Por Agroempresario.com
Técnicos del INTA Balcarce advirtieron que la falta de zinc en los suelos pampeanos podría limitar los rendimientos de trigo y cebada, afectando hasta un 15% la producción si no se aplican estrategias de reposición efectivas. La señal de alerta surge de estudios recientes que revelan que dos tercios de los suelos presentan valores medios a bajos del micronutriente, históricamente subestimado frente a los macronutrientes como nitrógeno, fósforo y azufre.
El relevamiento fue realizado por la Unidad Integrada Balcarce, conformada por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Instituto de Innovación para la Producción Agropecuaria y el Desarrollo Sostenible del CONICET y la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP). Según los datos, un 33% de los lotes estudiados presenta concentraciones inferiores a 0,80 partes por millón (ppm), considerado crítico para el normal desarrollo de los cultivos.
El zinc es un micronutriente esencial para el crecimiento y desarrollo de los cultivos. Cuando su disponibilidad es insuficiente, los cultivos presentan deficiencias que se traducen en menor tamaño de espigas, menor número de granos y disminución de peso por hectárea.
“Hoy el zinc comienza a mostrar señales de deficiencia en suelos donde históricamente no representaba una limitante. Este escenario obliga a repensar las estrategias de diagnóstico y manejo para evitar pérdidas económicas y nutricionales en los cultivos”, explica Hernán Sainz Rozas, especialista en fertilidad de suelos del INTA Balcarce.
Los estudios realizados muestran que, con niveles bajos de zinc, los rindes de trigo y cebada pueden disminuir entre 5% y 15%. Por ejemplo, un lote con 0,75 ppm de zinc y un objetivo de 7000 kilos por hectárea podría perder hasta 840 kilos por hectárea, un valor que supera ampliamente el costo de la fertilización, estimado entre US$18 y US$20 por hectárea.
Frente a este panorama, los técnicos del INTA recomiendan realizar análisis de suelos preventivos, especialmente antes de la siembra, para anticipar deficiencias y planificar la reposición de zinc. Según Pablo Barbieri, técnico del INTA Balcarce, la alta variabilidad espacial del micronutriente requiere entre 25 y 35 submuestras por lote y mediciones a 20 centímetros de profundidad.
La fertilización con zinc puede realizarse de diversas formas:
Estas estrategias permiten optimizar la distribución del micronutriente en el suelo y asegurar su absorción eficiente por las plantas, lo que repercute directamente en los rendimientos de trigo y cebada.
El laboratorio de suelos del INTA Balcarce identificó que cerca del 66% de los suelos pampeanos presentan niveles medios a bajos de zinc. Esta tendencia, antes típica de la región norte, se ha extendido al sur bonaerense, donde se concentra una parte significativa de la producción de trigo y cebada del país.
Los especialistas insisten en que invertir en diagnóstico y reposición de zinc no solo protege los rendimientos actuales, sino que también asegura la sostenibilidad a largo plazo de los cultivos. Mantener niveles adecuados de micronutrientes es clave para que la región pampeana continúe siendo un área productiva estratégica para la agricultura argentina.