Por Agroempresario.com
Luis Rappoport, economista con más de medio siglo dedicado al estudio del desarrollo económico, ofreció una exposición magistral en el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero. Su mirada crítica y a la vez propositiva sobre los dilemas estructurales del país puso en el centro del debate la relación entre geografía, demografía, desarrollo productivo, innovación, educación e instituciones.
Rappoport comenzó su exposición con un análisis demográfico y geográfico que, según él, constituye una “originalidad argentina”. Argentina tiene una superficie de 2.800.000 kilómetros cuadrados, de los cuales el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) representa apenas 3.800 kilómetros cuadrados, es decir, el 0,13% del territorio nacional. Sin embargo, allí reside más del 35% de la población argentina, unos 16,3 millones de habitantes sobre un total de 45,9 millones.
“Este nivel de concentración poblacional es una rareza. El único país que nos supera es Uruguay, pero allí el área metropolitana no llega al millón de personas. En Argentina, en cambio, hablamos de una mega ciudad de más de 16 millones de habitantes”, señaló. Esta realidad genera desafíos de gobernanza, planificación territorial y oportunidades de desarrollo desigual que impactan de manera directa en la economía y en la vida social.
Para el economista, el desarrollo económico no puede entenderse sin considerar la mezcla entre la actividad empresaria, la innovación, la ciencia y la tecnología. A ello debe sumarse un elemento fundamental: el mercado, tanto local como internacional.
“El desarrollo hoy no es solo productos o procesos, es también mercados, consumidores globales, medio ambiente y, centralmente, conocimiento, creatividad, innovación, inteligencia artificial y productividad”, afirmó.
Rappoport subrayó la importancia de la especialización productiva como camino hacia la diversificación. Según su visión, no se trata de ser mono-productores, sino de generar cadenas de valor progresivas: “Uno empieza con el maíz, sigue con biocombustibles, plásticos, cosméticos y así se diversifica dentro de la especialización inicial”.
El eje, sostuvo, siempre vuelve al mismo punto: educación, educación y educación. Sin capital humano preparado, el avance de la inteligencia artificial y la innovación tecnológica condenará a grandes sectores de la población a la exclusión laboral. “El trabajo por fuera de la zona del conocimiento y de la inteligencia artificial va camino a desaparecer”, advirtió.
En su análisis, Rappoport destacó que la gestión del desarrollo económico en el mundo actual es multinivel. Esto implica la articulación constante entre Gobierno nacional, provincias y municipios.
El nivel nacional, explicó, tiene competencias en materia de estabilidad macroeconómica, acuerdos internacionales, ciencia y tecnología troncal, logística e infraestructura estratégica. A su vez, le corresponde consolidar un sistema institucional que permita la coordinación entre los distintos niveles del Estado.
En el ámbito local y provincial, el economista rescató el llamado Triángulo de Sabato, que articula empresas, ciencia/tecnología y sector público. “A nivel local, suele haber más tecnología aplicada que ciencia básica, pero lo crucial es que el sector público cumpla una función subalterna de apoyo y promoción del desarrollo empresario y tecnológico”, precisó.
Además, resaltó la importancia de servicios como la creación de startups, inteligencia competitiva, vigilancia de mercados y ecosistemas de innovación. Recordó que en Europa estas iniciativas se articulan a través de fondos como el FEDER (Fondo Europeo de Desarrollo Regional), basado en estrategias de especialización inteligente, y en Japón mediante el programa One Village, One Product, que promueve la innovación desde las comunidades locales.
Rappoport planteó que no hay posibilidad de desarrollo sin un Estado sólido e instituciones fuertes. Las instituciones, explicó, se inventaron para definir los incentivos del sistema político.
Identificó tres tipos de provincias argentinas según su estructura de incentivos:
La falta de desarrollo empresario es evidente en la comparación internacional: en Chile existen 50 empresas cada mil habitantes, mientras que en Argentina hay solo 3. Incluso dentro del país, la brecha es enorme: en Formosa hay apenas 6 empresas cada mil habitantes, mientras que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el número asciende a 40.
Rappoport cerró su exposición con una reflexión basada en Peter Drucker: “El largo plazo no es pensar en decisiones futuras, sino en el futuro de las decisiones presentes”.
Para el economista, esta frase sintetiza la clave del desarrollo argentino: “Si seguimos con este diseño geográfico, demográfico e institucional, el futuro será la continua reproducción de este presente. Pero si tomamos decisiones correctas hoy, podemos construir un futuro diferente”.