Por Agroempresario.com
La Unión Europea y Estados Unidos alcanzaron un acuerdo comercial que promete redefinir las relaciones económicas transatlánticas. Tras intensas negociaciones, Washington aceptó imponer un arancel máximo del 15% sobre la mayoría de productos europeos, incluyendo automóviles, medicamentos y semiconductores, mientras Bruselas se compromete a aumentar la compra de energía y material militar estadounidense, además de eliminar aranceles sobre productos industriales de EE. UU.
El acuerdo, que fue sellado el pasado 27 de julio en Escocia durante un encuentro entre la presidenta de la Comisión Europea y el presidente estadounidense, tenía como objetivo principal evitar una guerra comercial que hubiera impactado gravemente a ambos bloques. Sin embargo, algunos detalles sobre medicamentos y semiconductores dependían de los resultados de una revisión de seguridad nacional ordenada por la administración de Trump, generando incertidumbre en los mercados internacionales.
El jefe comercial de la UE, Maros Sefcovic, presentó posteriormente una declaración conjunta con la Casa Blanca, aclarando que los productos estratégicos no superarán el 15% de gravamen independientemente de las investigaciones en curso. Entre estos se encuentran los medicamentos, la madera y los equipos de semiconductores, así como una amplia gama de productos industriales y agrícolas. “Seguiremos trabajando para añadir más productos a esta lista”, aseguró Sefcovic, destacando la importancia de la previsibilidad en las relaciones comerciales.
El acuerdo establece exenciones fiscales específicas, siempre que la UE elimine los aranceles sobre todos los productos industriales estadounidenses y ciertos productos pesqueros y agrícolas. Washington reducirá los aranceles a los automóviles europeos del 25% al 15% como parte de esta estrategia. Esta medida busca equilibrar la balanza comercial y garantizar que ambos bloques puedan mantener competitividad sin recurrir a medidas proteccionistas extremas.
En materia tecnológica, Bruselas y Washington acordaron colaborar para establecer requisitos de seguridad tecnológica compatibles, evitando la fuga de información crítica a “destinos preocupantes”. Una vez implementados estos requisitos, la Administración Trump facilitará la exportación de productos tecnológicos a Europa, fortaleciendo la cooperación en sectores estratégicos como los chips de inteligencia artificial y otros componentes clave.
Asimismo, la UE se comprometió a aumentar sus compras de productos energéticos estadounidenses, sustituyendo parcialmente el gas y el petróleo rusos por GNL, petróleo y combustibles nucleares provenientes de Estados Unidos. Aunque el monto exacto no fue precisado, se mencionó un compromiso adicional de 750.000 millones de dólares durante los próximos tres años. Esta medida busca diversificar fuentes de suministro y garantizar la seguridad energética europea frente a tensiones geopolíticas.
Entre los productos que recibirán aranceles cero por cero se incluyen aeronaves y sus componentes, ciertos productos químicos, genéricos, recursos naturales, materias primas esenciales y equipos de semiconductores. Sin embargo, los vinos y licores de la UE finalmente quedarán sujetos a un arancel del 15% en EE. UU., un aspecto que la Comisión Europea seguirá negociando en los próximos meses.
La reducción de barreras también se aplicará al acero y al aluminio, con el objetivo de enfrentar la sobrecapacidad global y garantizar una competencia justa en los mercados internacionales. Se establecerá un sistema de cuotas y aranceles reducidos que permitirá mantener la estabilidad de precios y la previsibilidad para empresas de ambos bloques.
El acuerdo tiene un alcance estratégico, ya que no solo regula el comercio de bienes, sino que también establece compromisos en materia energética, tecnológica y militar. La cooperación en la compra de chips de inteligencia artificial permitirá a la UE impulsar sus gigafábricas de IA y asegurar la continuidad de su competitividad tecnológica, mientras que EE. UU. mantiene su liderazgo en el suministro de componentes críticos.
El acuerdo fue recibido con expectativas positivas por parte de los sectores industriales y financieros, aunque se mantiene cierto escepticismo sobre su implementación efectiva en todas las capitales europeas. Cada Estado miembro deberá ratificar los compromisos de la Comisión Europea, un proceso que podría generar retrasos o ajustes menores, pero que Sefcovic aseguró que se gestionará bajo una “doctrina de seguridad económica” que priorice la previsibilidad y la inversión.
Las empresas europeas, especialmente aquellas del sector automotriz y farmacéutico, podrán planificar mejor sus estrategias de exportación y producción, al contar con un marco arancelario más estable. Por su parte, la industria estadounidense verá un incremento en las exportaciones energéticas y tecnológicas hacia Europa, fortaleciendo la balanza comercial y diversificando los mercados de sus productos estratégicos.
En paralelo, continuarán las negociaciones sobre legislación digital y otros asuntos regulatorios que no se incluyeron en el acuerdo inicial. La administración estadounidense podría utilizar estos temas como condicionante para futuras mejoras en las condiciones comerciales, manteniendo abierto un canal de diálogo y ajuste continuo entre ambos bloques.