Por Agroempresario.com
La economía argentina enfrenta un momento de meseta estructural, y según el economista Esteban Domecq, incluso si el oficialismo gana en octubre, será necesario recalibrar el programa económico. Domecq advierte que el crecimiento sostenido al 9% de otras épocas no es alcanzable hoy y que las reformas estructurales, en lo laboral, tributario y previsional, serán clave para sostener cualquier recuperación.
Esteban Domecq estudió Economía en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y realizó dos másteres en Finanzas y Economía en la Universidad del CEMA (Ucema). Fue miembro del Comité de Dirección IDEA Pyme 2019, director general del Congreso Económico Argentino y docente en la Ucema. Actualmente, es fundador y presidente de Invecq Consulting, y uno de los analistas económicos más escuchados por empresarios y agentes financieros en el país.
En diálogo con LA NACION, Domecq analizó los riesgos de corto plazo, la importancia de las elecciones bonaerenses, el futuro del dólar y las posibilidades de crecimiento. Según él, “la estabilidad actual es transitoria y, sin reformas profundas, la economía seguirá estancada en su techo estructural”.
Domecq explica que el programa económico transitó distintas etapas. En abril de este año, en el marco del acuerdo con el FMI, se abrió una nueva fase condicionada por las elecciones. Desde entonces, la actividad económica mostró signos de agotamiento. La suba de tasas de interés y el desarme de las LEFI marcaron puntos de alerta, y desde julio la economía comenzó a resentirse.
Hoy, la economía se encuentra en lo que Domecq llama una “meseta irregular”, con crecimiento estimado de 5% sobre 2024, pero con un avance casi nulo en términos de crecimiento real acumulado. La inflación mensual se mantiene alrededor del 2%, mientras que el consumo sigue débil y la presión cambiaria persiste, alimentada por factores estructurales, políticos y externos.
Según Domecq, la desaceleración no se debe al contexto internacional: commodities estables, monedas emergentes apreciadas y mercados financieros tocando máximos reflejan condiciones externas favorables. Incluso el real brasileño y el riesgo país latinoamericano muestran señales positivas.
“El problema es local”, aclara Domecq. Por un lado, el calendario electoral; por otro, desafíos internos. Las expectativas de que el Banco Central acumulara reservas tras el acuerdo con el FMI no se cumplieron, dejando al país con reservas negativas. Los préstamos recibidos son transitorios y deben devolverse a corto plazo, por lo que el desafío de generar divisas genuinas persiste.
El programa de estabilización incluía componentes fiscales, financieros y de apertura económica. Si bien se lograron avances en lo fiscal y una reducción del riesgo país (de 2.000 a 800 puntos), la Argentina sigue sin acceso pleno al crédito. Las reservas netas del Banco Central pasaron de -US$11.500 millones al inicio de la gestión a aproximadamente -US$8.000 millones tras el acuerdo con el FMI.
El reporte técnico del FMI valida estos avances parciales: reconoce logros fiscales y un desempeño aceptable en lo monetario, pero señala el incumplimiento en la acumulación de reservas, lo que llevó a flexibilizar metas y aceptar que este año Argentina no logre sumar divisas.
Entre abril y agosto, las proyecciones económicas se ajustaron:
Esto evidencia que el programa transitó un camino más sinuoso de lo esperado, con desequilibrios en el Banco Central, déficit creciente en servicios y presión electoral sobre la demanda de dólares.
Domecq señala que la hoja de balance del Banco Central y el programa monetario-cambiario requerirán ajustes tras los comicios. Incluso con un resultado electoral positivo, se necesitará un “service” al programa, es decir, recalibración sin resetear el esquema.
Entre mayo y junio, el dólar pasó de $1.100 a $1.350, mientras la inflación acumulada no superó el 7%. Domecq lo considera un fenómeno saludable, impulsado por la estabilidad regional y mejoras en el tipo de cambio real. Sin embargo, aclara que esta estabilidad no es sostenible durante la campaña electoral y que una recalibración posterior será necesaria.
Domecq distingue tres escenarios:
La provincia de Buenos Aires será clave, dado su peso en el resultado nacional y la complejidad del conurbano. Según Domecq, el resultado allí puede anticipar tendencias nacionales y afectar la percepción del mercado sobre la estabilidad futura.
Para 2025, Domecq proyecta un crecimiento de 5%, aunque en términos acumulados podría ser casi nulo. La economía está en una meseta irregular, con heterogeneidad sectorial marcada y dependiente de cómo se implementen ajustes post elecciones.
“Hoy no hay margen macroeconómico para tasas chinas”, advierte, recordando los ciclos de crecimiento del 9% durante las presidencias de Menem y Kirchner, posibles gracias a un contexto externo favorable y acumulación de reservas, algo que hoy no existe.
Domecq subraya que desde hace 15 años la economía argentina no crece sostenidamente. La reciente recuperación sólo llevó al país al “techo estructural”, con limitaciones en reservas y financiamiento.
Para desbloquear crecimiento real, será necesario implementar reformas:
Sin estas reformas, incluso con estabilización macroeconómica, el crecimiento sería limitado o nulo en 2026.
Domecq explica que el orden de los factores altera el producto:
Un error en la secuencia o implementación puede generar estancamiento prolongado o recesión.
La relación entre elecciones y economía es directa. Un resultado adverso puede generar:
Domecq destaca que la estabilidad alcanzada hasta ahora es transitoria y que la política fiscal, monetaria y cambiaria requiere calibración constante, independientemente del resultado electoral.
Según Domecq, los agentes económicos deben prepararse para escenarios cambiantes:
La gestión macroeconómica posterior a octubre será decisiva para el crecimiento sostenido.