solo debe sostenerse, sino potenciarse. Explicó que países de la región lo aplican con topes más altos y escalas fiscales que acompañan el crecimiento. “En Brasil alcanza hasta una facturación diez veces más alta que la Argentina”, ejemplificó. Para el consultor, los topes locales —hoy en torno a los $65.000 mensuales— deberían elevarse significativamente. “Hay que subirlos más. Hoy debería ser de $200.000”, afirmó.

Ese esquema, indicó, permitiría ampliar la base de pequeños contribuyentes y estimular la creación de nuevas empresas, una dimensión en la que la Argentina muestra debilidades estructurales. Di Pace explicó que el país tiene muchas microempresas que logran convertirse en pequeñas, pero pocas que avanzan hacia la categoría mediana y aún menos que crecen hasta transformarse en grandes. “El ascenso empresarial en la Argentina está frustrado”, señaló. Además, comparó el número de pymes por cada mil habitantes con el resto de América Latina y observó que la proporción local es notablemente inferior.

Esa falta de crecimiento empresarial se refleja también en historias cotidianas. Di Pace relató el caso de un emprendedor que, en 2020, debió cerrar su taller mecánico por la caída de la demanda durante la pandemia. Mantuvo tres empleados y terminar indemnizando a dos, mientras que el tercero inició un juicio laboral. Hoy trabaja como chofer de una aplicación y condiciona su regreso al sector a la existencia de una reforma laboral. “No soy tonto, estoy 14 horas conduciendo, pero para que ponga de nuevo en riesgo mi capital, necesito la reforma laboral”, contó el hombre, según el analista. Para Di Pace, esta situación se repite en cientos de pequeños negocios y refleja un freno al ascenso de la clase media emprendedora.

El especialista también advirtió que, si las condiciones mejoraran, el país podría generar entre 800.000 y 1,1 millones de empleos en apenas dos años gracias a un impulso pyme. Pero para que eso ocurra, deben darse cambios tanto internos como externos. En el plano interno, las empresas necesitan asumir la innovación, la digitalización y la interpretación de datos como parte central de su estrategia. “La brecha tecnológica es brecha de competitividad”, subrayó. Señaló además que las compañías que incorporan tecnología y reorganizan sus estructuras crecen, en promedio, 2,5 veces más que aquellas que no lo hacen.

En el plano externo, las reformas estructurales que impulsa el Gobierno también serán determinantes, aunque Di Pace cree que sus efectos no serán inmediatos. Afirmó que los tiempos políticos tienen su propia dinámica y estimó que una reforma tributaria podría tardar entre ocho y diez años en consolidarse. Señaló que el presidente Javier Milei tendrá ahora un Congreso más favorable para impulsar los cambios, pero que aun así los impactos no serán instantáneos. “Los que crean que las reformas les darán una competitividad inmediata van a fracasar en el camino”, sostuvo.

En ese sentido, remarcó que ningún empresario debería esperar un escenario ideal de baja carga fiscal, amplia infraestructura y régimen laboral óptimo. Por el contrario, planteó que la prioridad debe ser mejorar la productividad desde ya, aun si el contexto no termina de acompañar. Sostuvo que muchos empresarios entienden este desafío y saben que tendrán que financiar con su propio capital los procesos de cambio que requieren para sobrevivir y crecer.

Di Pace también trazó una distinción entre dos tiempos: el del inversionista que ve oportunidades a largo plazo en la Argentina, y el del que espera certezas legislativas antes de arriesgar su capital. Para él, este último podría no resistir ante la lentitud de las transformaciones institucionales. La clave, insistió, será actuar antes de que las reformas terminen de impulsarse y no esperar a que se materialicen por completo.

En su libro, Di Pace propone repensar la forma en que las pymes se organizan, producen, gestionan y se vinculan con la tecnología. Plantea que estamos frente a un cambio de época en el que la inteligencia artificial, la automatización y la cultura del cambio serán determinantes para consolidar negocios sostenibles. Por eso, su mensaje se orienta a que las empresas asuman un proceso de reinvención anticipada, sin esperar garantías externas que podrían demorar años.

Para el analista, la Argentina tiene un enorme potencial empresarial que permanece “retenido” por trabas estructurales, pero también por decisiones internas que las pymes deben revisar. Asegura que el país necesita un nuevo ciclo de creación de empresas y que esto solo será posible si se combinan mejoras regulatorias, estímulos fiscales y procesos de modernización productiva. Concluye que, si bien la competitividad sistémica avanza más lento de lo deseado, la velocidad de cambio dentro de cada empresa será decisiva para el futuro del sector.



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