Nuestros Productos / Argentina Agrega Valor en Origen 2025

Oscar Aboy: “Queríamos llevarle al consumidor un sabor que extrañara”

El presidente de El Brocal de San Pedro compartió cómo transformó una finca familiar en una pyme modelo de agregado de valor y origen

Oscar Aboy: “Queríamos llevarle al consumidor un sabor que extrañara”
miércoles 12 de noviembre de 2025

Por Agroempresario.com

Durante el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero, el productor y empresario Oscar Aboy, presidente de El Brocal de San Pedro, compartió una historia inspiradora que tituló “De la fruta al recuerdo”.

Con una narrativa cercana y reflexiva, Aboy relató cómo una pequeña finca familiar ubicada en el paraje rural Tablas, en el partido de San Pedro, se transformó, tras 25 años de esfuerzo, innovación y compromiso, en una empresa que hoy produce más de 2 millones de frascos de mermelada artesanal al año, emplea a 35 colaboradores permanentes y distribuye sus productos en cadenas nacionales y dietéticas de todo el país.

Queríamos llevarle al consumidor un sabor que extrañara. Por eso decimos ‘de la fruta al recuerdo’”, sintetizó Aboy, quien junto a su esposa Marcela y sus hijos fundó esta pyme con el sueño de recuperar los sabores auténticos de la fruta, como los de antes, y transformarlos en productos con identidad, calidad y valor agregado en origen.

Una historia que nació en el campo

La historia de este proyecto comenzó hace 25 años, cuando la familia Aboy decidió aprovechar las frutas cultivadas en su finca de 17 hectáreas con frutales, ubicada a 22 kilómetros de la ciudad de San Pedro y a 42 de Gobernador Castro.

“Somos una pyme familiar; la creamos junto con Marcela y nuestros hijos”, recordó Aboy, al evocar los primeros años de trabajo. “Queríamos traer a Buenos Aires y Rosario frutas con sabor a fruta: tomates con gusto a tomate, duraznos con gusto a durazno, ciruelas de variedades antiguas. Pero era un producto perecedero, difícil de diferenciar en góndola, y no podíamos ponerle una marca.”

Esa limitación, la dificultad de conservar el sabor natural y extender la vida útil del producto, fue el punto de partida de un proceso que cambiaría el rumbo de la empresa, se necesitaba transformar la fruta en mermeladas artesanales.

“Pensamos: ¿qué producto podía mantener ese sabor auténtico y a la vez tener identidad? Y surgió la mermelada casera, como las de nuestras abuelas”, contó. Así nació la primera línea de mermeladas artesanales sin conservantes ni aditivos, a la que luego se sumó una segunda variedad 100% fruta, endulzada únicamente con jugo de uva natural.

El desafío de agregar valor en origen

Transformar la fruta fresca en mermelada implicó un cambio estructural en el modelo productivo de la familia. “Hacer una mermelada es mucho más que usar fruta. Hay que multiplicar entre tres y cinco veces el valor del producto original para llegar al frasco final”, explicó Aboy, que luego destacó la inversión necesaria en infraestructura, equipamiento y procesos.

El proyecto comenzó con una pequeña planta artesanal, que luego se amplió con equipamiento industrial y nuevos espacios de procesamiento. Desde entonces, la pyme apostó por mantener el eje en el valor agregado en origen, es decir, industrializar la materia prima en el mismo lugar donde se produce.

“Una de las principales ventajas de producir en origen es disponer de la materia prima fresca y de cercanía. Procesamos la fruta al día siguiente o a los dos días de haberla cosechado, lo que nos permite garantizar calidad y reducir costos logísticos”, explicó.

Sin embargo, también reconoció los desafíos de trabajar desde una zona rural, como los caminos de tierra, falta de transporte público y escasa infraestructura. “Estamos en una zona donde no se hacen inversiones públicas para mejorar los accesos, y eso dificulta tanto la movilidad de la gente como la logística de los productos”, afirmó.

MIRA LA CONFERENCIA COMPLETA

El crecimiento de una empresa con raíces familiares

A pesar de las dificultades, El Brocal de San Pedro consolidó un modelo sostenible que hoy genera empleo y desarrollo en la región. “Nuestros primeros colaboradores fueron vecinos del paraje donde vivíamos. Hoy seguimos trabajando con algunos de ellos, y aunque muchos se mudaron, esa base humana fue clave para crecer”, destacó Aboy.

