Por Agroempresario.com
La economía de Estados Unidos vuelve a estar en el centro de la atención global tras conocerse los últimos datos de inflación. Según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS), los precios al consumidor subieron un 2,9% interanual en agosto y un 0,4% respecto a julio, en línea con las expectativas de Wall Street. La cifra confirma la presión inflacionaria que todavía pesa sobre la primera economía del mundo y coloca a la Reserva Federal (Fed) en una disyuntiva clave de cara a su reunión del 17 de septiembre: recortar las tasas de interés o mantener el endurecimiento monetario.
El aumento de precios se atribuye en parte a los aranceles impulsados por Donald Trump durante su gestión, que siguen afectando a los consumidores. Aunque las cifras no sorprendieron a los analistas, sí refuerzan el debate en torno a la política monetaria y al impacto que tendrá en los mercados internacionales y en países emergentes como Argentina.
De acuerdo con la BLS, los precios básicos al consumidor —excluyendo alimentos y energía— crecieron un 3,1% interanual y un 0,3% mensual, también dentro de lo previsto. Aunque no hubo sobresaltos, los analistas advierten que la tendencia preocupa porque la inflación se mantiene por encima del objetivo del 2% que persigue la Fed.
El dato de inflación de agosto es, además, el último informe relevante que el comité de política monetaria tendrá sobre la mesa antes de decidir su próximo movimiento. Hoy, la tasa de referencia se ubica en un rango de 4,25% a 4,5%, un nivel que no se modificó desde diciembre de 2024.
El mercado, sin embargo, ya descuenta una baja. La herramienta FedWatch de CME asignó una probabilidad del 100% a un recorte tras conocerse la inflación y un informe de precios mayoristas más débil de lo esperado.
El presidente de la Fed, Jerome Powell, mantiene un delicado equilibrio entre dos mandatos: sostener la estabilidad de precios y proteger el empleo. En julio, la entidad votó por mantener las tasas, aunque dos funcionarios se pronunciaron a favor de un recorte. En su tradicional discurso en Jackson Hole, Wyoming, Powell dejó abierta la puerta a un cambio: “La estabilidad de la tasa de desempleo y otras medidas del mercado laboral nos permite proceder con cautela mientras consideramos cambios en nuestra postura política”.
Sin embargo, las presiones políticas también juegan su papel. Donald Trump reclama públicamente un recorte más rápido, buscando impulsar la actividad económica en un contexto de campaña electoral.
La inflación no es el único frente de preocupación. El mercado laboral norteamericano muestra señales de enfriamiento: en agosto, la tasa de desempleo subió al 4,3%, por encima de lo proyectado. Además, se crearon solo 22.000 empleos no agrícolas, muy por debajo de los 80.000 esperados y de los 79.000 registrados en julio.
Para agravar el panorama, la BLS revisó a la baja los datos de empleo de los últimos 12 meses: se contabilizaron 911.000 puestos menos de lo informado originalmente, la mayor corrección de la serie histórica. El ajuste generó críticas desde el sector republicano y abrió una investigación interna en el Departamento de Trabajo sobre la metodología utilizada.
Los expertos coinciden en que la Fed enfrenta un escenario complejo. John Kerschner, gestor de carteras de Janus Henderson, señaló que el dato de inflación “se moverá hacia el PCE subyacente, la medida preferida por la Fed, que probablemente supere el 3% por primera vez en 17 meses. Eso implica que la tendencia va en la dirección equivocada”.
Kerschner agregó que, en condiciones normales, “un IPC más alto provocaría una venta masiva en el mercado de bonos, pero la debilidad del empleo cambió el foco: los mercados anticipan un recorte inminente de tasas, aunque con cautela frente al entorno inflacionario”.
Desde VT Markets, Agustín Bilinskis explicó que la Fed se encuentra atrapada “entre la necesidad de recortar tasas para aliviar al mercado laboral y el riesgo de sostener la inflación por encima de la meta”. Para países como Argentina, advirtió, “un recorte relajaría los costos de financiamiento globales y daría oxígeno a los activos emergentes; pero si las tasas altas se prolongan, la presión sobre el dólar y la inestabilidad monetaria se intensificarán”.
Para economías como la argentina, la política monetaria estadounidense tiene efectos inmediatos. Una baja en la tasa de referencia global abarata el financiamiento, modera la salida de capitales y da respiro al tipo de cambio. En contraste, un escenario prolongado de tasas altas fortalece al dólar, encarece el crédito y eleva la volatilidad financiera.
La incertidumbre internacional se suma a los desafíos internos de la economía argentina, marcada por la inflación local, la necesidad de financiamiento externo y la presión sobre las reservas. En este contexto, cualquier decisión de la Fed repercute en el nivel de confianza de los inversores y en la estabilidad cambiaria.
La Fed deberá decidir en cuestión de días si prioriza el control de la inflación o el alivio del empleo. Según Janus Henderson, el organismo “se ha puesto entre la espada y la pared”, ya que Powell busca responder a la desaceleración laboral sin resignar credibilidad en la lucha contra la inflación.
El desafío será encontrar un equilibrio que no desate nuevas turbulencias. Para Estados Unidos, la definición marcará el cierre de 2025 con un rumbo económico más claro. Para Argentina y el resto de los mercados emergentes, el impacto será inmediato, ya sea en forma de alivio financiero o de mayores presiones cambiarias.