Por Agroempresario.com
La formación de Vaca Muerta, ubicada en la provincia de Neuquén, se ha consolidado como el epicentro de la transformación energética de Argentina y del Cono Sur. En un contexto de fuerte declino de la producción boliviana de gas natural, los registros oficiales confirmaron que la cuenca neuquina ya genera el triple de gas que Bolivia, un hecho inédito en la historia energética de la región.
El último informe oficial registró que Vaca Muerta aporta 90,96 millones de metros cúbicos de gas natural por día, mientras que toda la producción boliviana apenas alcanza los 24,33 millones de metros cúbicos diarios. Esta diferencia marca un punto de inflexión en el equilibrio energético regional y posiciona a la Argentina como un potencial proveedor estable para países vecinos como Brasil, Chile y el propio Bolivia.
Durante casi dos décadas, la economía argentina se apoyó en las exportaciones bolivianas para garantizar el abastecimiento interno. En 2014, Bolivia producía 60,3 millones de metros cúbicos diarios, mientras que el shale argentino apenas llegaba a 600.000 metros cúbicos. Sin embargo, el desarrollo acelerado de Vaca Muerta cambió radicalmente este escenario.
En agosto de 2022, los números ya mostraban paridad: la producción boliviana rondaba los 42,1 millones de metros cúbicos diarios, mientras que Vaca Muerta trepaba a 36,6 millones. Hoy, la diferencia se inclinó de manera contundente hacia la Argentina, consolidando un cambio estructural en el mercado regional.
El retroceso de Bolivia tiene su raíz en la falta de exploración y reposición de reservas. El exministro de Hidrocarburos de Bolivia, Álvaro Ríos Roca, explicó que los esfuerzos de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) resultaron insuficientes:
“La exploración en Bolivia ha sido muy mínima, y los pocos intentos no lograron reponer reservas”, sostuvo.
De acuerdo con sus estimaciones, Bolivia cerrará el año con una producción de 26 millones de metros cúbicos diarios, volumen que cubriría apenas la mitad de la demanda interna. Además, proyectó que en 2028 Bolivia necesitará importar gas para abastecer a su mercado, lo que implicará un giro drástico en su histórica posición como exportador neto.
Este debilitamiento de la oferta boliviana abre una ventana estratégica para Argentina. A principios de 2023, el país concretó sus primeras exportaciones de gas de Vaca Muerta hacia Brasil, utilizando las redes gasíferas de Bolivia. El desafío ahora está en ampliar la capacidad de transporte para asegurar un flujo competitivo hacia los mercados regionales.
En este punto, el especialista Álvaro Ríos Roca subrayó la importancia del Gasoducto Norte, operado por Transportadora de Gas del Norte (TGN), para modular el suministro hacia países vecinos:
“Lograr el tránsito de gas en esa nueva realidad del mercado regional, que antes era de Bolivia y que ahora está siendo ocupado por Argentina, requiere tarifas competitivas y una infraestructura adecuada”.
La expansión de Vaca Muerta no se limita al gas. Según la Secretaría de Energía de la Nación, en julio la producción de petróleo argentino alcanzó los 811.200 barriles diarios, el nivel más alto desde 1999. El crecimiento interanual fue del 18,5%, mientras que el gas natural creció 5,7%, alcanzando un promedio de 160,6 millones de metros cúbicos por día, un registro no visto desde el año 2000.
Actualmente, Vaca Muerta representa el 57,7% del petróleo nacional y se consolidó como la segunda reserva mundial de gas no convencional y la cuarta de petróleo no convencional. En junio, la producción nacional creció un 22,5% interanual, alcanzando los 448.000 barriles diarios.
Pese al avance, persisten desafíos estructurales. El costo del transporte, la necesidad de inversión en gasoductos y plantas compresoras, y la competitividad frente a otros proveedores internacionales, son factores clave para que Argentina logre capitalizar plenamente su potencial exportador.
La competitividad frente a mercados como el brasileño dependerá no solo de la capacidad de transporte a través de Bolivia, sino también de la definición de tarifas y acuerdos bilaterales. Ríos Roca advirtió:
“Si no hacemos competitivo el transporte por Bolivia, no lograremos penetrar en el mercado brasileño”.
La transformación energética que lidera Vaca Muerta tiene implicancias más allá de las estadísticas. Para Argentina, significa mayor independencia energética, un alivio en la balanza comercial y la posibilidad de generar divisas mediante exportaciones. Para la región, implica una redistribución del mapa energético, donde el protagonismo histórico de Bolivia se ve desplazado por la capacidad creciente de la Argentina.
El desafío será sostener el ritmo de inversión en infraestructura y asegurar la competitividad frente a un mercado global de energía cada vez más dinámico. La oportunidad está servida: convertir a la Argentina en un actor central del suministro de gas en Sudamérica.