Actualmente, la empresa cuenta con 35 empleados permanentes, 20 de ellos en la planta de elaboración, y un equipo ampliado durante la época de cosecha para recolectar y procesar la fruta. “El conocimiento agrícola de la gente de la zona fue fundamental para poder llevar adelante los cultivos y sostener el proyecto”, subrayó.

Este crecimiento sostenido permitió que la empresa alcance presencia nacional. “Después de 25 años logramos imponer una marca. Estamos presentes en todas las cadenas nacionales, en más de 100 distribuidores, en dietéticas y en muchísimas cafeterías donde sirven nuestras mermeladas en los desayunos”, celebró.

El mensaje de Aboy, sin embargo, no se centró solo en los logros, sino en la importancia de creer en el desarrollo local y declaró: “El desarrollo en origen tiene sus inconvenientes, hay que pasar por muchas situaciones difíciles, pero se puede. Nosotros lo hicimos y hay muchos emprendedores que también pueden hacerlo”.

Consejos para los nuevos emprendedores

Con la autoridad que le da la experiencia, Oscar Aboy compartió durante su exposición una serie de recomendaciones para quienes buscan emprender en el agro con valor agregado.

El primer paso, aseguró, es identificar la materia prima disponible en el territorio donde se quiere producir. “Hay que mirar qué se produce localmente o qué conocimiento tiene la gente de la zona para poder aprovecharlo”, indicó.

El segundo punto es entender qué necesita el mercado. En su caso, el descubrimiento fue claro: “La gente extrañaba el sabor de las mermeladas caseras, con trozos de fruta y gusto natural. El mercado estaba pidiendo volver a lo auténtico”.

El tercer aspecto que consideró esencial es crear una marca sólida y reconocible. “Si uno no genera una marca, no puede diferenciar lo que hace. La marca es la identidad del producto”, afirmó.

Y el cuarto elemento, quizás el más complejo para las pymes agroindustriales, es desarrollar una estrategia comercial y logística eficiente. “No alcanza con quedarse en la fábrica esperando que vengan a comprar. Hay que tener una pauta comercial clara, salir a vender, conocer los canales y acercarse al consumidor”, subrayó.

Con esa visión, El Brocal de San Pedro construyó una red comercial que abarca desde distribuidores regionales hasta alianzas con supermercados, tiendas naturales y cafeterías urbanas.

Del campo a la góndola: una cadena corta y eficiente

La historia de esta pyme es también un ejemplo de cómo el valor agregado en origen puede fortalecer la economía regional, generar empleo local y acercar productos de calidad al consumidor final.

El procesamiento en cercanía permite reducir pérdidas poscosecha, optimizar costos y preservar las propiedades naturales de la fruta. Además, la trazabilidad completa, desde la finca hasta el frasco, ofrece transparencia y confianza al consumidor, valores cada vez más valorados por los mercados.

En palabras de Aboy: “Procesar en el lugar de origen significa más control de calidad, ahorro logístico y, sobre todo, respeto por el trabajo de quienes cultivan la tierra”.

Innovación con identidad

Si bien El Brocal nació con una impronta artesanal, su crecimiento se apoya en innovación constante y gestión profesionalizada. La empresa incorporó tecnología en sus procesos productivos, mejoró los sistemas de control de calidad y desarrolló nuevas líneas de productos naturales y sin aditivos.

“Para hacer una mermelada de calidad, hay que invertir en conocimiento, equipamiento y personas”, señaló Aboy. En esa línea, destacó que el éxito de la empresa no radica únicamente en el producto, sino en el equilibrio entre tradición e innovación.

“Nosotros no quisimos hacer algo nuevo, sino hacer lo de siempre, pero mejor. Recuperamos los sabores de las mermeladas caseras y los llevamos a una escala que el público pueda disfrutar sin perder autenticidad”, afirmó.

Un modelo que inspira al agro argentino

El caso de El Brocal de San Pedro se ha convertido en un referente del valor agregado en origen, que demuestra que el desarrollo local, la sostenibilidad y la innovación pueden convivir en armonía dentro del agro argentino.

Con más de 2 millones de frascos anuales producidos, la pyme familiar proyecta crecer, incorporar nuevas variedades de frutas y fortalecer su presencia en el mercado nacional e internacional.

Aboy concluyó su disertación con un mensaje esperanzador para los productores y emprendedores del país: “El desarrollo en origen es posible. Se necesita trabajo, perseverancia y compromiso. Nosotros lo hicimos desde una finca en un paraje rural, y hoy nuestros productos están en las mesas de miles de argentinos. Se puede, y muchos más lo van a poder hacer”.

 



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