Por Agroempresario.com
La alianza de gobernadores nucleada bajo el sello Provincias Unidas avanza con candidaturas confirmadas en sus distritos de origen, pero enfrenta serias dificultades en su estrategia nacional. Lo que comenzó como un bloque sólido de cinco mandatarios provinciales hoy revela fisuras en la definición de listas en Ciudad de Buenos Aires y provincia de Buenos Aires, donde la pulseada entre radicales, aliados históricos y nuevos socios amenaza con condicionar el futuro del espacio.
El frente, encabezado por Claudio Vidal (Santa Cruz), Ignacio Torres (Chubut), Martín Llaryora (Córdoba), Maximiliano Pullaro (Santa Fe) y Carlos Sadir (Jujuy), surgió con la premisa de consolidar una alternativa federal que pudiera disputar protagonismo en el Congreso y marcar presencia en la arena nacional. Sin embargo, la convivencia de tradiciones políticas distintas, sumada a los intereses de los líderes locales, generó un escenario de tensiones cruzadas.
En los distritos donde gobiernan, los mandatarios confirmaron nombres sin grandes novedades. Juan Schiaretti encabezará en Córdoba, acompañado por dirigentes de su entorno como Carolina Basualdo, Miguel Siciliano y Laura Jure. En Santa Fe, Pullaro designó a su vicegobernadora, Gisela Scaglia, respaldada por referentes del socialismo y la UCR local.
En Chubut, Torres ratificó a Ana Clara Romero como primera candidata, secundada por el vicegobernador Gustavo Menna. En Santa Cruz, Claudio Vidal apoyará al jefe de Gabinete Daniel Álvarez, mientras que en Jujuy, Carlos Sadir confirmó a María Inés Zigarán en el primer lugar, junto a Mario Pizarro y Malena Amerise.
Este mapa exhibe fortaleza territorial, pero el verdadero foco de las disputas se trasladó a los armados porteño y bonaerense, donde los acuerdos resultaron mucho más complejos.
La crisis más notoria se vivió en la Ciudad de Buenos Aires, donde la relación entre Martín Lousteau y Facundo Manes implosionó en medio de negociaciones con el espacio Hacemos Futuro, que integran Graciela Ocaña, Horacio Rodríguez Larreta y Elisa Carrió.
Lousteau encabezará la lista de diputados acompañado por Piera Fernández, ex presidenta de la FUA, mientras que Ocaña será candidata a senadora junto a Martín Ocampo. La inclusión de Gustavo Marangoni, impulsado por Schiaretti, y de la socialista Yesica Barreto terminó de tensar las discusiones.
Por otro lado, la Coalición Cívica confirmó a Hernán Reyes como diputado y a Marcela Campagnoli como senadora, en alianza con el Partido Demócrata Cristiano. En paralelo, Manes se postuló por fuera, con respaldo del GEN y el acompañamiento de Sergio Abrevaya.
La fractura porteña no solo refleja la imposibilidad de unificar criterios, sino que debilitó las negociaciones en Buenos Aires, donde la pulseada fue aún más intensa.
En la provincia más poblada del país, Florencio Randazzo encabezará la boleta de Provincias Unidas, secundado por Margarita Stolbizer. En tercer lugar fue ubicado Emilio Monzó y recién en el cuarto apareció la radical Danya Tavela, lo que generó malestar en Evolución.
La novedad es que, por primera vez desde el retorno democrático, la UCR bonaerense no tendrá lista propia bajo su histórico sello. Un grupo de intendentes decidió presentar otra nómina junto a la Coalición Cívica, liderada por Juan Manuel López, acompañado por Elsa Llenderozas y el jefe comunal Lisandro Hourcade.
Este armado paralelo expuso las diferencias dentro del radicalismo, que quedó partido entre la estrategia de cooperación con Schiaretti y la resistencia de quienes rechazan la expansión del frente cordobés hacia otros territorios.
El exgobernador cordobés Juan Schiaretti se transformó en el eje de las tensiones. Su decisión de impulsar candidaturas tanto en Buenos Aires como en CABA incomodó a varios de sus pares. Aunque mantiene ventaja en su provincia frente a las listas de La Libertad Avanza y al PRO, Schiaretti es cuestionado por lo que se interpreta como una “jugada personalista”.
Los gobernadores de Provincias Unidas dejaron trascender que no avalan la estrategia de expansión en distritos donde no tienen base territorial fuerte. En privado, algunos mandatarios sostienen que el cordobés busca garantizar vínculos nacionales para fortalecer su propio liderazgo, incluso a costa de tensar la unidad del frente.
A diferencia de Córdoba, Buenos Aires y CABA, los armados en el resto de las provincias gobernadas por Provincias Unidas no exhiben grietas profundas. Scaglia en Santa Fe, Romero en Chubut, Álvarez en Santa Cruz y Zigarán en Jujuy tienen respaldo directo de los mandatarios y representan la continuidad de acuerdos internos que sostienen la gobernabilidad.
Este contraste evidencia que la alianza funciona con relativa estabilidad en distritos donde el liderazgo es más homogéneo, pero se complica cuando los intereses se entrecruzan con actores nacionales.
La fractura en la UCR es otro factor determinante. Mientras los intendentes respaldan listas propias y buscan acuerdos con la Coalición Cívica, el sector Evolución insiste en consolidar su influencia a través de candidaturas como la de Tavela.
Este divorcio interno debilita la capacidad de negociación del radicalismo dentro de Provincias Unidas, dejando espacio para que Schiaretti y sus aliados definan gran parte de las candidaturas estratégicas.
Las diferencias entre CABA y Buenos Aires condicionan el proyecto nacional de Provincias Unidas. Lo que nació como un bloque de gobernadores con proyección federal enfrenta ahora el riesgo de quedar reducido a una suma de liderazgos provinciales sin cohesión.
Los analistas coinciden en que el Frente necesita resolver sus internas para convertirse en una opción sólida frente a La Libertad Avanza y el peronismo. De lo contrario, las divisiones podrían restar competitividad en el Congreso y debilitar la capacidad de influencia en debates clave como la reforma fiscal o el reparto de recursos.