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Marcelo Regúnaga “La bioeconomía implica un cambio sustancial en la estrategia de desarrollo de un país”

El coordinador general del Grupo de Países Productores del Sur, aseguró que la bioeconomía redefine el modelo institucional y económico de Argentina

Marcelo Regúnaga “La bioeconomía implica un cambio sustancial en la estrategia de desarrollo de un país”
miércoles 01 de octubre de 2025

Por Agroempresario.com

Durante el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero, Marcelo Regúnaga —coordinador general del Grupo de Países Productores del Sur— brindó una exposición profunda sobre los desafíos estructurales, políticos e institucionales que enfrenta la Argentina ante la posibilidad de consolidar un modelo de desarrollo basado en la bioeconomía.

Según Regúnaga, la bioeconomía no solo propone un nuevo paradigma productivo, sino también un rediseño completo del modelo de país: “La bioeconomía implica un cambio sustancial en la estrategia de desarrollo de un país”, aseguró en su exposición, destacando que el verdadero potencial del agro argentino va más allá de la producción primaria.

Un modelo de desarrollo territorial con enfoque transversal

Para Regúnaga, uno de los aspectos centrales de la bioeconomía es su enfoque territorial, que rompe con la lógica tradicional de concentración industrial en centros urbanos. A diferencia del modelo económico que dominó la Argentina durante las últimas ocho décadas —basado en la industrialización cerca de centros de consumo—, la bioeconomía promueve un desarrollo descentralizado, con agregado de valor en origen.

“Es mucho más eficiente transformar la biomasa en el lugar de origen que transportarla a los centros urbanos. Por eso, la bioeconomía nos obliga a repensar la estrategia de desarrollo nacional y a construir una nueva arquitectura institucional”, explicó.

De sectores a tramas: la transformación del enfoque económico

Otro aspecto disruptivo que propone este modelo es el abandono del enfoque sectorial tradicional. Ya no se habla exclusivamente del sector agropecuario, sino de una red interconectada de actividades que incluye alimentación, salud, energía, servicios ecosistémicos y más.

En palabras del expositor: “Más que sectores, hoy debemos hablar de tramas productivas. Esto requiere políticas públicas horizontales y una estructura institucional transversal. Ya no es suficiente con la Secretaría de Agricultura, Industria o Energía actuando por separado”.

Institucionalidad: un desafío político y técnico

La implementación efectiva de una estrategia de bioeconomía requiere una reestructuración del aparato estatal. Regúnaga fue claro al señalar que el modelo vertical de organización gubernamental no es compatible con la lógica transversal de la bioeconomía.

“La experiencia reciente con la designación del ingeniero Fernando Vilella como secretario de Bioeconomía demuestra las dificultades para ejercer políticas transversales sin contar con el respaldo político e institucional adecuado”, sostuvo.

Además, remarcó que los marcos actuales no permiten una gobernanza multi-jurisdiccional, lo cual es clave para el desarrollo territorial. “La bioeconomía se implementa en el terreno: en municipios, provincias, regiones. Esto requiere acuerdos políticos amplios y estructuras de gobernanza descentralizadas”.

Innovación, ciencia y tecnología: pilares estratégicos

Un componente esencial del modelo bioeconómico es la innovación tecnológica. Regúnaga subrayó que los principales desarrollos económicos del mundo están hoy ligados a avances en ciencia, biotecnología y economía circular.

“En Argentina hemos avanzado, pero necesitamos una política de ciencia y tecnología con prioridades claras, orientada a las disciplinas que demanda la bioeconomía”, advirtió.

Asimismo, indicó que esto implica revisar el sistema educativo, especialmente en los niveles técnico y terciario, para formar recursos humanos capacitados en bioeconomía.

Capital e infraestructura: condiciones habilitantes

En su análisis, Regúnaga identificó dos condiciones habilitantes fundamentales:

  1. Inversiones de capital para transformar recursos naturales en productos de mayor valor agregado.
  2. Infraestructura física y digital, adecuada para potenciar el desarrollo regional.

“El desarrollo territorial exige infraestructura no solo vial, sino también energética, de conectividad y acceso a servicios. Por ejemplo, la generación de electricidad a partir de biomasa solo será viable si las regiones cuentan con acceso a la red eléctrica”, ejemplificó.

El papel de la economía circular

La bioeconomía está estrechamente vinculada con la economía circular. Esto implica aprovechar todos los subproductos y residuos generados a lo largo del proceso productivo.

“Una planta de maíz puede convertirse en bioetanol, pero además generar subproductos para alimentación animal, fertilizantes orgánicos, medicamentos e incluso energía. La idea es maximizar el uso de cada recurso y cerrar los ciclos productivos”, explicó Regúnaga.

Políticas de demanda y posicionamiento social

Más allá de la oferta, Regunaga hizo hincapié en que también se necesitan políticas de demanda, que incluyan tanto posicionamiento social como estrategias de internacionalización.

“La sociedad argentina no entiende con claridad qué es el sector agropecuario ni la bioeconomía. Hace falta un trabajo comunicacional serio que muestre las oportunidades y beneficios de este modelo”.

En esa línea, propuso que las políticas públicas deberían impulsar la demanda mediante:

  • Compras gubernamentales de productos bioeconómicos.
  • Normativas de mezclas de biocombustibles.
  • Estímulos a la generación descentralizada de energía.
  • Protocolos y estándares para exportación de bienes bioeconómicos.

Integración internacional y competitividad

Regúnaga también abordó la dimensión internacional de la bioeconomía, que está en expansión en todo el mundo y representa una gran oportunidad para países con abundancia de biomasa como Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay.

“Los productos de la bioeconomía deben cumplir con estándares internacionales. Eso requiere protocolos, certificaciones y estrategias claras de inserción en mercados globales”, señaló.

Un nuevo contrato político y social

Finalmente, Marcelo Regúnaga cerró su exposición con una reflexión clave: la bioeconomía no se implementa solamente desde la técnica, sino desde la política. Es decir, requiere de una decisión estratégica de país.

“No es posible impulsar la bioeconomía sin un acuerdo político amplio, que involucre a Nación, provincias y municipios. Esto no se construye de un día para el otro ni con débil respaldo político. Es un proceso complejo pero inevitable si queremos un país verdaderamente federal, innovador y competitivo”.




 



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