Por Agroempresario.com
El sector agrícola argentino comienza el 2025 con expectativas positivas gracias al fuerte crecimiento del consumo de fertilizantes. Las buenas condiciones climáticas registradas en julio y la reducción de los derechos de exportación para los principales cultivos permiten prever un panorama promisorio para el trigo y el maíz, que concentran el 65% de la aplicación de nutrientes en la Argentina.
Según datos de la Universidad Austral, la siembra de trigo cerró con las mejores condiciones hídricas de los últimos años, y se proyecta una producción superior a las 20 millones de toneladas. Las lluvias en la zona núcleo marcaron un arranque favorable y la intención de siembra de maíz también muestra aumento, consolidando un escenario positivo para los productores y para la industria de fertilizantes.
De acuerdo con la Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos (CIAFA) y Fertilizar Asociación Civil, en 2024 el 81% del área sembrada con trigo recibió fertilización. En maíz, la práctica se aplicó en el 92% de la siembra temprana y el 84% de la tardía. Por su parte, la soja, que representa el 17% del consumo total de fertilizantes, mostró niveles de aplicación en el 60% de la primera y 47% de la segunda.
“La combinación de lluvias y reducción de derechos de exportación crea un contexto favorable para nutrir el suelo y mejorar los márgenes de los productores”, destacó un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Este escenario positivo también se refleja en las importaciones de fertilizantes, que en el primer semestre de 2025 mostraron un incremento interanual del 4,5% en volumen.
El aumento en las compras externas se concentró en fertilizantes fosfatados y combinados, compensando la baja de los nitrogenados. Según la BCR, “con 1,34 millones de toneladas importadas en la primera mitad del año, se trata del segundo mayor volumen de fertilizantes registrado, con un valor de USD 742 millones, un crecimiento del 18% respecto al período anterior”.
En abril de 2025, el Gobierno implementó medidas de desregulación para facilitar las compras de fertilizantes al exterior. Estas acciones incluyen la autorización de todos los productos de países con altos estándares de seguridad y la eliminación de la obligación de informar movimientos a granel, excepto para el nitrato de amonio.
“El año pasado, importar urea con FOB de 390 dólares implicaba un costo de 726 dólares por impuestos y cargas. Hoy, gracias a la baja de aranceles e impuesto país y a la exención de percepciones de IVA y ganancias, el costo de importación con impuestos bajó a 534 dólares, una reducción del 26%. El ‘costo argentino’ se redujo de 336 a 144 dólares, una baja del 57%”, explicó Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación y Transformación del Estado.
El informe de la BCR señala que, con estas expectativas y condiciones, el consumo de fertilizantes en Argentina podría crecer cerca del 7% en 2025 respecto a 2024. No obstante, la dinámica de precios internacionales sigue siendo un factor determinante para la demanda doméstica, ya que más del 60% de las importaciones del año se concentran en el segundo semestre.
El Banco Mundial atribuye el aumento de precios globales de fertilizantes a una mayor demanda, restricciones comerciales —como las limitaciones de exportaciones desde China— y problemas de producción, especialmente en el mercado de urea. El informe de Ingeniería en Fertilizantes (IF) señaló que estos incrementos aún no se trasladaron por completo a los precios locales de los nutrientes.
El trigo y el maíz se consolidan como los principales impulsores del consumo de fertilizantes en Argentina. La siembra favorable y la expectativa de buenos rindes generan confianza en los productores, que buscan asegurar la nutrición óptima de los cultivos. La soja, aunque representa un menor porcentaje del consumo, mantiene importancia estratégica en la rotación y diversificación de cultivos.
Los expertos destacan que la mejora en la disponibilidad de fertilizantes y la reducción de costos de importación son esenciales para sostener los márgenes agrícolas. La combinación de un clima favorable, políticas de incentivo y acceso a nutrientes de calidad fortalece la competitividad del sector agropecuario argentino y contribuye al crecimiento de la economía rural.
El principal desafío para la industria es mantener la disponibilidad de nutrientes frente a fluctuaciones internacionales de precios y posibles restricciones comerciales. La Argentina debe asegurar que la logística de importación y distribución funcione eficientemente, permitiendo que los productores accedan a fertilizantes oportunamente y en condiciones competitivas.
Por otro lado, la oportunidad reside en aprovechar el clima y las políticas de incentivo para ampliar la cobertura de fertilización en los cultivos secundarios y mejorar los rendimientos. La combinación de inversión en tecnología, seguimiento del suelo y optimización de nutrientes permitirá un uso más eficiente de los fertilizantes y mayor sustentabilidad del agro argentino.